¿Vamos desde cuando tienes que pedir permiso?Desde que me até a este matrimonio… — la puerta se abrió y Arnold entró tímidamente, en sus manos traía una bandeja con varias charolas.La señora me pidió algo para comer — dijo haciendo una reverencia.Bien… — dijo Eleanor — déjalo en aquella mesita, y gracias — el hombre obedeció y haciendo una reverencia salía — ¿Arnold? — el hombre la miró — ¿el señor no ha dejado algún recado… para mi?Solo me dijo que usted quedaba libre para hacer lo que quisiera durante la semana. Que si usted lo prefería, podía irse unos días a la casa de sus padres.Bien — dijo Farrah — no se hable más — Y miró a la rubia que asentía desganada — ¡Vamos!Gracias Arnold….Solo estoy para servirla. ¿Permanecerá en la casa de sus padres toda la semana? — Batalló en su mente para decir que si. Tenía el impulso de quedarse toda la maldita semana y olvidarse de ese calvario.No — Farrah la miró — Solo iré un par de días… estaré aquí para el miércoles…Los días que pasó
Los días en Inglaterra eran fríos… Eleanor pasaba la mayor parte del tiempo trabajando, y como si fuera un ritual al que estaba acostumbrada, siempre llegaba a Grimmauld Place antes de las seis. Aunque a veces se negaba a hacerlo, se veía todos los días renegando porque cuando el reloj daba las seis, ella le entregaba el abrigo a Arnold. La casa se sentía tan extraña. Algunas veces pasaba por ahí Farrah… Emerson nunca quiso entrar. Sus otros hermanos, se mostraban reticentes a querer visitarla. Se sentía sola… La casa era demasiado grande para ella. “Si al menos me hubiera dado permiso para redecorarla… es tan fría, y oscura…” Solía pensar cada vez que se quedaba sola en la sala. Y si contamos las personas que la habitaban en ese momento, dos sirvientes y una mujer joven, la casa parecía desierta. Si por ella fuera, hubiera tirado todo a la basura y comenzado a decorarla a su gusto. Lo primero que se le vino a la cabeza fue cambiar esas pesadas y enmohecidas cortinas, por unas de géne
Te lo dije, te advertí que te buscaras alguien que te mantuviera porque yo me cansaría de ti… no te dejaré desamparada por ahora… pero yo que tu, comenzaría a buscar empleo. Considera este viajecito un regalo de despedida. — Salió lentamente del bar. Dejando a Sara, sin palabras. Tenía una sonrisa en el rostro que nadie le había visto en años. No sabía como ella iba a esperarlo, pero iba a hacer todo lo posible para que lo ocurrido aquella noche inolvidable, se repitiera.Estaba prevenido. El cambio de clima sería brusco. Pasar del calor del trópico, al frío ingles, podría haber dejado de cama a muchos, pero no a Carlisle Stone. Los otros viajeros lo miraron raro, cuando lo vieron llegar al sitio de trasladores internacionales, con un grueso abrigo de piel negro. Algunos se mofaban de él. Todos estaban en camisas veraniegas, y otros con bermudas y sandalias. El no dijo nada. Tocó el traslador a la hora indicada y cerró los ojos. La sensación que le causaba en el estómago, no la soport
¿Te provoco asco? —comenzó a pasarle la lengua por el cuello. Eleanor sintió nuevamente esa llamarada que la envolvía — ¿dime esto te provoca asco Eleanor? — Ella no respondió — te mueres porque te eche otro polv…. — lo besó, tomó su cara y lo beso, de la manera mas furiosa. Carlisle tenía razón, no le importaba que le dijera, quería hacerlo otra vez… y a juzgar por ciertas partes del cuerpo de Carlisle que despertaban, él también quería hacerlo. — ¿Sabes que tu amado Kalem se revolcó con Sara en el Caribe? — ella parecía no escuchar, se dedicaba a besar el sudoroso torso, mientras Carlisle hacia un esfuerzo por herirla, pero se le estaba haciendo difícil, cuando la lengua de Eleanor recorría su pecho — ¿y sabes que mas? El te engañaba… — la penetró con violencia. Ella gimió y cerró los ojos — mientras era tu novio y te juraba fidelidad, se revolcaba con cuanta tipa se le cruzaba — los movimientos eran violentos. Quería herirla, quería humillarla. Como ella lo había herido hace años c
