CAPÍTULO 22

La cargo en mis brazos con algo de dificultad, ya que pesa más, y yo soy muy delgada debido a mi trabajo como bailarina. Pero aquello no es impedimento, no sé de dónde saco fuerzas y la llevo hasta mi auto, la dejo en los asientos traseros y corro hacia el volante para después de algunos segundos de desespero y nervios, mover la llave y arrancar a toda prisa.

Minutos después de conducir como una loca y evadir dos semáforos en rojo, llego a la clínica. De inmediato le comento la situación a los paramédicos y me llevo un regaño, ya que no debí moverla si tiene un golpe en la cabeza. ¿Pero qué era lo mejor, esperar a que la ambulancia hiciera dos viajes y que ella muriera?

Corren hacia el auto y con sumo cuidado la mueven a la camilla, entran corriendo a la clínica y se la llevan a la sala de emergencias. Corro tras ellos después de hacer el registro en recepció

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