Gisel gatea en el frío piso del cuartel tanteando con sus manos temblorosas para encontrar sus gafas , su mala vista no le brinda la más mínima ayuda en su tarea, sin desearlo recuerda las palabras de su médico: “Niña, estás casi ciega”. Una débil tos escapa de su garganta al inhalar el humo de lo que parece ser algún tipo de madera ardiendo. Después de lo que parece ser una eternidad su mano choca con una forma conocida haciéndole soltar un suspiro de alivio al reconocer que son sus lentes. Parpadea varias veces para que su vista llorosa pueda distinguir lo que ahora sí es capaz de ver, una estela de humo capta su mirada que se posa en su antiguo escritorio que envuelto en llamas es el que está acabando con el aire limpio. La muchacha ubica el extintor de incendios y lo acciona para acabar con el fuego, pronto una blanca espuma cubre el mueble y acaba con las llamas.Dejando el extintor en el piso ojea la entrada por enésima vez, calcula que debe haber pasado media hora desde que
Tony se despierta sintiendo un agudo dolor de cabeza que le hace apretar los ojos cerrados por unos minutos, un hilo de sangre caliente le recorre la frente por lo que se lleva una mano temblorosa a la sien intentando ubicar la herida, al tocar con dedos torpes un corte no muy profundo recibe una fuerte punzada de dolor. Al ver todo borroso intenta agudizar el oído para ser capaz de ubicarse por lo que escuche, pero aún sigue tan aturdido que no percibe nada, solo espera que no sea permanente, aunque debe estar más que agradecido de seguir con vida, esa explosión podría haberlo matado con facilidad. El General apoya las manos en el piso en un esfuerzo por levantarse, pero los brazos ni siquiera son capaces de soportar su peso y vuelve al piso golpeando el pecho contra los escombros, mueve sus piernas comprobando que están igual de débiles que sus miembros superiores. Con una expresión seria mira a su alrededor con su recuperada visión, aprieta los labios al ver parte de los cuerpos
—¿De nuevo frente a la puerta Pastor? ¿Espera a alguien más? —pregunta Bernardo con un tono de broma. —No, Ber. Solo me pregunto qué tiene planeado el Señor, sé que esto no es solo un reencuentro familiar, hay algo más detrás de todo esto, y quisiera ser capaz de ver lo que es —responde el ministro sin desviar la mirada de la puerta. —Supongo que es muy curioso que él haya venido justo ahora —reconoce Bernardo rascándose su cabeza de corto cabello negro. —Algo lo hizo regresar, y no es solo su familia. Cada uno de nosotros somos parte de un plan que ha comenzado a rodar sus engranajes desde hace mucho tiempo, solo espero que seamos capaces de cumplir nuestro papel cuando llegue el momento —comenta el Pastor rascándose la barba negra que le ha comenzado a cubrir el rostro. Unos sollozos femeninos procedentes del exterior alarman a los dos hombres que cruzan sus miradas extrañados, por un minuto se quedan paralizados, considerando si ha sido la imaginación de sus mentes cansada
Belial se encuentra sentado en su sillón en medio de la sala de mando de la nave, los operarios en su mayoría parecidos a enormes lagartos de forma semihumana, teclean frente a los monitores recolectando información brindada por las miles de naves esparcidas alrededor de todo el mundo humano. El líder se mantiene con la cabeza gacha y la mirada perdida, frunce el ceño en su intento por poner en orden los pensamientos que revolotean en su mente. Su prominente trono creado para transmitirle confianza, para dejar en claro que él es superior a todos, ya no es capaz de lograr su cometido de brindarle confianza y hacerle sentir que esta por encima de toda otra criatura terrenal o espiritual.El plan perfecto que había trazado tan cuidadosamente durante siglos, en el que proyectó hasta la más pequeña consecuencia, empieza a presentar pequeñas brechas, diminutas fisuras, casi insignificantes, de tan poca importancia que serían desestimadas por otros líderes, pero no por él. Él es cuidadoso
