Marcos es arrojado sin piedad hacia el interior de una reluciente celda por el guardia que le dedica una sonrisa burlona. Cae sin siquiera lograr apoyar sus manos en el piso para amortiguar la caída, rueda en el suelo hasta soltar un quejido al sentir el impacto contra la dura superficie de la pared. Punzadas de dolor son emitidas por sus huesos magullados, haciéndole soltar un par de lágrimas que no le es posible contener. Mordiéndose el labio y con los ojos cerrados logra sentarse en el frio piso de metal apoyando la espalda en la pared, lanza una mirada llena de rabia hacia su guardia que por alguna razón sigue con los ojos clavados en él con una sonrisa burlona.—Me alegra que estés disfrutando del espectáculo maldito engendro —dice Marcos arrugando la nariz con asco negándose a mostrarse frágil.—Eso no es nada comparado con lo que te espera. Aunque por desgracia no podré verlo, el Carcelero se toma su trabajo muy personal, así que no admite la presencia de nadie más que de él
—¿Algo nuevo afuera? —pregunta Tony a Norman que está en su turno de guardia sentado junto al hueco por donde vigilan.—No señor, lo único relevante es que la tormenta está pasando, el cielo está casi despejado. Pero ¿Por qué está levantado? Su turno es a las cinco, le queda más de una hora para descansar —reclama el soldado mirando las ojeras en el rostro de su líder.—No he podido dormir más que unos minutos, en mi cabeza no deja de darme vueltas esas granadas brillando en la mano de Vocal —contesta Tony con la mirada gacha intentando recordar, tratando de revivir ese momento, pero por más que lo intenta parece estar bloqueado.—Creo que eso ronda en las mentes de todos, pero los recuerdos están algo borrosos por la explosión —responde Norman encogiendo los brazos al reconocer que no puede ser de gran ayuda.—Es que al recordar ese brillo, ese destello de luz pura, hay algo extraño en eso, algo que mi mente quiere que comprenda. Y no es para menos en esa luz está la clave del a
Ayelén camina detrás de sus compañeros con los labios apretados, estaba segura que el escritor iba a elegir ir con ella, sobre todo con la atracción que hay entre ellos. Pero por alguna razón él decidió evitarla, y lo más probable es que se deba a esa amargada de Elizabeth, ha conocido varias mujeres como ella que no saben lo que quieren y por ende no dejan que los demás hagan su vida. Esa muchacha necesita que alguien le ponga los puntos, y deje de comportarse como una niña caprichosa.—Es una gran bendición tener este lugar tan cerca, y parece que somos los primeros en venir —dice el Pastor con una gran sonrisa.—Usted siempre ve bendiciones en todos lados. Aunque no puedo negar que casi siempre termina teniendo razón —responde Ber juntando unas bolsas de papas fritas que serán bien recibidas por los niños.—Eso es porque siempre hay una bendición detrás de todo lo que sucede, la diferencia está entre aquel que lucha por obtenerla, o el que se tira a morir sintiendo lástima por s
Un escalofrío recorre la espalda de Marcos, con la mirada desorbitada siente como si lo hubieran empujado a un abismo oscuro en el que no para de caer. Siente el dolor de una herida que creía cerrada hace tiempo en su corazón, su mente es asaltada por recuerdos oscuros que quisiera haber olvidado. Su respiración se agita, sus ojos que mantiene cerrados comienzan a llenarse de lagrimas, una dolorosa presión le estruja el corazón. Marcos abre los ojos frente a una pulida puerta de algarrobo soltando un suspiro, se siente extraño, ve su mano sobre el picaporte dorado, pero es como si no tuviera control sobre su cuerpo, como si fuera solo un espectador, incluso es ajeno a los pensamientos que vienen a su mente. Vacila en decidir si entrar o simplemente golpear la puerta, la nota que le tocó hacer en Vietnam debía durar una semana, pero se ha convertido en dos largos meses en los que no ha podido establecer la mínima comunicación con su esposa. Sabe lo que se va a encontrar al entrar,
