—Pastor, tiene que comer algo —aconseja Bernardo pasándole un frasco de conservas.Han pasado dos horas desde el derrumbe que bloqueó la puerta, ya no hay posibilidad de volver a salir al exterior. Lo cual produce un gran alivio en Bernardo, su corazón no tan joven va a agradecerle la falta de conmociones, pero no puede decir lo mismo del Pastor que se ha mantenido en un silencio sepulcral. —¿Cómo puedo sentarme a comer cuando allí afuera hay gente que ni siquiera tiene unas migajas que llevarse a la boca? —responde el Pastor sentado en el piso con la mirada fija en la puerta, simplemente siente que debe permanecer allí, aun a pesar que su corazón decepcionado sigue lamentando haber perdido a ese muchacho.—No tiene caso seguir dándole vueltas a lo que sucedió, no hay forma de que movamos esos escombros desde aquí dentro. Nadie entrará y sin duda ninguno de nosotros podrá volver a salir —dice Bernardo sonando algo duro para su gusto, pero intentando ser realista.—¿Por qué nos ha
Una extraña e inmensa maquina atraviesa el cielo de la silenciosa Olavarría, pasa con indiferencia por encima del comedor que era utilizado como refugio, el cual humea y arde envuelto en llamas como si fuera un holocausto, aunque en esencia eso ha sido, nadie parece haber escapado de la explosión causada por el hijo del Tirano.—Los humanos son tan fáciles de controlar, solo hay que darles un poco de poder y pronto estarán tan hambrientos de más que se vuelven capaces de todo —susurra el líder de la invasión mirando la pantalla que muestra la estructura consumiéndose.—Son muy predecibles, aunque mi señor, no soy capaz de entender porque los mantuvimos tanto tiempo con vida —cuestiona un sirviente encorvado sin atreverse a levantar la vista.—¿Por qué crees que en vez de ir a Nueva York, a Londres, o a Hong Kong, he decidido venir a esta pequeña ciudad? —pregunta el líder irguiendo la espalda en su sillón de oro en el centro de la sala de control.—Esa es una pregunta que muchos
—¡Vamos soldados, a formarse, este mundo no se va a salvar solo! —resuena la voz gruesa de Tony en el cuartel.Los soldados obedecen al instante, y en solo unos segundos están formados en una pulcra hilera. Con la espalda recta y los mentones levantados miran al General que camina de una punta a otra de la hilera inspeccionándolos, el hecho de que sea el fin del mundo no lo ha hecho olvidarse de los formalismos. Son solo quince hombres, un numero que no parece muy alentador, nadie en su sano juicio podría imaginar que puedan representar resistencia a los invasores. Sobre todo sabiendo que todos los grandes ejércitos del mundo fueron destruidos sin mucho esfuerzo en cuestión de minutos, pero los pechos de estos hombres están hinchados de orgullo, y junto a sus miradas firmes logran transmitir un espíritu de resistencia, una esperanza. No se ve duda, ni cobardía en sus ojos, sus rostros no expresan vacilación alguna, transmiten un claro mensaje: "La humanidad aún resiste, y luchará p
El grupo de soldados avanza sigilosamente en una hilera de dos en dos a través de las penumbras de una mañana tormentosa, los negros nubarrones han cubierto el cielo dejando caer una fina llovizna que empapa rápidamente los impermeables de los valientes hombres. El aire expulsado de sus bocas se convierte en una estela de vapor ante el frío clima, aunque el paso rápido que llevan los ayuda a mantener sus cuerpos en calor.—Un día perfecto para dar un paseo, me recuerda a cuando nos entrenaban—comenta Rivas a su compañero sintiendo el agua corriendo por el rostro.—Recuerdo mucho más lodo, y estábamos muy lejos de tener algo parecido siquiera a estos impermeables, pero con suerte esta lluvia servirá para interferir la vista de esas malditas naves —responde Barrios tratando de seguir el paso de los apresurados soldados.—No es la manera en que me gustaría pasar una tarde de lluvia, eso te lo puedo asegurar —se queja Rivas con una sonrisa de picardía. —Oh claro, ¿Te esperaba una ta
