El amanecer trajo consigo un aire denso, cargado de incertidumbre y expectación. Los preparativos avanzaban a toda velocidad en el refugio. Todos los hombres y mujeres capacitados estaban armados y ocupaban sus posiciones estratégicas, mientras el resto de la comunidad se refugiaba en los túneles subterráneos que se habían habilitado como búnkeres.Agatha se encontraba en una de las torres de vigilancia, observando el horizonte a través de unos prismáticos. Aunque había insistido en participar activamente, Samer se había negado rotundamente a que estuviera en la primera línea de defensa. Aun así, no podía quedarse al margen.—¿Ves algo? —preguntó Khaled, subiendo por la escalera metálica con un rifle al hombro.Agatha negó con la cabeza, sin apartar la mirada del paisaje.—Nada todavía. Pero algo no se siente bien.Khaled se apoyó en la barandilla, mirando hacia el este, donde el terreno plano ofrecía una vista clara.—Mansoor no es de los que atacan directamente. Si viene, lo hará de
La suave luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, llenándola de un resplandor cálido y apacible. Agatha estaba sentada en el borde de la cama, sus dedos trazando distraídamente el borde de la sábana mientras intentaba procesar los eventos de la noche anterior. Los ecos de sus conversaciones y las emociones intensas aún resonaban en su mente, como un torbellino imposible de ignorar.Samer estaba frente a ella, recostado contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho. Su expresión era tan inescrutable como siempre, pero había algo en la forma en que la miraba, una mezcla de determinación y vulnerabilidad que Agatha nunca antes había visto.—Anoche... —empezó Agatha, rompiendo el silencio—. Dijiste cosas que nunca pensé que escucharía de ti.Samer no respondió de inmediato. Su mirada se desvió hacia la ventana, donde los rayos del sol pintaban el cielo de tonos dorados y rosados.—No suelo hablar de lo que siento —admitió finalmente, su voz baja pero firme
El impacto de las últimas horas aún latía en la mente de Agatha mientras el grupo se reaglutinaba en un salón amplio, alejado del caos del exterior. Las paredes, reforzadas con acero, ofrecían una seguridad momentánea, aunque el ambiente estaba cargado de tensión. Samer estaba frente a un monitor, revisando información mientras hablaba por teléfono en un tono que bordeaba la agresividad contenida.Agatha, sentada en una esquina, observaba a los demás miembros del equipo. Todos parecían agitados, pero enfocados en encontrar soluciones. Sentía cómo su propia incertidumbre se mezclaba con una resolución que apenas empezaba a cobrar forma. No podían permitirse el lujo de quedarse paralizados; tenían que recuperar el control de la situación.—¿Qué tenemos hasta ahora? —preguntó Agatha, levantándose y acercándose a la mesa central.Uno de los analistas del equipo levantó la vista. —Hemos identificado los puntos de acceso que utilizaron para infiltrarse. Al parecer, la red fue vulnerada desd
La noche se había cerrado sobre ellos, pero Agatha no podía escapar de las sombras que se alzaban en su mente. Mientras Samer manejaba con concentración, su mirada fija en el camino, ella no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, en las revelaciones que aún seguían sin responder.No se sentía segura, no solo por las traiciones que se habían descubierto, sino porque algo más estaba ocurriendo. Un patrón comenzaba a formarse en su mente, pero todavía no podía encajar todas las piezas. Cada pista parecía desviar su atención, y sin embargo, algo le decía que la respuesta estaba más cerca de lo que pensaba.Samer, como si percibiera la tormenta interna de Agatha, le lanzó una mirada breve antes de hablar.—Agatha, sé que esto te está afectando. Pero necesitamos mantener la calma. Solo entonces podremos pensar con claridad.Ella asintió, pero el peso en su pecho no disminuyó. ¿Por qué sentía que todo estaba diseñado para hacerlos tropezar? Como si cada decisión, cada movimiento, es