En el refugio de la iglesia el grupo se ha dedicado a hacer los preparativos para su búsqueda de provisiones, decididos a arriesgar sus propias vidas para lograr el bienestar de su familia. El nerviosismo y el temor parece encogerles el estomago impidiéndoles aceptar la comida que Mabel les insiste ingerir para tener fuerzas para tan peligrosa misión.Sin embargo el Pastor ha decidido salir fuera del sótano, se encuentra sentado en la vereda sobre un gran escombro que solía formar una de las columnas de la entrada. Con la mirada taciturna contempla ese barrio reducido a ruinas, puede recordar a cada familia a las que le dedicó tantos años de trabajo y sacrificio.Recuerda a ese joven matrimonio que vivía al lado de la iglesia, cada día se escuchaban sus gritos, sus discusiones, los portazos, los niños llorando. Era una familia que estaba quebrándose y a punto de destruirse, unos niños que quedarían marcados para el resto de su vida, un hogar que parecía ya no tener remedio. Hasta qu
Tony mira hacia afuera a través del hueco de una pared del refugio improvisado en el que se han escondido para recuperar fuerzas. Puede ver que el día comienza a ponerse más oscuro, la noche está llegando, y por la lluvia que se ha convertido en una cortina de agua no puede ver nada a más de medio metro. Si bien no se siente muy cómodo de quedar sin un buen campo de visión, puede ser una ventaja para esconderse de los invasores que se den a la tarea de buscarlos en represalia por haber derribado una de sus naves. Con los labios apretados en una fina línea evalúa los efectos devastadores de la batalla y las posibilidades de resistir un nuevo ataque, y como de costumbre las probabilidades no están a su favor. Se masajea la sien con los dedos intentando calmar el dolor que aun persiste en su cabeza, todo lo que ha sucedido en las últimas horas sería suficiente para derrumbar la mente de una persona, pero él no se lo puede permitir, debe permanecer alerta por el bien de sus hombres. —H
Desde el umbral de la puerta del sótano el Pastor contempla las ruinas de su barrio empapadas por las gotas de la lluvia, las observa sintiendo una fuerte esperanza hinchándole el pecho, dentro de su corazón todo parece haber renacido, como cuando la lluvia cae sobre la tierra asolada por la sequía. En esas ruinas que formaban un vacío dentro de él, ahora ve la oportunidad de reconstruir, de renovar, de restaurar. Está convencido de que existe la esperanza de un mañana, teniendo la certeza de que el enemigo les teme, aunque no está seguro del motivo. —Ya vamos a salir Pastor —anuncia Víctor parándose detrás de él con su campera de cuero prendida hasta el cuello.—Esta bien, ha llegado el momento. Pero antes necesito saber algo que me he preguntado desde que llegaste. ¿Por qué decidiste volver hijo? —pregunta el Pastor volteándose para mirarlo fijamente a los ojos.—Por mi hijo, por mi familia, supongo que tenía la esperanza de poder recuperar lo que perdí —responde el escritor enc
Marcos es arrojado sin piedad hacia el interior de una reluciente celda por el guardia que le dedica una sonrisa burlona. Cae sin siquiera lograr apoyar sus manos en el piso para amortiguar la caída, rueda en el suelo hasta soltar un quejido al sentir el impacto contra la dura superficie de la pared. Punzadas de dolor son emitidas por sus huesos magullados, haciéndole soltar un par de lágrimas que no le es posible contener. Mordiéndose el labio y con los ojos cerrados logra sentarse en el frio piso de metal apoyando la espalda en la pared, lanza una mirada llena de rabia hacia su guardia que por alguna razón sigue con los ojos clavados en él con una sonrisa burlona.—Me alegra que estés disfrutando del espectáculo maldito engendro —dice Marcos arrugando la nariz con asco negándose a mostrarse frágil.—Eso no es nada comparado con lo que te espera. Aunque por desgracia no podré verlo, el Carcelero se toma su trabajo muy personal, así que no admite la presencia de nadie más que de él