Bernardo no puede apartar sus ojos lagrimosos de su sobrino, por su mente nunca le pasó que el Pastor pudiera tener razón, había permanecido incrédulo ante la sola idea de que pudiera aparecer alguna persona, pero allí está frente a él. Con las manos temblorosas aprieta entre sus brazos al muchacho en un fuerte abrazo, él prácticamente había criado a ese muchacho, fue quien lo guio en cada decisión importante aún cuando no deseaba escucharlo. Verlo aún con vida le reconforta su angustiado corazón, hasta ese momento estaba seguro de haber perdido a sus hijos, pero Víctor enciende la esperanza de que ellos aún estén allí afuera. —No puedes hacerte una idea de la alegría que me da verte hijo —exclama Bernardo sin soltarlo.—No fue nada fácil llegar, pero esto supera las expectativas que tenía —responde el muchacho con la voz ahogada.Víctor cierra los ojos ante el fuerte apretón de su tío, los huesos y músculos de su cuerpo golpeado responden con una descarga de dolor ante el agarre
Bernardo no puede apartar sus ojos lagrimosos de su sobrino, por su mente nunca le pasó que el Pastor pudiera tener razón, había permanecido incrédulo ante la sola idea de que pudiera aparecer alguna persona, pero allí está frente a él. Con las manos temblorosas aprieta entre sus brazos al muchacho en un fuerte abrazo, él prácticamente había criado a ese muchacho, fue quien lo guio en cada decisión importante aún cuando no deseaba escucharlo. Verlo aún con vida reconforta su angustiado corazón, hasta ese momento estaba seguro de haber perdido a sus hijos, pero Víctor enciende la esperanza de que ellos aún estén allí afuera. —No puedes hacerte una idea de la alegría que me da verte hijo —exclama Bernardo sin soltarlo.—No fue nada fácil llegar, pero esto supera las expectativas que tenía —responde el muchacho con la voz ahogada cerrando los ojos ante el fuerte apretón de su tío, los huesos y músculos de su cuerpo golpeado responden con una descarga de dolor ante el agarre que parec
—Que gran bendición nos ha dado el Señor de bridarnos este refugio, podemos decir como David: Jehová te guardará de todo mal, él guardará tu alma —dice el Pastor con una sonrisa que le ilumina el rostro cansado.—Nunca imaginé encontrarlos, solo tenía en mente llegar hasta aquí para refugiarme —susurra Víctor mirando con una sonrisa cada rostro, la cual se borra de sus labios al mirar a Kevin.—Dios siempre tiene un propósito detrás de todo lo que hace, y sobre todo lo que hará. Has llegado hasta nosotros porque así él lo había determinado —responde el Pastor dirigiéndole una mirada de complicidad.Víctor voltea el rostro ante esa mirada que parece escudriñar su corazón, con cierta incomodidad tiene la sensación de que el Pastor sabe las razones por las que ha vuelto. Solo que no es capaz de determinar si eso es bueno o un inconveniente, no está seguro de querer que alguien más sepa lo que le ha tocado pasar. Cierra los ojos con fuerza intentando desaparecer la imagen del fuego y l
En el cuartel Marcos está de rodillas sosteniéndose con las manos apoyadas en el piso, respirando con esfuerzo al sentir que el humo impregnado en su nariz, cierra los ojos con molestia al resonarle un pitido en la cabeza. La explosión lo ha dejado tan aturdido que no es capaz de oír nada, desorientado mira a su alrededor intentando hacerse una idea de lo que ha ocurrido, se ve obligado a entornar los ojos para lograr distinguir alguna forma a través del humo y el polvo, logrando ver que los muebles han quedado desparramados a lo largo de la sala junto a algunos pedazos de ladrillos.Comienza a avanzar con cautela gateando con la cabeza gacha, aunque sin ser capaz de ubicar en qué dirección va. Su mano choca con la suela de la bota de uno de los soldado provocando que una oleada de miedo le recorra el cuerpo al ver al hombre tirado en el piso con medio cráneo hundido. Tragando saliva con dificultad se queda paralizado, sintiendo una presión en el pecho que le hace la respiración