Una vez que se ha quedado sola en la tienda, Bianca se toma un momento para pensar. Necesita aclarar su mente y decidir cuál será su próximo movimiento, no puede darse el lujo de tardar demasiado, le ha prometido a Julio que encontraría a Alma. Y aunque le pese que esa mujer esté entre ellos dos, no es capaz de abandonarla a su suerte, sea lo que sea que le haya sucedido. —Sentir el aire —murmura al cabo de unos minutos, recordando las clases de rastreo que su padre solía darle en medio del bosque. Es probable que sea mucho más difícil con tanto lobos de por medio, pero cree que podrá lograrlo. Respirando hondo sale a la entrada de la tienda, y con los ojos cerrados deja su mente en blanco, solo da lugar a la sensación que los aromas que llegan a su nariz le transmiten. El olor excitante de la sangre, el del sudor del miedo, el de la tierra humedecida, el de madera quemada, y... y lo percibe, finalmente lo siente, el olor floral del perfume de Alma, uno que le pareció demasiado fuert
—Eso ha estado bien, cariño, apuesto a que Julio tampoco pudo resistirse a ti —murmura César abrochándose el pantalón, mirando con una sonrisa lasciva a la mujer desnuda sentada al pie del árbol —Eres un monstruo, a Julio no le llagas siquiera a los talones —masculla Alma con la voz entrecortada, intentando resistir las lagrimas que le empañan la mirada, tratando de retener algo de su dignidad. —¡Ese idiota ha sido sobrevalorado toda la vida, no es nadie, y estoy a punto de dejarlo claro una vez que le arranque la garganta esta noche! —asegura el Alfa emitiendo un gruñido de su garganta, molesto de que aún se crea capaz de desafiarlo. —Te crees demasiado importante, él va a matarte, y más cuando vea lo que me has hecho —amenaza la mujer arrastrando sus palabras, deseando que Julio le de lo prometido. —¡Querida, tú no eres nadie, a partir de hoy te has convertdo en mi jueguete, el cual voy a usar todas las veces que quiera! Puede que incluos te lo haga de nuevo mientras veo como la
—Si crees que me entragaré a ti significa que aún no me conoces, he venido hasta aquí matarte o al menos a morir intentándolo —anuncia Bianca convirtiéndose en loba y saltando encima de él con las fauces abiertas. César que esperaba el ataque de alguien más y no proveniente de ella, es tomado por sorpresa, llegando a retroceder para que su cuello no sea cercenado, pero no lo suficientemente rápido para evitar que su brazo quede atrapado entre los colmillos de su atacanta. —¡Ya sueltame, m*****a zora! —gruñe el Alfa descargando puñetazos de rabia sobre la loba que aprieta aún más su agarre, moviendolo de un lado a otro como si quisiese arrancarle el brazo. A pesar de que César aún no se ha convertido, cada golpe que Bianca recibe es como un garrotazo, incluso comienza a sentirse aturdida y se le hace más dificultoso seguir manteniendo su mordida. Y cuando está a punto de darse por vencida, el grito de dolor que profiere su victima la hace abrir los ojos, contemplando sorprendida que
Con satisfacción, César observa a Bianca tirada en el piso aún en su forma de lobo, a pesar de los golpes que le ha propinado ella intenta levantarse. Es una luchadora, eso debe reconocerlo, pero los juegos ya se han terminado. Ahora es suya, y si aún ella no lo acepta, lo hará cuando le tire el cadáver de Julio en frente, entonces sabrá que lo único que le queda es doblegarse ante y procurar mantenerlo contento si no quiere sufrir las consecuencias. —¡Voy a matarte, maldito, vas a pagar por lo que me hiciste! —grita Alma aprovechando el descuido de él para saltarle encima y aferrándose con sus garras propinarle cuantas mordidas puede en la parte superior del cuello y el lomo. El Alfa suelta un gruñido de exasperación, sacudiéndose de un lado a otro intentando sacársela de encima, pero está agarrada como si fuese una garrapata, y cada nueva mordida es como una puñalada que lo enfurece aún más. Por lo que sabiendo que solo puede hacer una cosa, se para sobre sus patas traseras y se em
