Sofía contempla la mansión iluminada con luces de colores en el que se va a desarrollar la fiesta, los setos verdes a los lados del camino de ladrillo que lleva a la entrada donde un enorme arco de flores blancas da entrada al interior de la casona. Considerando que si no fuese importante para Santiago no estaría allí, sobre todo cuando Eric aún la necesita, aunque se dice a sí misma que él deberá encargarse de sus asuntos por su lado, al menos hasta que ella pueda primero pueda acabar con sus propios enemigos.—Estás tan hermosa, creo que en los años que llevo asistiendo no he visto a nadie que haya estado siquiera la mitad de bella de lo que estás —halaga Santiago enlazando su brazo al de su novia, con el pecho inflado de que ella sea su pareja.—La noche aún es joven, creo que deberías guardarte algunos de esos halagos para más adelante —murmura la mujer esbozando una sonrisa divertida mientras trata de ignorar las miradas admiradas que se voltean al entrar al salón entelado de bl
—El hecho de que esté embarazada no quiere decir que no pueda cuidarme, y mucho menos que tenga que tener a un par de gorilas siguiéndome para todos lados —reclama Sofía dispuesta a salir vencedora de esa discusión.—Es mi trabajo protegerte a ti y a nuestro hijo, si… si algo les sucediera no sería capaz de perdonármelo nunca —sostiene Santiago mirándola casi rogando que no lo obligue a dejar de cuidarla.—Sé que quieres lo mejor para nosotros, pero no puedes invadir mi vida solo por ser… paranoico, no quiero sentirme una especie de prisionera a la que están controlando las veinticuatro horas del día —expone la mujer tratando de hacerle comprender como se siente, como la ven las otras personas.—Me pides que corra un riesgo inmenso —murmura el mafioso soltando un largo suspiro al saber que ella no dará brazo a torcer en ese enfrentamiento.—Te pido que me dejes vivir mi vida y tener mi privacidad, ya no quiero tener a nadie atrás mío —plantea la mujer no importándole tener que teñ
—No me siento cómoda con la idea de tener que confiar en una completa extraña —protesta Sofia sentada en el interior de un vehículo tomando fotografías a una pareja que sale de un edificio de estilo colonial.—No es como que tengamos demasiadas opciones, ¿No crees? —replica Santiago cruzando en una base de datos las fotografías tomadas por su compañera para identificar a cada persona.—La opción de ser cuidadoso siempre debe ser primordial, nunca puedes estar seguro de cuándo se están aprovechando de tus sentimientos para engañarte —advierte la mujer que por alguna razón siente que no puede confiar en esa mujer, incluso cuando no ha encontrado nada reprochable sobre ella.—¿Es eso o te incomoda la relación que tuvo conmigo? —plantea el Detective arqueando una ceja con una mezcla de reclamo y diversión.—¿Acaso estás insinuando que estoy celosa? —recrimina Sofia endureciendo su expresión ante ese tonto planteo.—Pues es lo que parece, quizás intentas disfrazarlo de “precaución”,
Los primeros rayos de luz matutina se filtran a través de la persiana de una habitación en la que el sonido de una alarma se esfuerza por despertar a su dueño, una perezosa mano tantea la mesa de luz hasta lograr dar con el teléfono y desactivar el molesto ruido. El hombre se revuelve entre las arrugadas sábanas blancas que dan cuenta de lo mucho que se ha movido durante la noche, aun recostado mira con los ojos entreabiertos la puerta del baño, considerando si vale la pena levantarse.—¡Te advertí que no te descuidaras, Eric! —exclama un muchacho de mirada desorbitada parado a solo unos pasos de la cama con un encendedor en la mano.Eric se sienta de un salto en la cama sacando su arma de debajo de la almohada con la respiración agitada, apunta al intruso preparándose para apretar el gatillo sin un dejo de duda, pero al parpadear el maniático muchacho se esfuma en el aire. El hombre cierra los ojos mordiéndose el labio, ha sucedido de nuevo, pasándose la mano por el rostro sudoros
