Esta mañana me siento mejor, con cada hora que pasa asimilo más el verdadero sentido de todo y que debemos vivir la vida como si fuera el último día, así como lo hacía Fredd, que en paz descanse su alma.
Camino por los pasillos de la empresa, viendo cómo todos mis compañeros ríen a carcajadas, conversan o solo disfrutan de un café caliente. Esas pequeñas cosas nos hacen felices, nos hacen ser humanos; me hacen sentir humana…
—Buenos días. —Doy un respingo al escuchar la voz de Derek detrás de mí.
—B-buenos días. —Me giro con prisa.
Tan perfecto como siempre: traje entero negro, corbata gris y el cabello un poco largo peinado hacia un costado. Sostiene entre sus manos dos vasos de café de Starbucks.
—Tómalo, se enfr
Levanto la mano y acaricio su mejilla con delicadeza. Me quito los lentes de aumento y los dejo a un lado del escritorio, bajo su atenta mirada curiosa. Me acerco a él y me siento a horcajadas sobre sus piernas, pero sin rozar su intimidad. Coloco mis manos sobre su pecho, me acerco a sus labios y dejo que él rodeé mis caderas con sus brazos. —¿Qué estás haciendo? —Niega y suspira pesadamente, viajando por mi cuerpo con sus dos avellanas. —Esto debería ser ya conocido por ti, esto hicimos hace cinco años, ¿lo recuerdas? La diferencia es que tú me pediste que me subiera sobre ti y… Desliza su mano por mi cuello y me lleva hacia sus cálidos y húmedos labios, ambas bocas se encuentran, se atraen como dos imanes. Cierro los ojos, sintiendo la calidez y paz infinita invadirme, sus suaves manos rozando la piel desnuda
—¿A dónde vas? —Me aclaro la garganta y desperezo sobre la cama. Lo observo ponerse una camisa de lana y cubrir su maravilloso cuerpo. Esos jeans le quedan de maravilla. —Hoy debemos ir a ver a Jessica. Ya he preparado el desayuno. Cámbiate, te espero en la mesa. —Retira las sábanas de mi cuerpo. Ahora estoy completamente desnuda frente a él. Acaricia mis piernas y cierra los ojos cuando se acerca a mi rostro y deposita un dulce beso en mi mejilla. —Muy bien. —Trato de ignorar el nerviosismo y los latidos acelerados de mi corazón—. Tendré que ir con ropa de secretaria. Me levanto y recojo mi cabello en una coleta alta. Desvío la mirada y me encuentro con Derek viéndome como un tonto y sonriendo.
La cargo en mis brazos con algo de dificultad, ya que pesa más, y yo soy muy delgada debido a mi trabajo como bailarina. Pero aquello no es impedimento, no sé de dónde saco fuerzas y la llevo hasta mi auto, la dejo en los asientos traseros y corro hacia el volante para después de algunos segundos de desespero y nervios, mover la llave y arrancar a toda prisa. Minutos después de conducir como una loca y evadir dos semáforos en rojo, llego a la clínica. De inmediato le comento la situación a los paramédicos y me llevo un regaño, ya que no debí moverla si tiene un golpe en la cabeza. ¿Pero qué era lo mejor, esperar a que la ambulancia hiciera dos viajes y que ella muriera? Corren hacia el auto y con sumo cuidado la mueven a la camilla, entran corriendo a la clínica y se la llevan a la sala de emergencias. Corro tras ellos después de hacer el registro en recepció
Enarco una ceja, pidiéndole una explicación. —¿Y bien? —Tome asiento, señorita. —Señala la silla. Este hombre se ve que tiene una paciencia de oro, o es que solo odia su trabajo y trata de sobrellevar la situación. —Muy bien. —Me siento con mala gana. —Efectivamente, encontramos videos de seguridad y se puede notar que usted tiene una hermana gemela, las huellas de la señorita Eva Moore están presentes en las escenas de los hechos tanto del caso del señor Fredd como el de la señorita Clarissa. Al parecer no sabe los contras de usar guantes de látex. La señorita Clarissa no declaró que su hermana le haya hecho daño, pero sí se refirió a un hombre que la tomó por sorpresa en la cocina de su casa. Ya hemos iniciado l
