El impacto de las últimas horas aún latía en la mente de Agatha mientras el grupo se reaglutinaba en un salón amplio, alejado del caos del exterior. Las paredes, reforzadas con acero, ofrecían una seguridad momentánea, aunque el ambiente estaba cargado de tensión. Samer estaba frente a un monitor, revisando información mientras hablaba por teléfono en un tono que bordeaba la agresividad contenida.Agatha, sentada en una esquina, observaba a los demás miembros del equipo. Todos parecían agitados, pero enfocados en encontrar soluciones. Sentía cómo su propia incertidumbre se mezclaba con una resolución que apenas empezaba a cobrar forma. No podían permitirse el lujo de quedarse paralizados; tenían que recuperar el control de la situación.—¿Qué tenemos hasta ahora? —preguntó Agatha, levantándose y acercándose a la mesa central.Uno de los analistas del equipo levantó la vista. —Hemos identificado los puntos de acceso que utilizaron para infiltrarse. Al parecer, la red fue vulnerada desd
La noche se había cerrado sobre ellos, pero Agatha no podía escapar de las sombras que se alzaban en su mente. Mientras Samer manejaba con concentración, su mirada fija en el camino, ella no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, en las revelaciones que aún seguían sin responder.No se sentía segura, no solo por las traiciones que se habían descubierto, sino porque algo más estaba ocurriendo. Un patrón comenzaba a formarse en su mente, pero todavía no podía encajar todas las piezas. Cada pista parecía desviar su atención, y sin embargo, algo le decía que la respuesta estaba más cerca de lo que pensaba.Samer, como si percibiera la tormenta interna de Agatha, le lanzó una mirada breve antes de hablar.—Agatha, sé que esto te está afectando. Pero necesitamos mantener la calma. Solo entonces podremos pensar con claridad.Ella asintió, pero el peso en su pecho no disminuyó. ¿Por qué sentía que todo estaba diseñado para hacerlos tropezar? Como si cada decisión, cada movimiento, es
El aire en la sala era denso, cargado de tensión. Agatha sentía cómo su respiración se entrecortaba mientras observaba a Samer, quien había permanecido en silencio durante largos minutos. Los dos sabían que el momento que estaban por enfrentar sería crucial, no solo para su seguridad, sino también para la verdad que aún permanecía oculta.—Samer, ¿qué vamos a hacer ahora? —preguntó Agatha, su voz casi un susurro, pero con la determinación de alguien que ya no podía dar un paso atrás.Samer la miró intensamente, como si estuviera sopesando todas las posibilidades, evaluando cada movimiento. Su rostro, normalmente imperturbable, ahora mostraba una leve sombra de duda. Aunque había estado a la altura de las circunstancias durante toda la operación, ahora el peso de la traición los aplastaba con una intensidad inesperada.—Tenemos que ser inteligentes, Agatha. Este no es el momento para dejarse llevar por las emociones. El infiltrado está más cerca de lo que pensamos, y si no actuamos ráp
La noche estaba más oscura que de costumbre, y el aire frío parecía envolverlos en una capa de incertidumbre. Samer observaba en silencio el horizonte, como si cada estrella en el cielo tuviera una respuesta que aún no había llegado. Agatha, a su lado, no podía dejar de pensar en los próximos pasos que debían tomar. La amenaza estaba más cerca que nunca, y no podían permitirse otro error.—Lo hemos perdido —dijo Agatha, rompiendo el silencio, su voz tensa pero controlada. Se giró hacia Samer, que seguía observando la oscuridad—. El infiltrado se ha ido, y con él, las pistas.Samer finalmente se giró, sus ojos fijos en ella. Había algo en su mirada que dejaba entrever una mezcla de frustración y determinación.—No lo hemos perdido, Agatha. Solo estamos tomando un respiro. La venganza no se lleva a cabo de un solo golpe, se construye, se planea, y se ejecuta cuando menos lo esperan.Agatha asintió lentamente, aunque sabía que Samer tenía razón. Cada movimiento debía ser calculado, cada
