Aquella tarde, en el bosque de Diana, Tabatha Mendel, una hechicera híbrida conocida por su maldad y falta de emociones, por primera vez en su vida, estaba experimentando una emoción que jamás creyó ser capaz de sentir.Miedo.Frente a ella, una hermosa y enorme loba de pelaje violeta oscuro, tenía sus ojos plateados clavados en ella y la observaba con nada más que odio.Usualmente, aquella mirada no despertaría nada en Tabatha, sin embargo, los ojos de aquella loba comenzaban a desprender un llamativo resplandor carmesí.―P-Por favor, Amara ―la llamó el joven hechicero que se encontraba detrás de ella ―C-Cálmate ―Ante sus palabras, la loba movió las orejas, sin embargo, sus ojos se mantenían fijos en ella, en Tabatha, quien no se atrevía a mover un solo músculo.Y es que, si había algo a lo que cualquier criatura le temía, era a un licántropo que podría estar por perder el control por primera vez en su vida, ya que aquellas criaturas, no sabían detenerse hasta acabar con su presa.―
Preparándose para lo peor, Emmet y Gael cerraron los ojos y se encogieron en su lugar, sin embargo, cuando nada pasó, los volvieron a abrir de inmediato.Para sorpresa de ambos, Amara los había ignorado y se había abalanzado en contra de dos lobos que habían intentado acercarse por su espalda.Uno de los lobos, fue lanzado contra un árbol lejano, mientras que el otro, fue sujetado por el cuello por la feroz criatura, la cual, le gruñía con ferocidad.―P-Por favor, princesa ―jadeó el hombre, que, al verse limitado ante la falta de aire, volvió a su forma humana ―N-No quiero morir… ――Eso debieron pensar antes de darle la espalda a su rey ―gruñó Gael ― ¡Ustedes vivían en el palacio! ¡No tienen excusas! –―Son sólo unos traidores ―dijo Emmet con evidente desprecio― ¡Vayan! ―rugió Tabatha, provocando que todos los lobos se lanzaran hacia Amara, quien no dudó en arrojar al hombre contra sus atacantes, provocando que algunos lobos fueran derribados― ¡Ayuden a la princesa! ―rugió Zeth― ¡Y
Ante las palabras de aquella extraña voz, la imagen de Gael siendo atacado por aquellos lobos cruzó la mente de la loba como un rayo, por lo que, soltando un gruñido fúrico, Amara apresuró el paso.―Gadiel ―gruñó Amara― “Él siempre ha cuidado de nosotras” ―Aunque en ese momento ella no podía recordarlo bien, Amara estaba convencida de que aquella voz no le estaba mintiendo, por lo que decidió hacer su prioridad la de volver a la finca.El camino de regreso no fue muy largo, al menos, no con su velocidad, pues en menos de un parpadeo, la loba ya se encontraba nuevamente en el campo de batalla, cuya situación, sólo había empeorado.En la distancia, un círculo de lobos protegía a Gael de lobos enemigos, mientras que el hechicero, quien se encontraba de rodillas, lanzaba pequeñas esferas de energía a los lobos que intentaban acercarse a la finca.― ¡Gael! ―gritó alguien desde los viñedos ― ¡Es Amara! ―Ante el aviso, tanto aliados como enemigos, giraron su cabeza hacia la loba, la cual,
Ante el cuestionamiento, Emma soltó a Ares, y con señas, le indicó a Vail que llevaría a Ares a la cocina para que no siguiera escuchando lo que estaba sucediendo en el exterior.―Está bien, avisaré a tu madre ―dijo Vail frunciendo el ceñoSin ningún tipo de duda, Emma asintió y finalmente volvió a tirar de Ares.― ¿A dónde vamos Emma? ―le preguntó Ares cuando la cachorra pasó de largo el pasillo que llevaba a la cocina, y lo llevó por un camino menos abarrotadoA modo de respuesta, Emma se llevó uno de sus dedos a los labios, indicándole que guardara silencio.―Vale… ―masculló el niño, quien, por algún motivo fuera de su comprensión, confiaba plenamente en la niña, la cual, lo llevó directamente hasta la oficina de Máximus ― ¿Dónde estamos? ―Tras cerrar la puerta, Emma corrió al escritorio y tomó un viejo portarretrato para mostrárselo.― ¡Anda! ¿Este es mi abuelo? ―― “Sí, él es su majestad” ―respondió Emma con señas―Entiendo, entonces estamos en su oficina ―suspiró Ares dejando e