—Después de tanto tiempo aún sigues con tu complejo de héroe, simplemente no eres capaz de soportar que alguien no te necesite. Bianca puede haberse tragado tu numerito de buen samaritano, pero yo te conozco. La única razón por la que la has puesto bajo tu ala es para alimentar tu ego —recrimina César fijando la mirada directamente en él, sabiendo que no puede darse el lujo de un descuido frente a su rival. —No, nunca me conociste, nunca conociste a nadie más que a ti. Porque eres incapaz de ver más allá de tu propio ombligo, has sido un maquinador toda tu vida, ambicionando un poder que no merecías, que no era para ti —responde Julio parándose con firmeza, sabiendo que no puede esperar una pelea justa, su adversario podría atacar en cualquier momento a traición. —¡Esa es la realeza hablando, la sangre pura, los descendientes directos de los lobos ancestrales! ¡Eso es basura, no son seres superiores, no tienen ningún derecho sobre los demás, son simples burgueses que se han creído el
Soltando un quejido de dolor, el médico logra salir de la inconsciencia en que el ataque de Bianca lo sumió. Llevándose una mano a la cabeza mira a su alrededor esperando no haber estado desmayado por demasiado tiempo, su ha perdido la oportunidad de su vida por esa ramera no podría perdonarse. Pero al oír ruidos de lobos peleando, esboza una media sonrisa, aún tiene tiempo o al menos eso espera. Asomándose a la entrada de la tienda mira a su alrededor, y aunque ve a varios lobos luchando no logra divisar ni a Julio ni a César. Lo cual le hace preguntarse si el enfrentamiento entre ellos y habrá comenzado, en tal caso no puede darse el gusto de seguir perdiendo el tiempo, tiene que asegurarse de deshacerse de esos dos. —Seguramente salió corriendo detrás de su novia, me encargaré de esa zorra también, le enseñaré con quien se metió —masculla el anciano escabulléndose hacia el bosque, sintiendo un pitido en la cabeza. Después de sortear la distancia que lo separaba de donde entregó a
Saboreando aún la sangre en su boca, Bianca observa el cadáver que ha dejado, contempla el fin de ese traidor por el que no siente ni la más mínima compasión. El mismo se buscó ese fin, su ambición, su avaricia, ¿y todo para qué? Para terminar muerto por una de las mujeres a las que estaba dispuesto a entregar, con la respiración agitada ladea la cabeza para ver el cadáver de Alma. Deseando de alguna manera hacerle saber que ya ha sido vengada en parte, porque aún resta acabar con el monstruo que la humilló y le arrebató la vida. —¡Parece que la fortuna ya no te sonríe, vas a morir! —grita César embistiendo a su enemigo que aún está demasiado aturdido como para ser capaz de reaccionar y evitar el golpe. Como si un camión lo hubiese chocado, la fuerza del impacto lanza a Julio hacia atrás, cayendo desparramado entre las hojas secas. Con la respiración pesada y una punzada de dolor en sus costillas intenta levantarse, pero sus piernas apenas pueden mantenerlo de pie, no sabe que le est
—Bianca... —susurra Julio viéndola correr hacia César para atacarlo, no puede creer que esa valiente loba sea la misma muchacha que encontró en el río, ella ha cambiado, se ha vuelto más fuerte. Lo suficiente para preferir luchar en vez de escapar, y él no puede dejarla pelear sola, prometió protegerla, y tiene que obligarse a hacerlo. Soltando una risa divertida, César espera el ataque, cree que se puede dar el lujo de divertirse un poco con ella antes de acabar con Julio. Planta sus patas traseras para resistir el impacto, baja un poco la cabeza sin perderla de vista, y en cuanto ella salta, le propina un manotazo en la cabeza que la derriba en el piso haciéndola rodar hasta chocar con el cadáver de Alma. —Tan inseparables —se burla el Alfa soltando una risa divertida, cometiendo el error de darle la espalda a su otro adversario, demasiado confiado en su victoria. —Y tú tan estupido y arrogante —murmura Julio lanzándose sobre él y logrando propinarle un par de mordiscos en el cuel