Eric estaciona su auto a la entrada de la casa de su padre, golpetea el volante con los dedos soltando un suspiro sombrío. Ha pasado mucho tiempo desde que vio a Samuel por última vez, no se puede decir que sean hermanos muy unidos, de hecho cuanto más distancia los separa mejor se llevan. Siempre ha sido así, desde niños, en la casa siempre se oían sus peleas por cualquier cosa. El simple hecho de que uno hubiese mirado al otro de mala manera era suficiente para desencadenar una lucha en la que sus padres debían intervenir rápidamente, a decir verdad no es capaz de explicar esa relación tan poco amena entre ellos, no hay un motivo concreto que justifique la poca amenidad que sienten el uno por el otro, simplemente ese… rechazo está ahí.Siente el impulso de volver a encender el vehículo y volver a su departamento a seguir dándole vueltas a su caso, pero no quiere decepcionar a su padre, él más más nadie ha dedicado su vida para criarlos y darles una buena vida. Le debe a ese hombre
—¿Y qué tal estuvo la dichosa cena? —pregunta Lorenzo sonriendo con una taza de café entre las manos.—Tan mal como todas las anteriores, mi padre ya debería resignarse a que algo vaya a ser diferente —responde Eric hojeando los papeles que cubren por completo el escritorio de su despacho.—El pobre no debe perder la esperanza de que sus hijos dejen de llevarse como si fueran enemigos, aunque debe ser realmente irritante tener como hermano a un sabelotodo que se cree la reencarnación de Freud —confiesa Lorenzo logrando que su amigo sonría levemente.—Quiero creer que Samuel tiene buenas intenciones, pero no es una tarea fácil darle la razón. Soy capaz de lidiar con mi vida sin que él tenga que decirme cómo debo comportarme, el problema de los psicólogos es que creen que saben como todo a su alrededor debe funcionar, soberbios y testarudos —afirma el Detective apretando los labios con disgusto.—En todo caso, creo que deberían hacer un esfuerzo por el pobre Rafael, ese hombre es un
—“Irá ascendiendo hasta llegar a la cabeza misma de esta nación” —lee Eric por enésima vez caminando de un lado a otro de la cocina. Se detiene apoyando los brazos sobre la mesa para releer la carta y pasar la mirada a la libreta en la que ha hecho garabatos de todo posible indicio que pueda obtener de ese escrito. Aunque hasta el momento solo puede deducir lo que ya sabe, está lidiando con una persona que ha sido defraudada por el sistema, y por ende ha decidido tomar la justicia en sus propias manos. Una persona inteligente, por cierto, lo suficientemente meticulosa y organizada como para no dejar ni un solo rastro de su presencia, alguien sin mucho para perder al tomar la decisión de arriesgarse a tomar las vidas de la gente poderosa. —¿Por qué aquí y por qué ahora? —se pregunta el Detective relamiéndose los labios, tomando el bolígrafo anota en su libreta “Fallos judiciales". Ese parece ser un buen inicio para buscar, algo que marcó profundamente al asesino, que lo decepcionó,
Eric toma un sorbo de su taza de café hojeando el periódico, incluso hasta con una sonrisa en los labios. Hace tiempo que no se levantaba de buen humor, tanto tiempo que hasta había olvidado lo que se sentía, nunca se hubiese imaginado que Sofía fuera tan maravillosa. Aunque ese grato momento de paz y tranquilidad se ve interrumpido por su celular que comienza a sonar mostrando el nombre de Lorenzo en la pantalla.—Quisiera empezar preguntando cómo te fue anoche, galán. Pero el maldito volvió a hacer de las suyas —anuncia el policía sin mucho entusiasmo en la voz.—¿Tan rápido? ¿Quién fue esta vez? —pregunta Eric tirando el periódico en la mesa con desagrado.—El comisario Santiago Vivas de la Comisaría primera, no puedes hacerte una idea de cómo lo ha dejado —anuncia Lorenzo con pesar sabiendo el impacto de la noticia.—¡¿Qué?! ¿Un comisario? ¡Este tipo está loco! —exclama el Detective sorprendido de que el asesino se haya atrevido a ir tan lejos.—Parece que hablaba en serio en