Barrios y Sánchez apuntan con sus armas a la criatura que permanece junto al cuerpo decapitado de Rivas, mientras que Norman y Tony dirigen sus armas al otro ser que ha aparecido intentando tomarlo por sorpresa. Retienen el impulso de llorar ante la pérdida de otro camarada, pero no pueden darse el lujo de empañar su vista con lagrimas. Esas cosas parecen muy diferentes de los murciélagos a los que han matado con facilidad, y probablemente sean mucho más difíciles de matar. —Fuego escape! —ordena Tony comenzando a descargar el cargador del arma en la criatura a medida que retrocede con pasos lentos.Los soldados no dudan en acatar la orden de su líder, con furia balean a ambas criaturas alejándose paso a paso para poner la mayor distancia posible entre esas cosas y ellos. El olor a pólvora y los cañones humeantes de las armas llenan el aire, un aire que se llena también de tensión por esos soldados que aprietan los labios al ver que las criaturas no caen, los cuerpos de las bestia
Mabel pone una manta de lana sobre los dos niños que se han dormido en un colchón que han formado con ropas que habían recolectado en el sótano para donar a las familias de pocos recursos. Acaricia con cariño los cabellos de su pequeño sonriendo con un poco de melancolía, siempre había escuchado que ningún padre debería sepultar a su hijo, pero ella ni siquiera tuvo esa oportunidad, no tuvo la oportunidad de despedirse. Su esposo le había dicho la noche anterior que si Víctor pudo sobrevivir, sus hijos aún podrían estar con vida, pero ella sabe la verdad, su instinto materno le dice que ellos ya no están. Sabe que no tiene sentido aferrarse a una esperanza sin sentido, debe ocuparse y proteger de los que aún están a su lado, a pesar de que cada mañana parece más difícil levantarse, pero no puede derrumbarse, su hijo y su esposo dependen de ella, la necesitan, y eso es lo que le da un sentido para seguir.—Ya se han quedado dormidos, para cuando despierten ya los demás van a estar de
Al escuchar el grito del Pastor, Kevin y Víctor sueltan las bolsas con provisiones y comienzan a correr hacia donde creen que ha provenido el grito. Cruzan desesperados a través de finos pasillos formados por las estanterías y los restos del edificio, el grito retumba en sus oídos haciendo que sus mentes divaguen con lo que se encontrarán, ¿Será un hombre que los atacó, o quizás un invasor ha aparecido? Víctor que por su cuerpo más delgado ha dejado atrás a Kevin, entorna los ojos al parecerle distinguir al Pastor arrodillado junto a alguien recostado en el piso de mosaicos, al estar a solo unos pasos de sus compañeros su corazón parece detenerse al notar bajo la luz de la linterna un charco de líquido debajo del que ahora es capaz de reconocer como Bernardo. El escritor baja la velocidad arrastrando sus últimos pasos, siente como si cada pizca de energía lo hubiese abandonado, escuchando solo el sonido de su respiración recorre los últimos pasos mirando con impotencia al Pastor que
Marcos cae de rodillas en el piso del calabozo sintiendo con indiferencia el golpe en sus rodillas, clava la mirada en la cicatriz de su muñeca que le recuerda cuan vencido se sintió en ese entonces, como se sintió morir, como deseó tanto el silencio de la muerte. Las lagrimas que empañan sus ojos apenas le permiten distinguirla, hasta le parece sentir un escozor, casi una molestia que ruega que alivien.—Estás en la misma situación, o incluso peor. Deja de aferrarte a una vida que solo te ha hecho sufrir, que ha sido siempre injusta y dura contigo —susurra Depresión con la voz carente de emociones.—No, no voy a darme por vencido de nuevo, no voy a dejar que me manipules de nuevo —responde Marcos intentando hablar a pesar de sentir la garganta seca.—Tony ya debe estar muerto en las garras de nuestros rastreadores, tu mundo ha caído sin poder resistir siquiera una semana, la humanidad está a solo un paso de su extinción. Todo acabó, no hay nada que puedas hacer que cambie esto