Yusef estaba sentado en una silla en el centro de una pequeña habitación del refugio, sus manos atadas a la espalda. Frente a él, Samer lo observaba con una calma escalofriante, mientras Khaled permanecía cerca, vigilante.—Habla, Yusef. ¿Para quién trabajas? —preguntó Samer con voz baja, pero cargada de autoridad.El hombre levantó la mirada, sudando bajo la presión.—No entiendes… no tenía opción.Samer cruzó los brazos, sin apartar la mirada.—Siempre hay una opción. Decidiste traicionarnos.—¡No sabes lo que Mansoor es capaz de hacer! —gritó Yusef, su voz quebrándose.Khaled avanzó un paso, con el ceño fruncido.—¿Qué hizo Mansoor?Yusef suspiró, derrotado.—Amenazó a mi familia. Si no le ayudaba, los mataría. No podía arriesgarme.Samer permaneció en silencio por un momento, analizando sus palabras.—¿Qué información le diste?—Los movimientos del convoy, los puntos de reunión… y el mapa del refugio —admitió Yusef con dificultad.Khaled maldijo por lo bajo, mientras Samer respira
El sol aún no había terminado de salir cuando Samer reunió a todos los miembros del refugio en el salón principal. Había una tensión eléctrica en el ambiente; el asesinato de Yusef había sacudido a todos.Samer se colocó frente al grupo, con Khaled a su lado, y Agatha observando desde la última fila.—Anoche, Yusef fue asesinado —anunció Samer, su voz resonando firme en la sala—. No fue una coincidencia ni un accidente. Esto fue obra de alguien que trabaja para Mansoor, alguien que todavía está aquí, entre nosotros.Un murmullo de preocupación y temor recorrió la multitud.—¿Estás diciendo que hay un traidor? —preguntó una mujer, su rostro reflejando incredulidad.—Eso es exactamente lo que estoy diciendo —respondió Samer, recorriendo con la mirada a cada persona presente—. Y hasta que descubramos quién es, todos estarán bajo estricta vigilancia. Nadie entra ni sale sin autorización directa.Las palabras de Samer cayeron como una sentencia. Algunos asintieron en silencio, mientras otr
La sala de interrogatorios estaba fría, con una sola lámpara iluminando el rostro pálido de Hana. Atada de manos y con los ojos llenos de lágrimas, apenas podía sostener la mirada. Frente a ella, Samer permanecía inmóvil, sus ojos oscuros y llenos de tensión. Khaled estaba a un lado, listo para intervenir si era necesario, mientras Agatha observaba desde una esquina, intentando comprender lo que acababan de descubrir.-Hana -comenzó Samer, su voz baja pero cargada de firmeza-. No voy a repetir la pregunta. ¿Qué estabas haciendo con ese dispositivo?La joven sollozó, sacudiendo la cabeza.-¡No quería hacerlo! -gritó, rompiendo el silencio de la sala-. No quería, pero no tenía opción.-Siempre hay opciones -replicó Samer, cruzando los brazos-. Pero tú elegiste traicionar a todos los que confiaban en ti.Hana lo miró con desesperación, su voz temblando mientras hablaba.-Mansoor tiene a mi hermano. Lo capturaron hace meses. Me dijeron que si no hacía lo que pedían, lo matarían.El silenc
La tensión en el refugio era palpable. La revelación de Hana había encendido las alarmas en todos. Los líderes de los equipos de seguridad estaban reunidos en el salón principal, rodeando una mesa donde un mapa del área estaba desplegado. Samer, de pie en la cabecera, lideraba la reunión con una expresión fría y calculadora.—Mansoor sabe que estamos aquí, o al menos sospecha lo suficiente como para preparar un ataque —dijo Samer, señalando el mapa—. Según Hana, su intención es destruir nuestra base para eliminar la resistencia de raíz.Khaled, con los brazos cruzados, miraba fijamente el mapa.—Si quieren atacar, tendrán que acercarse por el norte o el este. Son los únicos puntos con acceso suficiente para un convoy.—El norte está más expuesto —respondió Samer, marcando una línea en el mapa—, pero el terreno también es más complicado. Si intentan llegar por allí, los veremos con tiempo.Agatha, que estaba sentada a un lado, observaba en silencio mientras el plan se desarrollaba. A p
