La tensión en el refugio era palpable. La revelación de Hana había encendido las alarmas en todos. Los líderes de los equipos de seguridad estaban reunidos en el salón principal, rodeando una mesa donde un mapa del área estaba desplegado. Samer, de pie en la cabecera, lideraba la reunión con una expresión fría y calculadora.—Mansoor sabe que estamos aquí, o al menos sospecha lo suficiente como para preparar un ataque —dijo Samer, señalando el mapa—. Según Hana, su intención es destruir nuestra base para eliminar la resistencia de raíz.Khaled, con los brazos cruzados, miraba fijamente el mapa.—Si quieren atacar, tendrán que acercarse por el norte o el este. Son los únicos puntos con acceso suficiente para un convoy.—El norte está más expuesto —respondió Samer, marcando una línea en el mapa—, pero el terreno también es más complicado. Si intentan llegar por allí, los veremos con tiempo.Agatha, que estaba sentada a un lado, observaba en silencio mientras el plan se desarrollaba. A p
El amanecer trajo consigo un aire denso y expectante. Las defensas del refugio estaban terminadas y los equipos se encontraban en sus posiciones. Cada movimiento en el perímetro era vigilado con precisión, y la tensión era casi palpable en el ambiente.Agatha se encontraba en una de las torres de vigilancia, observando el horizonte con un par de binoculares. A su lado, Khaled ajustaba un rifle de largo alcance, preparado para cualquier eventualidad.—¿Cuánto tiempo crees que tenemos? —preguntó Agatha, su voz baja para no romper la concentración de Khaled.—Podría ser cuestión de horas, tal vez días —respondió él, sin apartar la vista de su arma—. Pero Mansoor no es de los que esperan demasiado. Si sabe que estamos aquí, atacará pronto.Agatha asintió, sintiendo un nudo en el estómago. La incertidumbre era lo más difícil de manejar, la constante sensación de que algo estaba por suceder pero sin saber cuándo ni cómo.Desde su posición elevada, podía ver a Samer supervisando las operacio
El amanecer trajo consigo un aire denso, cargado de incertidumbre y expectación. Los preparativos avanzaban a toda velocidad en el refugio. Todos los hombres y mujeres capacitados estaban armados y ocupaban sus posiciones estratégicas, mientras el resto de la comunidad se refugiaba en los túneles subterráneos que se habían habilitado como búnkeres.Agatha se encontraba en una de las torres de vigilancia, observando el horizonte a través de unos prismáticos. Aunque había insistido en participar activamente, Samer se había negado rotundamente a que estuviera en la primera línea de defensa. Aun así, no podía quedarse al margen.—¿Ves algo? —preguntó Khaled, subiendo por la escalera metálica con un rifle al hombro.Agatha negó con la cabeza, sin apartar la mirada del paisaje.—Nada todavía. Pero algo no se siente bien.Khaled se apoyó en la barandilla, mirando hacia el este, donde el terreno plano ofrecía una vista clara.—Mansoor no es de los que atacan directamente. Si viene, lo hará de
La suave luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, llenándola de un resplandor cálido y apacible. Agatha estaba sentada en el borde de la cama, sus dedos trazando distraídamente el borde de la sábana mientras intentaba procesar los eventos de la noche anterior. Los ecos de sus conversaciones y las emociones intensas aún resonaban en su mente, como un torbellino imposible de ignorar.Samer estaba frente a ella, recostado contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho. Su expresión era tan inescrutable como siempre, pero había algo en la forma en que la miraba, una mezcla de determinación y vulnerabilidad que Agatha nunca antes había visto.—Anoche... —empezó Agatha, rompiendo el silencio—. Dijiste cosas que nunca pensé que escucharía de ti.Samer no respondió de inmediato. Su mirada se desvió hacia la ventana, donde los rayos del sol pintaban el cielo de tonos dorados y rosados.—No suelo hablar de lo que siento —admitió finalmente, su voz baja pero firme
