Aquel día el cielo estaba nublado, como lo esta justo antes de que comience una tormenta. El viento se sentía frío, pesado, y los ánimos, aunque altos, se habían visto levemente opacados por las muchas llamadas perdidas que tenia en su celular. Su madre había estado particularmente insistente aquel par de días, y aunque no tenía la más mínima intención de responderle, Rhaena comenzaba a sentirse estresada por el acoso constante. No había ni siquiera abierto los mensajes que la mujer que le dio la vida le había enviado, así que, en realidad, no tenia idea de que era lo que quería esta vez aquella mujer.Caminaba por los pasillos de la universidad, Anthony había ido a dejarla a la escuela y aun era relativamente temprano. Entrando a la cafetería del lugar, se pidió un café cargado, y se puso a repasar los temas que había visto recientemente. No podía permitirse mas distracciones, su joven esposo era, por supuesto, la mas grande de las que tenía últimamente, sin embargo, no era una moles
El sonido de la tiza sobre el enorme pizarrón de aquella aula, la sacaba a ratos de sus pensamientos. Toda su vida, Rhaena había sido humillada y despreciada por su propia madre y la protegida de esta. Recientemente, finalmente había sabido que la infame ex prometida de su esposo, no era nadie mas que su verdugo de infancia, Alexia D´Angelis. Aun recordaba a aquella chiquilla sumamente altanera y demasiado crecida que siempre la maltrato, incluso llegando a orillarla a pensar en la muerte como un escape a su dolorosa vida. Durante demasiado tiempo, su poca autoestima se encontró mermada, sintiéndose como una persona que no merecía el amor o el respeto de nadie, pero quizás, eso estaba cambiando con todo lo que Anthony Crawford lograba hacerla sentir.Sin decir palabra alguna, la joven mujer tomo sus cosas, y luego salió del aula, Henry, su único amigo, la miro marcharse con el rostro ensombrecido, y supuso que aún no se sentía bien después de lo que había pasado con su madre. Po supue
Aquella mañana era lluviosa, cargada de sentimientos repletos de pesadumbre. Todo el ambiente se sentía entristecido, como si, de alguna manera, un mal presagio se hubiese instalado en el viento. Las clases habían terminado, y Rhaena se enfrascaba en la lectura de sus libros como si no existiese nada más. Su madre ya no había hablado con ella desde aquella mañana incomoda en la cafetería, y aun cuando Henry había presenciado todo, no había hecho pregunta alguna al respecto.El enterarse de que Alexia D´Angelis, era aquella prometida a la que Anthony desprecio, y la razón por la cual le había ofrecido el contrato matrimonial que ahora mismo los unía, resultaba ser un mal chiste demasiado irónico. Durante toda su vida, muchos de los completos que tuvo, se debieron precisamente a esa mujer, que siempre se sintió más que los demás por tan solo el hecho de haber nacido en una familia de dinero. Negando en silencio, intento de nueva cuenta concentrarse en sus estudios, pues, al final del dí
Se miraba en el espejo una y otra vez, admirando su belleza mientras se formulaba mil preguntas en la mente. ¿Por qué Anthony prefería a esa mujer de clase baja? Cuando ella era una verdadera belleza y no solo eso, era tambien la heredera de su importante familia. Tenía belleza, tenía dinero, ¿Por qué entonces ella no había sido la elegida? Esta molesta, mucho mas que solo eso, Alexia simplemente no podía asimilar que su prometido la hubiese cambiado por otra mujer y peor aún, por “esa” mujer.Tomando su costoso bolso, salió con la intención de confrontar directamente a ese hombre que la había vilmente reemplazado. Subiendo a su auto de lujo, se encamino hacia las oficinas de la empresa que Anthony Crawford dirigía en representación de su padre.En las oficinas del corporativo Crawford, Anthony revisaba la pira de documentos que le habían dejado esa mañana para analizar. La situación era mas seria de lo que había estipulado, pues todo parecía indicar que alguien dentro de la empresa,