El silencio era denso, como una capa invisible que se había posado sobre la habitación. Samer observaba la pantalla de la computadora con atención, los números y las coordenadas parpadeando ante él. Sin embargo, no podía evitar sentir que algo no estaba bien. Todo este tiempo había estado persiguiendo la verdad, pero la verdad siempre había tenido un precio.Agatha se acercó a él, su mirada preocupada, pero decidida. Podía sentir la tensión en el aire, la presión de lo que estaba por venir. Samer sabía que ya no quedaba mucho tiempo. La operación debía finalizar pronto, pero las piezas del rompecabezas no encajaban de la manera que esperaba.—¿Encontraste algo? —preguntó Agatha, rompiendo el silencio.Samer suspiró y cerró la computadora con un golpe seco. Miró a Agatha, su expresión imperturbable, pero sus ojos reflejaban la incertidumbre que sentía.—Sí, pero no lo que esperaba —respondió. Luego, se levantó y comenzó a caminar hacia la ventana. El viento nocturno se filtraba por la
El aire parecía cargado de electricidad, como si el destino estuviera suspendido en el tiempo, esperando que tomaran una decisión. Samer observaba fijamente la pantalla de su teléfono móvil, las palabras del mensaje aún retumbando en su cabeza. Habían jugado un juego peligroso, pero ahora las reglas se habían alterado por completo. Ya no luchaban solo por una causa; ahora su supervivencia estaba en juego.Agatha, con la mirada fija en él, entendió que ya no había tiempo que perder. Los ojos de Samer reflejaban una determinación fría, pero también una preocupación oculta, algo que nunca había mostrado tan abiertamente antes. Por un instante, pudo ver la vulnerabilidad detrás de su fachada.—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Agatha, con una voz grave pero serena. Había una calma en ella, una serenidad en medio de la tormenta, que no dejaba espacio para el miedo. Su tono mostraba que no estaba dispuesta a sucumbir al pánico.Samer exhaló profundamente, apartando la mirada del teléfono para c
El viento helado recorría las calles vacías mientras Agatha y Samer avanzaban con cautela. Sabían que no podían confiar en nadie, ni siquiera en el mismo entorno que los rodeaba. La traición interna los había dejado vulnerables, y aunque ya no había vuelta atrás, el miedo seguía siendo una sombra persistente que los acechaba a cada paso. Las luces de los edificios cercanos parpadeaban débilmente, creando sombras alargadas que parecían seguirlos a cada rincón que giraban.Samer caminaba al frente, su mirada fija al horizonte, mientras Agatha lo seguía con paso firme, aunque con la mente llena de dudas. Habían pasado tanto tiempo ocultándose, tomando precauciones, que a veces le resultaba casi imposible recordar cómo se sentía la libertad. El infiltrado seguía siendo una amenaza, y aunque aún no tenían todas las respuestas, sabían que el tiempo se les escapaba. La sensación de estar siendo observados era insoportable. No era solo el riesgo de ser encontrados, sino el miedo a la traición
El tiempo parecía dilatarse mientras Agatha y Samer observaban la pantalla del ordenador, donde las coordenadas brillaban como una amenaza palpable. Sabían que detrás de cada cifra, cada palabra escrita, se ocultaba más que una simple ubicación. No era solo un punto en el mapa; era el centro de una red de traición que podría cambiarlo todo.Samer tomó un respiro profundo y se giró hacia Agatha, que estaba sentada frente a la mesa, con la expresión más grave que él le había visto en mucho tiempo.—¿Lo haremos? —preguntó Agatha, su voz cargada de incertidumbre. Había algo en sus ojos, algo más allá de la decisión que tenía que tomar. Era una mezcla de miedo y determinación, de querer terminar con todo, pero también de estar consciente de lo que se podría perder.—No tenemos otra opción —respondió Samer, su tono firme. Sabía que si fallaban ahora, no solo perderían lo que habían construido hasta el momento, sino que también quedaría al descubierto la profundidad de la traición que habían