El amanecer trajo consigo un aire denso y expectante. Las defensas del refugio estaban terminadas y los equipos se encontraban en sus posiciones. Cada movimiento en el perímetro era vigilado con precisión, y la tensión era casi palpable en el ambiente.Agatha se encontraba en una de las torres de vigilancia, observando el horizonte con un par de binoculares. A su lado, Khaled ajustaba un rifle de largo alcance, preparado para cualquier eventualidad.—¿Cuánto tiempo crees que tenemos? —preguntó Agatha, su voz baja para no romper la concentración de Khaled.—Podría ser cuestión de horas, tal vez días —respondió él, sin apartar la vista de su arma—. Pero Mansoor no es de los que esperan demasiado. Si sabe que estamos aquí, atacará pronto.Agatha asintió, sintiendo un nudo en el estómago. La incertidumbre era lo más difícil de manejar, la constante sensación de que algo estaba por suceder pero sin saber cuándo ni cómo.Desde su posición elevada, podía ver a Samer supervisando las operacio
El amanecer trajo consigo un aire denso, cargado de incertidumbre y expectación. Los preparativos avanzaban a toda velocidad en el refugio. Todos los hombres y mujeres capacitados estaban armados y ocupaban sus posiciones estratégicas, mientras el resto de la comunidad se refugiaba en los túneles subterráneos que se habían habilitado como búnkeres.Agatha se encontraba en una de las torres de vigilancia, observando el horizonte a través de unos prismáticos. Aunque había insistido en participar activamente, Samer se había negado rotundamente a que estuviera en la primera línea de defensa. Aun así, no podía quedarse al margen.—¿Ves algo? —preguntó Khaled, subiendo por la escalera metálica con un rifle al hombro.Agatha negó con la cabeza, sin apartar la mirada del paisaje.—Nada todavía. Pero algo no se siente bien.Khaled se apoyó en la barandilla, mirando hacia el este, donde el terreno plano ofrecía una vista clara.—Mansoor no es de los que atacan directamente. Si viene, lo hará de
La suave luz del amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación, llenándola de un resplandor cálido y apacible. Agatha estaba sentada en el borde de la cama, sus dedos trazando distraídamente el borde de la sábana mientras intentaba procesar los eventos de la noche anterior. Los ecos de sus conversaciones y las emociones intensas aún resonaban en su mente, como un torbellino imposible de ignorar.Samer estaba frente a ella, recostado contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho. Su expresión era tan inescrutable como siempre, pero había algo en la forma en que la miraba, una mezcla de determinación y vulnerabilidad que Agatha nunca antes había visto.—Anoche... —empezó Agatha, rompiendo el silencio—. Dijiste cosas que nunca pensé que escucharía de ti.Samer no respondió de inmediato. Su mirada se desvió hacia la ventana, donde los rayos del sol pintaban el cielo de tonos dorados y rosados.—No suelo hablar de lo que siento —admitió finalmente, su voz baja pero firme
El impacto de las últimas horas aún latía en la mente de Agatha mientras el grupo se reaglutinaba en un salón amplio, alejado del caos del exterior. Las paredes, reforzadas con acero, ofrecían una seguridad momentánea, aunque el ambiente estaba cargado de tensión. Samer estaba frente a un monitor, revisando información mientras hablaba por teléfono en un tono que bordeaba la agresividad contenida.Agatha, sentada en una esquina, observaba a los demás miembros del equipo. Todos parecían agitados, pero enfocados en encontrar soluciones. Sentía cómo su propia incertidumbre se mezclaba con una resolución que apenas empezaba a cobrar forma. No podían permitirse el lujo de quedarse paralizados; tenían que recuperar el control de la situación.—¿Qué tenemos hasta ahora? —preguntó Agatha, levantándose y acercándose a la mesa central.Uno de los analistas del equipo levantó la vista. —Hemos identificado los puntos de acceso que utilizaron para infiltrarse. Al parecer, la red fue vulnerada desd