—N-no puede ser... no puedo creerlo... —susurra uno de los ancianos de la manada Noche oscura dejándose caer en un sillón con la mano en el pecho. —Sé que es algo... peculiar, y que probablemente tengo muchas explicaciones que dar, pero necesito hablar con Julio. Es algo urgente —comenta Layla con la suficiente premura en la voz para evitar cualquier interrogatorio.. —¿Explicaciones? Claro que tendrás que darlas, y espero que sean muy buenas, porque esto podría ser considerado una traición a la manada —responde el viejo recuperándose de la impresión, y nada feliz de haber sido engañado por esa mujer. —¡No empieces con tus m*****a burocracia, dime dónde está mi hermano y mi padre! —exige Alana perdiendo la paciencia. —Tu padre está muerto, fue asesinado por unos infiltrados de César, y tu hermano marchó a la guerra para vengarlo. Supongo que si no lo han matado, debe estar muy cerca de su objetivo —responde el anciano soltando un suspiro de cansancio ante la incertidumbre que se ci
“Creo que ya tienes que dejar de darle vueltas, tenemos una posibilidad de terminar con todo esto. ¿Por qué no terminar de aceptar?”, cuestiona Alma mirando a su prometido con una mirada de reclamo.“Sé que todos desean la paz, volver a casa, yo también lo quiero. ¿Pero a qué costo? ¿El de entregar a Bianca al asesino de sus padres? ¿En serio eso no te pesa en la conciencia?”, interroga Julio sentado a un lado de la fogata de su tienda, aún buscando una manera de librar a Bianca, deseando incluso no haber ido a buscarla cuando escapó.“Es la guerra, y en ella hay sacrificio. Bianca será recordada como quien forjó la paz, la que se entregó para salvarnos a todos”, asegura la mujer sentada entre las mantas, deseando que él vuelva a su lado.“No me parece un gran futuro para ella. ¿De qué sirve ser un Alfa si no puedes defender al más débil? ¿Cuándo nos convertimos en simples títeres de la política?”, murmura el Alfa soltando un largo suspiro de exasperación.“Son las decisiones que le
—Supuse que ibas a aparecer en un momento u otro, aunque en parte quería que no lo hicieras. Pensar que luego de todo lo que hemos pasado, voy a terminar como al principio, entregándome a César —murmura Bianca sentada con la mirada empañada frente a la fogata de su tienda. —Yo... no quería que eso sucediera, y de todas formas no lo he aceptado aún. No quiero renunciar a ti, nada vale que te entregue a una vida miserable junto a él —responde Julio con la voz ronca y cansada, sentándose a un lado de la mujer. —Cientos de vidas lo valen, tu manada y tu familia lo valen. Incluso después de todo este tiempo yo sigo siendo una forastera, una exiliada, una desertora. Fue muy tonto de mi parte pensar que era parte de ustedes —confiesa la mujer mordiéndose el labio con rabia, no pudiendo creer haber sido tan tonta. —No confío en César, él nunca ha jugado limpio. Y si está dispuesto a hacer un trato es porque nos teme, porque podríamos derrotarlo, y si lo vencemos todo habrá terminado —asegu
—¿Qué está sucediendo ahí afuera? —murmura Alma con temor al oír los aullidos y gruñidos que le hacen pensar en una batalla. —Alma, gracias a Dios que estás bien. Temía que esas bestias te hubiesen atacado —exclama el médico entrando en la tienda fingiendo preocupación. —¿Nos están atacando? Se suponía que estábamos a punto de crear una tregua entregándole a Bianca, no lo entiendo —murmura la mujer más disgustada por no poder librarse de esa zorra, que de que estén siendo atacados. —Me temo que eso fue solo una trampa para que bajemos la guardia, en todo caso no tiene sentido pensar en eso. ¿En dónde está Julio? Tendría que estar protegiendo a su prometida —indaga el anciano con una pizca de veneno. —Seguramente ha ido corriendo para asegurarse de que Bianca se encuentre bien, no sé qué es lo le hizo, pero él parece respirar solo para ella —refunfuña Alma con los labios apretados con disgusto, sintiendo el amargo sabor del odio y traición en la boca. —Me apena que no sea capaz d
