—Supuse que ibas a aparecer en un momento u otro, aunque en parte quería que no lo hicieras. Pensar que luego de todo lo que hemos pasado, voy a terminar como al principio, entregándome a César —murmura Bianca sentada con la mirada empañada frente a la fogata de su tienda. —Yo... no quería que eso sucediera, y de todas formas no lo he aceptado aún. No quiero renunciar a ti, nada vale que te entregue a una vida miserable junto a él —responde Julio con la voz ronca y cansada, sentándose a un lado de la mujer. —Cientos de vidas lo valen, tu manada y tu familia lo valen. Incluso después de todo este tiempo yo sigo siendo una forastera, una exiliada, una desertora. Fue muy tonto de mi parte pensar que era parte de ustedes —confiesa la mujer mordiéndose el labio con rabia, no pudiendo creer haber sido tan tonta. —No confío en César, él nunca ha jugado limpio. Y si está dispuesto a hacer un trato es porque nos teme, porque podríamos derrotarlo, y si lo vencemos todo habrá terminado —asegu
—¿Qué está sucediendo ahí afuera? —murmura Alma con temor al oír los aullidos y gruñidos que le hacen pensar en una batalla. —Alma, gracias a Dios que estás bien. Temía que esas bestias te hubiesen atacado —exclama el médico entrando en la tienda fingiendo preocupación. —¿Nos están atacando? Se suponía que estábamos a punto de crear una tregua entregándole a Bianca, no lo entiendo —murmura la mujer más disgustada por no poder librarse de esa zorra, que de que estén siendo atacados. —Me temo que eso fue solo una trampa para que bajemos la guardia, en todo caso no tiene sentido pensar en eso. ¿En dónde está Julio? Tendría que estar protegiendo a su prometida —indaga el anciano con una pizca de veneno. —Seguramente ha ido corriendo para asegurarse de que Bianca se encuentre bien, no sé qué es lo le hizo, pero él parece respirar solo para ella —refunfuña Alma con los labios apretados con disgusto, sintiendo el amargo sabor del odio y traición en la boca. —Me apena que no sea capaz d
—¡Tú no puedes salir de acá, Bianca! Es demasiado peligroso que estés allí afuera, si algo te sucediera... —declara Julio no siendo capaz de continuar de solo considerar la posibilidad de perderla. —Él me quiere a mí, por alguna m*****a razón está obsesionado conmigo, y esa podría ser nuestra ventaja. César vendrá por mí, y cuando lo haga, cuando se separe de sus Betas podrás atacarlo —plantea la mujer tratando de hacerlo entrar en razón, no es como que tengan muchas opciones. —No voy a usarte de carnada, ese tipo de planes jamás funcionan. Aunque estés escondida, tarde o temprano él querrá enfrentarse a mí, su ego no le permitirá mantenerse alejado —asegura el Alfa conociendo lo suficiente a su rival como para saber qué es lo que sucederá. —¿Y cuántas vidas costará eso? Sabes bien que él no aparecerá hasta que sus lobos hayan acabado al menos con la mitad de los tuyos, yo te ofrezco una opción que signifique la menor cantidad de sangre derramada —replica Bianca tratando de hacerlo
Una vez que se ha quedado sola en la tienda, Bianca se toma un momento para pensar. Necesita aclarar su mente y decidir cuál será su próximo movimiento, no puede darse el lujo de tardar demasiado, le ha prometido a Julio que encontraría a Alma. Y aunque le pese que esa mujer esté entre ellos dos, no es capaz de abandonarla a su suerte, sea lo que sea que le haya sucedido. —Sentir el aire —murmura al cabo de unos minutos, recordando las clases de rastreo que su padre solía darle en medio del bosque. Es probable que sea mucho más difícil con tanto lobos de por medio, pero cree que podrá lograrlo. Respirando hondo sale a la entrada de la tienda, y con los ojos cerrados deja su mente en blanco, solo da lugar a la sensación que los aromas que llegan a su nariz le transmiten. El olor excitante de la sangre, el del sudor del miedo, el de la tierra humedecida, el de madera quemada, y... y lo percibe, finalmente lo siente, el olor floral del perfume de Alma, uno que le pareció demasiado fuert
