Desde hace un año he cambiado demasiado. Antes era muy cohibida, no me atrevía a tocar mi cuerpo o pensar en cosas sucias sin pedirle mil perdones a Dios después de aquello. Pero eso ha cambiado, y mucho más ahora que he conocido a Derek. Él me altera, me hace querer darle todo. Ya nada me importa.
—Interesante… —Se acomoda las hebras rubias y sonríe de aquella manera endemoniadamente sexy.
Me hipnotiza su cuerpo fornido y esos tatuajes que presume en los brazos y cuello.
—Todavía eres menor de edad, te quedan dos años para cumplir veintiuno… Eso quiere decir que no te irás a la cárcel por meterte conmigo. —Pongo mi cara más inocente mientras ladeo la cabeza como un cachorro.
Enarca una ceja y se acerca a mis labios.
Me tumba sobre su cazadora de cuero que acaba de dejar sobre la hierba y las hojas secas, pero se detiene antes de seguirme besando. ¿Qué es lo que trata de hacer?, me pregunto. Tiempo después nos encontramos riendo como tontos, es como si se hubiera arrepentido de hacer algo. Continuamos bebiendo hasta que las botellas se agotan. —Es una lástima, tan rica que estaba… —Me río sin razón y cierro los ojos, acostándome sobre sus piernas de nuevo. —Eso es cierto, pero… debemos volver a casa, si llegas tarde te van a castigar —habla con voz autoritaria. —¡Eso no es cierto! —Sabes que sí. Andando… Me ayuda a levantar, acabamos caminamos juntos hacia la carretera. —¿Y la motociclet
Meses después... Las semanas pasan hasta que dos meses llegan rápidamente. Meses en los que solo he ido a la escuela y regreso a casa apenas acaban las clases. Tengo prohibido salir con mis amigas o tan siquiera ir a la plaza. Derek viene tres veces por semana a darnos las tutorías de álgebra a mi hermana y a mí, lo que se ha convertido en un suplicio, ya que no podemos tan siquiera hablar o tocarnos como lo hacíamos antes. De vez en cuando nos damos uno que otro beso a escondidas. A veces me escapo de madrugada para vernos e intimar al menos por un corto momento. Lo extraño demasiado. —Ava… —La voz de mi hermana Eva me saca de mis pensamientos. —¿Hmm? —La miro algo distraída. —Necesito tu ayuda. —Hace una mueca rara—. Es que… siento que amo a Derek y pues, quiero que me ayudes a que se f
—¡Al fin aparecen los tortolitos! —Mi madre se levanta de su asiento con el ceño fruncido y una bolsa de hielo en su mano, la cual oprime sobre su cabeza segundos después—. ¿Cómo has podido Derek? Te dimos absoluta confianza porque eres hijo de nuestros socios y amigos, porque se suponía que eras un muchacho ejemplar. Creo que voy a desmayarme de nuevo… —Esto es inaceptable. —Ahora es mi padre quien se acerca a nosotros, con una expresión tan neutral que me asusta—. Por suerte ya pensamos en una solución. Veo a Eva observarnos con burla e ira. ¿Por qué siempre ha sido así de venenosa? —Señor Ansel. —Derek se aclara la garganta y aprieta mi mano—. Yo amo a Ava, eso no lo dude… y también quiero hacerme cargo del bebé que viene en camino. Mi padre arquea una ceja.
—Buenos días… —Derek me saluda cortésmente. —Buen día… —Me aclaro la garganta. Los ojos de la víbora se posan sobre los míos, con cierta malicia y fastidio. —Ayer no te vi en nuestra despedida de solteros. —Luego de decirlo se acomoda el rubio cabello y noto cómo él la sacude levemente, como dándole una reprimenda. Y se quejaba porque yo parecía una adolescente… —Tenía un plan mejor que ese. —Me encojo de hombros y de inmediato me acuerdo de la cálida noche que pasé con Fredd. —Te lo perdiste, fue un evento precioso —responde. Derek me mira de una forma endemoniadamente molesta y curva sus labios en una línea recta, demostrando
Esto no se siente bien. Carraspeo ruidosamente, atrayendo la total atención de Fredd, el cual ahora toma mi mano y me mira con extrañeza. —Vamos adentro, tomemos algo caliente —propongo y ambos asienten. Avanzamos a la sala de estar y voy por cuatro tazas de chocolate bien caliente. Escucho los pasos de Clarissa, el ritmo que lleva el sonido de sus tacones la delatan. —Hola cariño… ¿Vino el chico? —Me da un beso en la sien y yo uno en la mejilla. Asiento sonriente. —Está en la sala junto a Eva. —Dejo los vasos sobre la bandeja. —Hmm… No lo sé, pero tu hermana es algo extraña. Yo que tú, no me fiaría de ella… —Se cruza de brazos mientras
Levanta la mano y me interrumpe. —Déjame continuar… Hago esto por el bien de nuestra hija y por su futuro. Lion hace un tiempo me prestó dinero para salvar la constructora de la quiebra y… —Se detiene abruptamente. Suspiro. Estoy muy consternada. —¿Y…? —Me humedezco los labios mientras observo a un dudoso Derek. Clava su mirada en la mía, con sus ojos avellana. —Y no he logrado pagarle todo el dinero, porque las constructoras se están recuperando. Sería contraproducente retirar toda esa cantidad de dinero. Necesito casarme con Dara para así ganar tiempo y... Río fuerte, lo interrumpo de inmediato. —¿Y tú no la amas?, ¿por
Pasé una noche regular y ahora por la mañana, me he levantado con unas ojeras de infarto y un cansancio terrible. Camino por el pasillo de la constructora, mientras sostengo dos vasos de café entre mis manos. —Buenos días. Aquí tiene su café, no lo olvidaré de nuevo… —Pongo el café frente a Derek, quien levanta la cabeza para mirarme. —Buenos días. Gracias… —Lo toma y antes de dar un trago, se detiene a mirarme. ¿Me ha dado las gracias? Debo estar alucinando. —La agen… Lo interrumpo apenas comienzo a habla. Sostengo la tableta entre mis manos. —Reunión con los accionistas de Grecia a las diez, almuerzo con el señor De Vineyard... A las tres debe revisar los plano
Esta mañana me siento mejor, con cada hora que pasa asimilo más el verdadero sentido de todo y que debemos vivir la vida como si fuera el último día, así como lo hacía Fredd, que en paz descanse su alma. Camino por los pasillos de la empresa, viendo cómo todos mis compañeros ríen a carcajadas, conversan o solo disfrutan de un café caliente. Esas pequeñas cosas nos hacen felices, nos hacen ser humanos; me hacen sentir humana… —Buenos días. —Doy un respingo al escuchar la voz de Derek detrás de mí. —B-buenos días. —Me giro con prisa. Tan perfecto como siempre: traje entero negro, corbata gris y el cabello un poco largo peinado hacia un costado. Sostiene entre sus manos dos vasos de café de Starbucks. —Tómalo, se enfr