—¡Tú no puedes salir de acá, Bianca! Es demasiado peligroso que estés allí afuera, si algo te sucediera... —declara Julio no siendo capaz de continuar de solo considerar la posibilidad de perderla. —Él me quiere a mí, por alguna m*****a razón está obsesionado conmigo, y esa podría ser nuestra ventaja. César vendrá por mí, y cuando lo haga, cuando se separe de sus Betas podrás atacarlo —plantea la mujer tratando de hacerlo entrar en razón, no es como que tengan muchas opciones. —No voy a usarte de carnada, ese tipo de planes jamás funcionan. Aunque estés escondida, tarde o temprano él querrá enfrentarse a mí, su ego no le permitirá mantenerse alejado —asegura el Alfa conociendo lo suficiente a su rival como para saber qué es lo que sucederá. —¿Y cuántas vidas costará eso? Sabes bien que él no aparecerá hasta que sus lobos hayan acabado al menos con la mitad de los tuyos, yo te ofrezco una opción que signifique la menor cantidad de sangre derramada —replica Bianca tratando de hacerlo
Una vez que se ha quedado sola en la tienda, Bianca se toma un momento para pensar. Necesita aclarar su mente y decidir cuál será su próximo movimiento, no puede darse el lujo de tardar demasiado, le ha prometido a Julio que encontraría a Alma. Y aunque le pese que esa mujer esté entre ellos dos, no es capaz de abandonarla a su suerte, sea lo que sea que le haya sucedido. —Sentir el aire —murmura al cabo de unos minutos, recordando las clases de rastreo que su padre solía darle en medio del bosque. Es probable que sea mucho más difícil con tanto lobos de por medio, pero cree que podrá lograrlo. Respirando hondo sale a la entrada de la tienda, y con los ojos cerrados deja su mente en blanco, solo da lugar a la sensación que los aromas que llegan a su nariz le transmiten. El olor excitante de la sangre, el del sudor del miedo, el de la tierra humedecida, el de madera quemada, y... y lo percibe, finalmente lo siente, el olor floral del perfume de Alma, uno que le pareció demasiado fuert
—Eso ha estado bien, cariño, apuesto a que Julio tampoco pudo resistirse a ti —murmura César abrochándose el pantalón, mirando con una sonrisa lasciva a la mujer desnuda sentada al pie del árbol —Eres un monstruo, a Julio no le llagas siquiera a los talones —masculla Alma con la voz entrecortada, intentando resistir las lagrimas que le empañan la mirada, tratando de retener algo de su dignidad. —¡Ese idiota ha sido sobrevalorado toda la vida, no es nadie, y estoy a punto de dejarlo claro una vez que le arranque la garganta esta noche! —asegura el Alfa emitiendo un gruñido de su garganta, molesto de que aún se crea capaz de desafiarlo. —Te crees demasiado importante, él va a matarte, y más cuando vea lo que me has hecho —amenaza la mujer arrastrando sus palabras, deseando que Julio le de lo prometido. —¡Querida, tú no eres nadie, a partir de hoy te has convertdo en mi jueguete, el cual voy a usar todas las veces que quiera! Puede que incluos te lo haga de nuevo mientras veo como la
—Si crees que me entragaré a ti significa que aún no me conoces, he venido hasta aquí matarte o al menos a morir intentándolo —anuncia Bianca convirtiéndose en loba y saltando encima de él con las fauces abiertas. César que esperaba el ataque de alguien más y no proveniente de ella, es tomado por sorpresa, llegando a retroceder para que su cuello no sea cercenado, pero no lo suficientemente rápido para evitar que su brazo quede atrapado entre los colmillos de su atacanta. —¡Ya sueltame, m*****a zora! —gruñe el Alfa descargando puñetazos de rabia sobre la loba que aprieta aún más su agarre, moviendolo de un lado a otro como si quisiese arrancarle el brazo. A pesar de que César aún no se ha convertido, cada golpe que Bianca recibe es como un garrotazo, incluso comienza a sentirse aturdida y se le hace más dificultoso seguir manteniendo su mordida. Y cuando está a punto de darse por vencida, el grito de dolor que profiere su victima la hace abrir los ojos, contemplando sorprendida que