Sin emitir sonido alguno, Amara clavó sus ojos en los grises del niño.Había algo en él que le resultaba familiar, algo que le producía un extraño sentimiento, aunque no estaba muy segura de qué se trataba.― “Para, no quiero despertar aún” ―resonó una muy perezosa voz masculina en su cabeza ― “Pero lo haré si debo protegerlo incluso de ti” ―― ¿Atticus? ―volvió a preguntar AmaraIrritado por que su hermana continuara llamándolo así, Ares gruñó.― No soy… ¡Olvídalo! ¡Sólo para de matar! ―gritó Ares ―Amara, lo que haces está mal ―sollozó antes de avanzar un par de pasos más ― ¿Cómo puedes encontrarlo divertido? ―Confundida, Amara inclinó la cabeza.¿Qué tenía de malo lo que estaba haciendo?¡Estaba cazando! ¡Estaba demostrando su poder y superioridad!Además, aquellos lobos habían lastimado a uno de los suyos y tampoco se estaban conteniendo en contra del resto, por lo que sí, ella había decidido castigarlos, sobre todo, había decidido castigarlos por no mostrarle respeto.¿Y cuál era
Ante la voz del niño Byron recuperó su forma humana para estudiar la situación.Fuera de la finca del rey, se estaba librando una feroz batalla entre los jóvenes alfas y algunas Lunas contra el ejército imperial del consejero Arioch.Hasta ese momento, los jóvenes alfas habían mantenido a sus rivales a raya, sin embargo, la cantidad de lobos era demasiada como para poder controlarlos a todos, por lo que no le extrañó que la barrera protectora terminara cediendo.― ¡Jasper, ve por Gael y llévalo adentro! ¡Escuadrón B, cúbranlo! ―le ordenó Byron al lobo de Jared, el cual corrió directamente hacia Gael siendo seguido por seis lobos más ―Ella, cariño, tú ayuda a la Luna Dubois y lleva a Anna y a los chicos al interior de la finca――Como digas ―respondió Ella, quien corrió en dirección a Anna ―Lleve a los cachorros, yo me encargo de mi joven alfa ―le dijo a Raine―Vale, vamos ―respondió Raine, quien tomó la mano de los dos niños y se apresuró a correr a la puerta principal―No temas, los g
En medio de una horrible tormenta, sentada en el suelo de un refugio, una joven loba de cabello castaño y ojos color avellana, intentaba protegerse del frío con una delgada manta mientras observaba como, en una pequeña mesa de madera, su hermano jugaba al ajedrez con un atractivo joven de cabello oscuro y ojos dorados como el sol.Desde que lo había conocido, el tipo le había parecido pedante y sumamente molesto, pues este, se dedicaba a acosarla a diario, sin embargo, en ese momento, el joven no tenía ojos para nadie más, solo para el pequeño que se estremecía con cada trueno que resonaba en la distancia.―Tranquilo, ponte estos ―dijo el joven sacándose unos audífonos bluetooth de su bolsillo ―No sé si te guste el tipo de música que escucho, pero, creo que será mejor que los truenos ――Gracias… ―masculló el niño mientras se colocaba los audífonosSintiendo curiosidad porqué tipo de música escucharía aquel joven presumido, la castaña mantuvo sus ojos clavados en su hermano, el cual, s
Eran alrededor de las ocho de la mañana en la hermosa isla de Arcadia, donde sus habitantes, iban y venían por las calles de los diferentes distritos para cumplir con sus deberes diarios.Al igual que los civiles, en el sagrado palacio de Interlunio, todos sus habitantes habían comenzado a realizar sus tareas desde muy temprano, sobre todo, el ejército imperial, el cual, cumplía con su rutina diaria de entrenamientos y vigilancia, pues, tras el secuestro del rey, esta se había endurecido.Pese a que habían capturado al culpable, el paradero del rey era aún desconocido, por lo que, el palacio, se vigilaba incluso tras sus murallas.Los encargados de aquella tarea, eran los nuevos cadetes, los cuales, eran supervisados por los soldados más experimentados.― ¡Oye! ¡Damián! ―le gritó un joven de tez morena a un joven de cabello oscuro que tenía algunas mechas grises ―Deja de distraerte con las criadas, te meterás en problemas si Aidée te descubre ―― ¿Qué sucede? ¿Acaso te gusta la nueva?