—Eso ha estado bien, cariño, apuesto a que Julio tampoco pudo resistirse a ti —murmura César abrochándose el pantalón, mirando con una sonrisa lasciva a la mujer desnuda sentada al pie del árbol —Eres un monstruo, a Julio no le llagas siquiera a los talones —masculla Alma con la voz entrecortada, intentando resistir las lagrimas que le empañan la mirada, tratando de retener algo de su dignidad. —¡Ese idiota ha sido sobrevalorado toda la vida, no es nadie, y estoy a punto de dejarlo claro una vez que le arranque la garganta esta noche! —asegura el Alfa emitiendo un gruñido de su garganta, molesto de que aún se crea capaz de desafiarlo. —Te crees demasiado importante, él va a matarte, y más cuando vea lo que me has hecho —amenaza la mujer arrastrando sus palabras, deseando que Julio le de lo prometido. —¡Querida, tú no eres nadie, a partir de hoy te has convertdo en mi jueguete, el cual voy a usar todas las veces que quiera! Puede que incluos te lo haga de nuevo mientras veo como la
—Si crees que me entragaré a ti significa que aún no me conoces, he venido hasta aquí matarte o al menos a morir intentándolo —anuncia Bianca convirtiéndose en loba y saltando encima de él con las fauces abiertas. César que esperaba el ataque de alguien más y no proveniente de ella, es tomado por sorpresa, llegando a retroceder para que su cuello no sea cercenado, pero no lo suficientemente rápido para evitar que su brazo quede atrapado entre los colmillos de su atacanta. —¡Ya sueltame, m*****a zora! —gruñe el Alfa descargando puñetazos de rabia sobre la loba que aprieta aún más su agarre, moviendolo de un lado a otro como si quisiese arrancarle el brazo. A pesar de que César aún no se ha convertido, cada golpe que Bianca recibe es como un garrotazo, incluso comienza a sentirse aturdida y se le hace más dificultoso seguir manteniendo su mordida. Y cuando está a punto de darse por vencida, el grito de dolor que profiere su victima la hace abrir los ojos, contemplando sorprendida que
Con satisfacción, César observa a Bianca tirada en el piso aún en su forma de lobo, a pesar de los golpes que le ha propinado ella intenta levantarse. Es una luchadora, eso debe reconocerlo, pero los juegos ya se han terminado. Ahora es suya, y si aún ella no lo acepta, lo hará cuando le tire el cadáver de Julio en frente, entonces sabrá que lo único que le queda es doblegarse ante y procurar mantenerlo contento si no quiere sufrir las consecuencias. —¡Voy a matarte, maldito, vas a pagar por lo que me hiciste! —grita Alma aprovechando el descuido de él para saltarle encima y aferrándose con sus garras propinarle cuantas mordidas puede en la parte superior del cuello y el lomo. El Alfa suelta un gruñido de exasperación, sacudiéndose de un lado a otro intentando sacársela de encima, pero está agarrada como si fuese una garrapata, y cada nueva mordida es como una puñalada que lo enfurece aún más. Por lo que sabiendo que solo puede hacer una cosa, se para sobre sus patas traseras y se em
—Después de tanto tiempo aún sigues con tu complejo de héroe, simplemente no eres capaz de soportar que alguien no te necesite. Bianca puede haberse tragado tu numerito de buen samaritano, pero yo te conozco. La única razón por la que la has puesto bajo tu ala es para alimentar tu ego —recrimina César fijando la mirada directamente en él, sabiendo que no puede darse el lujo de un descuido frente a su rival. —No, nunca me conociste, nunca conociste a nadie más que a ti. Porque eres incapaz de ver más allá de tu propio ombligo, has sido un maquinador toda tu vida, ambicionando un poder que no merecías, que no era para ti —responde Julio parándose con firmeza, sabiendo que no puede esperar una pelea justa, su adversario podría atacar en cualquier momento a traición. —¡Esa es la realeza hablando, la sangre pura, los descendientes directos de los lobos ancestrales! ¡Eso es basura, no son seres superiores, no tienen ningún derecho sobre los demás, son simples burgueses que se han creído el