Agito la mano para saludar a Derek, quien está de pie en la entrada del aeropuerto. Luce un elegante traje entero de color negro, como los que tanto le gusta usar. Sus hebras rubias brillan a la luz de la mañana y su piel se ve de buen color. Lleva unos bonitos lentes de sol oscuros, se ve muy bien, no entiendo cuál es la enfermedad que puede tener. —Hola, cariño. Luces preciosa. —Se acerca a mí y deposita un casto beso en mis labios. Él es demasiado sexy para mi corazón, el cual quiere salirse de mi pecho al sentir su tacto. Me quedo como muda. —¿Todo bien? —Frunce el ceño mientras sonríe y rodea mis hombros con su brazo. —Estoy bien… Tú también luces muy apuesto. —Siento mi rostro arder. ¡Cielos! Parezco una adolescent
Me muerdo el labio inferior sintiendo con mi mano la humedad en mi feminidad que ya clama por mi hombre. Tomo su camisa y coloco sus manos detrás de su espalda, para atarlas con ella. Hago que se siente sobre la cama y a la vez que acaricio sus piernas, dejo un camino de besos húmedos en su cuello y pecho hasta llegar a su abdomen, al cual doy leves mordidas al igual que a su pelvis. Consigo que Derek suelte pequeños gemidos de placer y se aferre a las sábanas. Sonrío traviesa. Llego al gran bulto en sus pantalones, masajeo con mis dos manos la tibieza que se esconde bajo la tela de sus boxers y lentamente beso su entrepierna a la vez que deslizo la ropa interior sobre sus piernas, dejando ver su miembro listo. Me humedezco los labios y sin esperar más, lo introduzco en mi boca, Derek suelta un fuerte jadeo cuando masajeo sus testículos y hundo una y otra vez su miembro en mi boca sin delicadeza. —Ava… —s
Tiempo después Derek me pide que me ponga más linda porque vamos a salir, así que yo encantada me pongo mis pantalones de tela de mezclilla, una blusa con escote corazón y unos zapatos de tacón muy bonitos. Dejo mi cabello suelto con mis ondas naturales y me maquillo algo sensual para la ocasión. Derek también lleva puestos unos pantalones, una camisa negra y unos mocasines. Su cabello está peinado hacia atrás, lo que lo hace ver muy apuesto. Nos subimos a un taxi y vamos de camino a la sorpresa, porque no quiso responder mis preguntas curiosas. Minutos más tarde el auto se detiene frente a la mezquita de Kocatepe, uno de los lugares que más me llamó la atención de esta ciudad. —Esto es increíble… Por fotos se veía magnífico pero en realidad es precioso… —Me quedo con la boca abierta observando las cúpulas y las torres en colores oscuros y claros, el color bl
Acaricio su ancha espalda mientras siento como va aumentando el ritmo de sus embestidas, aún cuando se ve tan agitado. También comienzo a mover mis caderas para que el baje el ritmo, intensificando la sensación de tenerlo dentro de mí, ese cosquilleo placentero. Nos embestimos despacio y con fuerza, persiguiendo el clímax, eso tan delicioso que nos hace sentir en el cielo… Despierto momentos después y lo veo acostado a mi lado, con un brazo me rodea la cintura mientras estamos enredados entre las sábanas. Él es tan hermoso que me parece un sueño, demasiado hermoso para mí. Miro la hora en el reloj, ya van siendo las seis de la tarde. Al levantarme, me duele un poquito el cuerpo. Le doy un beso en la mejilla para que despierte, pero no lo hace, parece que estuviera profundamente dormido. —Mi vida… —Pongo mi mano e