Sintiendo el cuerpo adormecido y una fuerte puntada en el hombro, Santiago comienza a abrir loa ojos saliendo del sopor que la anestesia le ha provocado. Recuerda haber entrado al quirófano e incluso a Sofia diciéndole que todo saldría bien, pero después de eso su mente se encuentra en blanco.Su borrosa vista le muestra una silla vacía frente a él, una que un primer momento cree que ha de ser la de los acompañantes en la habitación del hospital, pero a medida que su campo de visión va mejorando ve que se encuentra en una especie de depósito.—¿Qué demonios? —murmura el Detective tratando de conseguir la completa lucidez para comprender lo que está sucediendo.Al intentar refregarse los ojos para poder observar mejor lo que lo rodea, un escalofrío le recorre el cuerpo al notar que sus manos están atadas a su espalda. Con alarma y sintiendo la respiración agitada comienza a buscar alguien que le diga lo que está sucediendo, sin embargo parece ser la única persona en ese lugar.—¡¿
—Señor Rinaldi, debe calmarse… esto puede solucionarse de otra manera… no hay necesidad de hacer una locura —declara Emma levantando las manos a la vez que intenta que la voz no le tiemble demasiado.—Solo hay una forma de solucionar esto, es increíble que crean que pueden engañarme solo con una sonrisa bonita y un lindo trasero. No he llegado hasta donde estoy por ser fácil de engañar —indica el mafioso con aire de superioridad, tratando de determinar si esa gente viene de parte de la policía o de uno de sus rivales.—Señor, no estamos aquí para perjudicarlo, yo solo quiero saber qué pasó con mi hermano, con Arturo Ramos, él tenía conexión con usted y terminó muerto en circunstancias que no son claras —confiesa Santiago apartándose de la caja fuerte en un intento por evitar que Sofia salga lastimada.—Ese es terreno pantanoso, muchacho. Si hubieses sido inteligente te habrías mantenido lejos de ese asunto, pero ya es tarde para que tomes esa decisión —declara Rinaldi arrugando la
—¡Rinaldi está muerto, dos disparos en el pecho! —anuncia Sofia entrando en la habitación del motel con un par de vasos de café y un periódico en la mano.—¿Qué? ¿Cómo es posible? Estaba vivo cuando nos fuimos —exclama Santiago tomando el periódico para ver la noticia que habla de la muerte y tortura del empresario al encontrarlo con un abrecartas atravesándole la mano.—Lo estaba, pero quizás llegó un contrincante y aprovechó la oportunidad, o no lo sé, aunque no me importa tanto que esté muerto, sino que se llevó lo que sabia a la tumba —refunfuña la mujer sentándose en la cama dando un largo sorbo a su café para tragar esa mala noticia.—¿Y si lo encontró esa gente a la que tanto temía? ¿Crees que ellos ya sepan sobre nosotros? —interroga el Detective con una expresión de alarma ante la posibilidad de tener que enfrentar a esa gente que incluso atemorizaban a un Jefe de la mafia.—No, si hubieran sido ellos habrían echo desaparecer el cuerpo —indica Sofia desestimando la idea r
—Espero que ya que hemos contado con su presencia, pueda acompañarnos en este recorrido, me gustaría escuchar de usted mismo cómo ha logrado llevar adelante este lugar —pide Sofia casi en un ruego poniendo su mejor sonrisa persuasiva para conseguir su propósito.—Creo que podría tomarme un descanso del trabajo —acepta Pacheco con una media sonrisa enlazando su brazo en el de la visitante.—¡Oh, pero que honor! ¡No perdamos el tiempo entonces! —exclama la seductora mirando a Martha que sorprendida ante la inesperada compañía de su Jefe tarda unos segundos en reaccionar y conducirlos hacia el patio en donde se escuchan los gritos y risas de los niños.—Desde que he entrado no he podido evitar preguntarme cómo logra llevar todo esto adelante, ya el mantenimiento del edificio ha de ser un gran gasto —pregunta Santiago caminando al lado del Contador para evitar que se forme demasiada intimidad entre él y Sofia.—Como todo en la vida solo demanda una buena administración, si bien contam