El impacto de las últimas horas aún latía en la mente de Agatha mientras el grupo se reaglutinaba en un salón amplio, alejado del caos del exterior. Las paredes, reforzadas con acero, ofrecían una seguridad momentánea, aunque el ambiente estaba cargado de tensión. Samer estaba frente a un monitor, revisando información mientras hablaba por teléfono en un tono que bordeaba la agresividad contenida.Agatha, sentada en una esquina, observaba a los demás miembros del equipo. Todos parecían agitados, pero enfocados en encontrar soluciones. Sentía cómo su propia incertidumbre se mezclaba con una resolución que apenas empezaba a cobrar forma. No podían permitirse el lujo de quedarse paralizados; tenían que recuperar el control de la situación.—¿Qué tenemos hasta ahora? —preguntó Agatha, levantándose y acercándose a la mesa central.Uno de los analistas del equipo levantó la vista. —Hemos identificado los puntos de acceso que utilizaron para infiltrarse. Al parecer, la red fue vulnerada desd
La noche se había cerrado sobre ellos, pero Agatha no podía escapar de las sombras que se alzaban en su mente. Mientras Samer manejaba con concentración, su mirada fija en el camino, ella no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, en las revelaciones que aún seguían sin responder.No se sentía segura, no solo por las traiciones que se habían descubierto, sino porque algo más estaba ocurriendo. Un patrón comenzaba a formarse en su mente, pero todavía no podía encajar todas las piezas. Cada pista parecía desviar su atención, y sin embargo, algo le decía que la respuesta estaba más cerca de lo que pensaba.Samer, como si percibiera la tormenta interna de Agatha, le lanzó una mirada breve antes de hablar.—Agatha, sé que esto te está afectando. Pero necesitamos mantener la calma. Solo entonces podremos pensar con claridad.Ella asintió, pero el peso en su pecho no disminuyó. ¿Por qué sentía que todo estaba diseñado para hacerlos tropezar? Como si cada decisión, cada movimiento, es
El aire en la sala era denso, cargado de tensión. Agatha sentía cómo su respiración se entrecortaba mientras observaba a Samer, quien había permanecido en silencio durante largos minutos. Los dos sabían que el momento que estaban por enfrentar sería crucial, no solo para su seguridad, sino también para la verdad que aún permanecía oculta.—Samer, ¿qué vamos a hacer ahora? —preguntó Agatha, su voz casi un susurro, pero con la determinación de alguien que ya no podía dar un paso atrás.Samer la miró intensamente, como si estuviera sopesando todas las posibilidades, evaluando cada movimiento. Su rostro, normalmente imperturbable, ahora mostraba una leve sombra de duda. Aunque había estado a la altura de las circunstancias durante toda la operación, ahora el peso de la traición los aplastaba con una intensidad inesperada.—Tenemos que ser inteligentes, Agatha. Este no es el momento para dejarse llevar por las emociones. El infiltrado está más cerca de lo que pensamos, y si no actuamos ráp
La noche estaba más oscura que de costumbre, y el aire frío parecía envolverlos en una capa de incertidumbre. Samer observaba en silencio el horizonte, como si cada estrella en el cielo tuviera una respuesta que aún no había llegado. Agatha, a su lado, no podía dejar de pensar en los próximos pasos que debían tomar. La amenaza estaba más cerca que nunca, y no podían permitirse otro error.—Lo hemos perdido —dijo Agatha, rompiendo el silencio, su voz tensa pero controlada. Se giró hacia Samer, que seguía observando la oscuridad—. El infiltrado se ha ido, y con él, las pistas.Samer finalmente se giró, sus ojos fijos en ella. Había algo en su mirada que dejaba entrever una mezcla de frustración y determinación.—No lo hemos perdido, Agatha. Solo estamos tomando un respiro. La venganza no se lleva a cabo de un solo golpe, se construye, se planea, y se ejecuta cuando menos lo esperan.Agatha asintió lentamente, aunque sabía que Samer tenía razón. Cada movimiento debía ser calculado, cada