—Si crees que me entragaré a ti significa que aún no me conoces, he venido hasta aquí matarte o al menos a morir intentándolo —anuncia Bianca convirtiéndose en loba y saltando encima de él con las fauces abiertas. César que esperaba el ataque de alguien más y no proveniente de ella, es tomado por sorpresa, llegando a retroceder para que su cuello no sea cercenado, pero no lo suficientemente rápido para evitar que su brazo quede atrapado entre los colmillos de su atacanta. —¡Ya sueltame, m*****a zora! —gruñe el Alfa descargando puñetazos de rabia sobre la loba que aprieta aún más su agarre, moviendolo de un lado a otro como si quisiese arrancarle el brazo. A pesar de que César aún no se ha convertido, cada golpe que Bianca recibe es como un garrotazo, incluso comienza a sentirse aturdida y se le hace más dificultoso seguir manteniendo su mordida. Y cuando está a punto de darse por vencida, el grito de dolor que profiere su victima la hace abrir los ojos, contemplando sorprendida que
Con satisfacción, César observa a Bianca tirada en el piso aún en su forma de lobo, a pesar de los golpes que le ha propinado ella intenta levantarse. Es una luchadora, eso debe reconocerlo, pero los juegos ya se han terminado. Ahora es suya, y si aún ella no lo acepta, lo hará cuando le tire el cadáver de Julio en frente, entonces sabrá que lo único que le queda es doblegarse ante y procurar mantenerlo contento si no quiere sufrir las consecuencias. —¡Voy a matarte, maldito, vas a pagar por lo que me hiciste! —grita Alma aprovechando el descuido de él para saltarle encima y aferrándose con sus garras propinarle cuantas mordidas puede en la parte superior del cuello y el lomo. El Alfa suelta un gruñido de exasperación, sacudiéndose de un lado a otro intentando sacársela de encima, pero está agarrada como si fuese una garrapata, y cada nueva mordida es como una puñalada que lo enfurece aún más. Por lo que sabiendo que solo puede hacer una cosa, se para sobre sus patas traseras y se em
—Después de tanto tiempo aún sigues con tu complejo de héroe, simplemente no eres capaz de soportar que alguien no te necesite. Bianca puede haberse tragado tu numerito de buen samaritano, pero yo te conozco. La única razón por la que la has puesto bajo tu ala es para alimentar tu ego —recrimina César fijando la mirada directamente en él, sabiendo que no puede darse el lujo de un descuido frente a su rival. —No, nunca me conociste, nunca conociste a nadie más que a ti. Porque eres incapaz de ver más allá de tu propio ombligo, has sido un maquinador toda tu vida, ambicionando un poder que no merecías, que no era para ti —responde Julio parándose con firmeza, sabiendo que no puede esperar una pelea justa, su adversario podría atacar en cualquier momento a traición. —¡Esa es la realeza hablando, la sangre pura, los descendientes directos de los lobos ancestrales! ¡Eso es basura, no son seres superiores, no tienen ningún derecho sobre los demás, son simples burgueses que se han creído el
Soltando un quejido de dolor, el médico logra salir de la inconsciencia en que el ataque de Bianca lo sumió. Llevándose una mano a la cabeza mira a su alrededor esperando no haber estado desmayado por demasiado tiempo, su ha perdido la oportunidad de su vida por esa ramera no podría perdonarse. Pero al oír ruidos de lobos peleando, esboza una media sonrisa, aún tiene tiempo o al menos eso espera. Asomándose a la entrada de la tienda mira a su alrededor, y aunque ve a varios lobos luchando no logra divisar ni a Julio ni a César. Lo cual le hace preguntarse si el enfrentamiento entre ellos y habrá comenzado, en tal caso no puede darse el gusto de seguir perdiendo el tiempo, tiene que asegurarse de deshacerse de esos dos. —Seguramente salió corriendo detrás de su novia, me encargaré de esa zorra también, le enseñaré con quien se metió —masculla el anciano escabulléndose hacia el bosque, sintiendo un pitido en la cabeza. Después de sortear la distancia que lo separaba de donde entregó a