—¿Y crees que es sensato confiar en ella? —pregunta un hombre de gafas cuadradas tecleando en su computadora.—No lo sé, Amanda siempre fue alguien dedicada a su trabajo, por lo que me inclino a creer que no podría ser parte de ese mundo oscuro de corrupción. Pero a la vez hay algo que me inquieta, no puedo terminar de creer que nos cruzamos por pura casualidad —murmura Santiago tomando un sorbo de su lata de cerveza mientras espera que su amigo logre chequear la información que le ha brindado.—Te has encontrado con que estás rodeado con gente de doble cara, así que no te puedes recriminar por tu desconfianza, pero… ¿Y si tu desconfianza resulta tener su base en tu orgullo herido? —expone el amigo con la cruda franqueza que suele caracterizarlo, producida sobre todo por su poca interacción con personas físicas.—¿Ósea de que si estoy siendo despechado? ¡Claro que no! Hace mucho tiempo que superé… eso, Diego! Aunque admito que hubiese preferido que siguiese siendo parte de mi pasad
Sofía contempla la mansión iluminada con luces de colores en el que se va a desarrollar la fiesta, los setos verdes a los lados del camino de ladrillo que lleva a la entrada donde un enorme arco de flores blancas da entrada al interior de la casona. Considerando que si no fuese importante para Santiago no estaría allí, sobre todo cuando Eric aún la necesita, aunque se dice a sí misma que él deberá encargarse de sus asuntos por su lado, al menos hasta que ella pueda primero pueda acabar con sus propios enemigos.—Estás tan hermosa, creo que en los años que llevo asistiendo no he visto a nadie que haya estado siquiera la mitad de bella de lo que estás —halaga Santiago enlazando su brazo al de su novia, con el pecho inflado de que ella sea su pareja.—La noche aún es joven, creo que deberías guardarte algunos de esos halagos para más adelante —murmura la mujer esbozando una sonrisa divertida mientras trata de ignorar las miradas admiradas que se voltean al entrar al salón entelado de bl
—El hecho de que esté embarazada no quiere decir que no pueda cuidarme, y mucho menos que tenga que tener a un par de gorilas siguiéndome para todos lados —reclama Sofía dispuesta a salir vencedora de esa discusión.—Es mi trabajo protegerte a ti y a nuestro hijo, si… si algo les sucediera no sería capaz de perdonármelo nunca —sostiene Santiago mirándola casi rogando que no lo obligue a dejar de cuidarla.—Sé que quieres lo mejor para nosotros, pero no puedes invadir mi vida solo por ser… paranoico, no quiero sentirme una especie de prisionera a la que están controlando las veinticuatro horas del día —expone la mujer tratando de hacerle comprender como se siente, como la ven las otras personas.—Me pides que corra un riesgo inmenso —murmura el mafioso soltando un largo suspiro al saber que ella no dará brazo a torcer en ese enfrentamiento.—Te pido que me dejes vivir mi vida y tener mi privacidad, ya no quiero tener a nadie atrás mío —plantea la mujer no importándole tener que teñ
—No me siento cómoda con la idea de tener que confiar en una completa extraña —protesta Sofia sentada en el interior de un vehículo tomando fotografías a una pareja que sale de un edificio de estilo colonial.—No es como que tengamos demasiadas opciones, ¿No crees? —replica Santiago cruzando en una base de datos las fotografías tomadas por su compañera para identificar a cada persona.—La opción de ser cuidadoso siempre debe ser primordial, nunca puedes estar seguro de cuándo se están aprovechando de tus sentimientos para engañarte —advierte la mujer que por alguna razón siente que no puede confiar en esa mujer, incluso cuando no ha encontrado nada reprochable sobre ella.—¿Es eso o te incomoda la relación que tuvo conmigo? —plantea el Detective arqueando una ceja con una mezcla de reclamo y diversión.—¿Acaso estás insinuando que estoy celosa? —recrimina Sofia endureciendo su expresión ante ese tonto planteo.—Pues es lo que parece, quizás intentas disfrazarlo de “precaución”,