El aire en la sala era denso, cargado de tensión. Agatha sentía cómo su respiración se entrecortaba mientras observaba a Samer, quien había permanecido en silencio durante largos minutos. Los dos sabían que el momento que estaban por enfrentar sería crucial, no solo para su seguridad, sino también para la verdad que aún permanecía oculta.—Samer, ¿qué vamos a hacer ahora? —preguntó Agatha, su voz casi un susurro, pero con la determinación de alguien que ya no podía dar un paso atrás.Samer la miró intensamente, como si estuviera sopesando todas las posibilidades, evaluando cada movimiento. Su rostro, normalmente imperturbable, ahora mostraba una leve sombra de duda. Aunque había estado a la altura de las circunstancias durante toda la operación, ahora el peso de la traición los aplastaba con una intensidad inesperada.—Tenemos que ser inteligentes, Agatha. Este no es el momento para dejarse llevar por las emociones. El infiltrado está más cerca de lo que pensamos, y si no actuamos ráp
La noche estaba más oscura que de costumbre, y el aire frío parecía envolverlos en una capa de incertidumbre. Samer observaba en silencio el horizonte, como si cada estrella en el cielo tuviera una respuesta que aún no había llegado. Agatha, a su lado, no podía dejar de pensar en los próximos pasos que debían tomar. La amenaza estaba más cerca que nunca, y no podían permitirse otro error.—Lo hemos perdido —dijo Agatha, rompiendo el silencio, su voz tensa pero controlada. Se giró hacia Samer, que seguía observando la oscuridad—. El infiltrado se ha ido, y con él, las pistas.Samer finalmente se giró, sus ojos fijos en ella. Había algo en su mirada que dejaba entrever una mezcla de frustración y determinación.—No lo hemos perdido, Agatha. Solo estamos tomando un respiro. La venganza no se lleva a cabo de un solo golpe, se construye, se planea, y se ejecuta cuando menos lo esperan.Agatha asintió lentamente, aunque sabía que Samer tenía razón. Cada movimiento debía ser calculado, cada
El silencio era denso, como una capa invisible que se había posado sobre la habitación. Samer observaba la pantalla de la computadora con atención, los números y las coordenadas parpadeando ante él. Sin embargo, no podía evitar sentir que algo no estaba bien. Todo este tiempo había estado persiguiendo la verdad, pero la verdad siempre había tenido un precio.Agatha se acercó a él, su mirada preocupada, pero decidida. Podía sentir la tensión en el aire, la presión de lo que estaba por venir. Samer sabía que ya no quedaba mucho tiempo. La operación debía finalizar pronto, pero las piezas del rompecabezas no encajaban de la manera que esperaba.—¿Encontraste algo? —preguntó Agatha, rompiendo el silencio.Samer suspiró y cerró la computadora con un golpe seco. Miró a Agatha, su expresión imperturbable, pero sus ojos reflejaban la incertidumbre que sentía.—Sí, pero no lo que esperaba —respondió. Luego, se levantó y comenzó a caminar hacia la ventana. El viento nocturno se filtraba por la
El aire parecía cargado de electricidad, como si el destino estuviera suspendido en el tiempo, esperando que tomaran una decisión. Samer observaba fijamente la pantalla de su teléfono móvil, las palabras del mensaje aún retumbando en su cabeza. Habían jugado un juego peligroso, pero ahora las reglas se habían alterado por completo. Ya no luchaban solo por una causa; ahora su supervivencia estaba en juego.Agatha, con la mirada fija en él, entendió que ya no había tiempo que perder. Los ojos de Samer reflejaban una determinación fría, pero también una preocupación oculta, algo que nunca había mostrado tan abiertamente antes. Por un instante, pudo ver la vulnerabilidad detrás de su fachada.—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Agatha, con una voz grave pero serena. Había una calma en ella, una serenidad en medio de la tormenta, que no dejaba espacio para el miedo. Su tono mostraba que no estaba dispuesta a sucumbir al pánico.Samer exhaló profundamente, apartando la mirada del teléfono para c