Saboreando aún la sangre en su boca, Bianca observa el cadáver que ha dejado, contempla el fin de ese traidor por el que no siente ni la más mínima compasión. El mismo se buscó ese fin, su ambición, su avaricia, ¿y todo para qué? Para terminar muerto por una de las mujeres a las que estaba dispuesto a entregar, con la respiración agitada ladea la cabeza para ver el cadáver de Alma. Deseando de alguna manera hacerle saber que ya ha sido vengada en parte, porque aún resta acabar con el monstruo que la humilló y le arrebató la vida. —¡Parece que la fortuna ya no te sonríe, vas a morir! —grita César embistiendo a su enemigo que aún está demasiado aturdido como para ser capaz de reaccionar y evitar el golpe. Como si un camión lo hubiese chocado, la fuerza del impacto lanza a Julio hacia atrás, cayendo desparramado entre las hojas secas. Con la respiración pesada y una punzada de dolor en sus costillas intenta levantarse, pero sus piernas apenas pueden mantenerlo de pie, no sabe que le est
—Bianca... —susurra Julio viéndola correr hacia César para atacarlo, no puede creer que esa valiente loba sea la misma muchacha que encontró en el río, ella ha cambiado, se ha vuelto más fuerte. Lo suficiente para preferir luchar en vez de escapar, y él no puede dejarla pelear sola, prometió protegerla, y tiene que obligarse a hacerlo. Soltando una risa divertida, César espera el ataque, cree que se puede dar el lujo de divertirse un poco con ella antes de acabar con Julio. Planta sus patas traseras para resistir el impacto, baja un poco la cabeza sin perderla de vista, y en cuanto ella salta, le propina un manotazo en la cabeza que la derriba en el piso haciéndola rodar hasta chocar con el cadáver de Alma. —Tan inseparables —se burla el Alfa soltando una risa divertida, cometiendo el error de darle la espalda a su otro adversario, demasiado confiado en su victoria. —Y tú tan estupido y arrogante —murmura Julio lanzándose sobre él y logrando propinarle un par de mordiscos en el cuel
—¿En verdad lo hicimos? ¿Él está muerto? —pregunta Bianca volviendo a su forma humana, contemplando el cadáver, pero sin poder terminar de creerlo. —Sí, en verdad, lo has hecho, te has librado de él —afirma Julio estirando sus brazos hacia ella, deseando abrazarla ahora que por fin todo ha terminado. —N-no... no puedo creerlo... —solloza la mujer apoyando la cabeza en el pecho del Alfa, sintiendo como si en su interior una represa que ha estado conteniendo sus sentimientos acabara de romperse. —Está bien, déjalo salir —murmura Julio acariciándole los cabellos con los dedos, sintiéndose cansado y débil, pero a la vez lleno de satisfacción, agradecido de poder seguir teniéndola a su lado. Aunque al abrir los ojos y ver más allá, el cuerpo de Alma, una punzada de tristeza le cruza el pecho al ver el precio que ha demandado esa victoria. —No, no podemos perder el tiempo aquí, hay que volver al campamento y mostrar que él está muerto, que ya no tiene sentido seguir luchando —señala Bia
—¿Cómo se encuentra? ¿Se pondrá bien? —pregunta Bianca al médico que está tratando de eliminar el acónito del sistema sanguíneo de Julio. —El Alfa se encuentra bien, es muy fuerte, si fuese otro lobo ya estaría muerto —responde el médico sintiéndose honrado de estar tratando a su nuevo líder. —No tienes idea cuan fuerte es, creo que no he conocido a nadie igual —murmura la mujer permitiéndose respirar con tranquilidad ahora que sabe que él se recuperará. El joven esboza una sonrisa satisfecha, y habiendo terminado su trabajo decide dejar la tienda. Aún tiene muchos heridos a los que tratar, los lobos se recuperan rápido, pero hay que asegurarse que los huesos sanen de la manera correcta. —Esto de estar moribundo tan seguido no me está agradando —murmura Julio esbozando una media sonrisa, aunque sin poder evitar reemplazarla con una mueca de dolor al intentar sentarse. —Eso es porque siempre tienes que ser el héroe, pero creo que a partir de ahora podrás tomarte las cosas con más