—Me alegra que nos estemos entiendo, entonces, ¿Para cuándo me tendrás esas fotografías? —Alexia escuchaba con atención al hombre del otro lado de la línea, mientras sonreía con malicia. Si Anthony pensaba que ella no haría por cobrarse lo que el y Rhaena le debían, estaba muy equivocado, iba a destruirlos a ambos, y forzaría a ese hombre a rogarle el casarse con ella, iba a orillarlo a la máxima desesperación.En la mansión Crawford que la pareja compartía, Rhaena se preparaba para su importante examen. Había pasado la noche en vela estudiando, y aun cuando se sentía cansada, se sentía lista para ello. Anthony miraba a su joven esposa sumamente concentrada en lo que tenia que hacer, realmente para Rhaena no existía nada ni nadie mas cuando se concentraba en sus estudios, y, a decir verdad, le gustaba mucho ese aspecto de ella, no se rendía para alcanzar sus objetivos, y no miraba a la vida con egoísmo. Levantándose de la cama, Anthony bajo hasta la cocina para ordenar que se prepara
El tiempo había comenzado a correr, y Rhaena, con una concentración increíble, se había metido en aquel examen de tiempo limite esperando que sus estudios dieran los frutos esperados. Había pasado la noche en vela estudiando, acompañada de Anthony y con toda la determinación de ser la nota mas alta.Anthony esperaba a su esposa en una cafetería cercana, esperando el mensaje donde ella le avisara que había terminado de presentar, pues aquel día no habría clases, tan solo aquel examen para el que había estado estudiando duramente.Admiraba a su joven esposa, aquella determinación que poseía, jamás la había visto en cualquier otro ser humano, era algo grato de ver el verla esforzándose por alcanzar sus sueños y objetivos, y por un momento, deseo ser igual a ella.Había crecido siendo el primer hijo de la familia Crawford, y, por lo tanto, el destinado a ser el heredero de su casa. Realmente nunca tuvo que esforzarse por nada, todo lo que quería lo tenia en la mano, y quizás por lo mismo,
Cada poster mal intencionado había sido retirado con una rapidez asombrosa mientras Rhaena era llevada a la mansión en una ambulancia en la que la estaban atendiendo después de sufrir aquel desmayo. El abogado de Anthony, Carl Renfield, hablaba en ese precioso momento con el rector de aquella universidad, logrando casi bajo amenazas de parte del heredero Crawford, que aquel penoso incidente no perjudicara a Rhaena de ninguna manera, ya que ella era la víctima. Alexia en su lujosa mansión, se burlaba enormemente de las fotografías que los hombres que contrato le habían enviado, en donde su rival y enemiga yacía con una cara de completo asombro y dolor al mirar su pequeño obsequio, sin embargo, al llegar a la ultima fotografía, aquella sonrisa de triunfo se había desvanecido, al mirar como Anthony abrazaba protectoramente a Rhaena consolándola.En la mansión Crawford en que vivía la pareja, Anthony escuchaba a su padre regañándolo por lo que había pasado, ya que, al aparecer en aquellas
—Señora, le he traído el té, el señor Crawford salió esta mañana, me pidió que le informara que ha ido a hablar personalmente con el señor D´Angelis y que no debe de preocuparse por nada —Aquella mañana daba comienzo en solitario, sin embargo, francamente aquello era lo que deseaba. Rhaena le agradeció a la sirvienta, y con aquella taza de te en las manos, miro como las blancas cortinas se elevaban por cosa del viento.Su cabeza era un desastre de pensamientos aun mas desastrosos, estaba embarazada, con una carrera inconclusa, y de un hombre con el que había firmado un contrato. ¿Qué se suponía que iba a hacer ahora? Suspirando, en ese momento todo lo ocurrido con Alexia pasaba a segundo término. No había caído en cuenta de que podría embarazarse, ¿Qué tan estúpida era? ¿Qué esperaba si tenía sexo a diario con su esposo? No se había preocupado por el periodo, pues según sus cuentas, aun no debería haberle llegado…y por supuesto, no le llegaría.Rhaena…hay algo que debes de saber…y un