Esa noche buscó a Sara, como siempre… pero al final terminó por aburrirse y dejarla antes de terminar… no se sentía con ánimos. La respuesta de Eleanor ocupaba su mente. La mujer lo miraba sin entender. Era la primera vez que estaba tan distraído. Carlisle se vistió rápidamente y se marchó. Sin decirle nada.No fue a su casa… tenía que decírselo a alguien, así que tomó la ruta hacia la casa de su amigo, el único que le quedaba de sus antiguos amigos, David Beckett.Era tarde en la noche… casi la una de la madrugada cuando David se levantó presuroso para ver quien era el que tocaba tan insistentemente el timbre de su puerta. Bajó las escaleras y con la frente en alto, observó por la mirilla. Se preocupó. Que Carlisle Stone estuviera a esas horas frente a su puerta… tenía dos opciones: que estuviera totalmente borracho y que no se acordara donde vivía, o que algo malo le haya pasado. Abrió la puerta y allí apoyado en el marco estaba él, que lo miraba. David se sorprendió. Tenía un brill
Esa noche buscó a Sara, como siempre… pero al final terminó por aburrirse y dejarla antes de terminar… no se sentía con ánimos. La respuesta de Eleanor ocupaba su mente. La mujer lo miraba sin entender. Era la primera vez que estaba tan distraído. Carlisle se vistió rápidamente y se marchó. Sin decirle nada.No fue a su casa… tenía que decírselo a alguien, así que tomó la ruta hacia la casa de su amigo, el único que le quedaba de sus antiguos amigos, David Beckett.Era tarde en la noche… casi la una de la madrugada cuando David se levantó presuroso para ver quien era el que tocaba tan insistentemente el timbre de su puerta. Bajó las escaleras y con la frente en alto, observó por la mirilla. Se preocupó. Que Carlisle Stone estuviera a esas horas frente a su puerta… tenía dos opciones: que estuviera totalmente borracho y que no se acordara donde vivía, o que algo malo le haya pasado. Abrió la puerta y allí apoyado en el marco estaba él, que lo miraba. David se sorprendió. Tenía un brill
Los Crawford eran una familia de renombre, siempre a la altura de lo que su apellido les exigía. Anthon, el padre de Anthony, era un claro ejemplo de eso, siempre hizo y hacia exactamente lo que se esperaba de él, y, por supuesto, exigía lo mismo de su hijo.—No tienes elección, debes de casarte con la hija de D´Angelis, ella reúne todo lo que una dama fina debe de tener, es de buena familia — decía su padre mirándolo con severidad.—No me apetece, esa mujer no tiene nada de ser una fina dama y lo sabes — respondió Anthony con molestia.—No me interesa lo que pienses de esto, eres un hombre soltero que tiene 28 años, ya deberías de estar debidamente encamado desde hace años, pero tu rebeldía que siempre nos ha causado problemas nos ha orillado a buscar una esposa adecuada para ti, así que para de una buena vez tus quejas, está decidido que es lo que vas a hacer — dijo el gran señor para luego irse.—Maldición — Anthony estaba muy frustrado.Por la noche, Anthony decidió de visitar un
La luz entraba de golpe por la ventana, que, evidentemente, había olvidado cerrar la noche anterior. Noche de la que, por cierto, no recordaba demasiado. Rhaena recordaba vagamente haber estado con ese chico rico que frecuentaba el bar en donde trabajaba y que este le había invitado un trago. Alarmada al recordarlo, se miro rápidamente, pero observo que su ropa estaba intacta, no había rastro de haber cometido una tontera bajo la influencia del alcohol, o eso creía ella.Levantándose, sintió como si le estuvieran taladrando las cienes, ella no era una persona que gustara de beber compulsivamente, en realidad, no solía beber casi nunca, pues lo consideraba un vicio malsano y caro. Lavándose los dientes, recordó aquel extraño sueño del que acababa de despertar, en donde había firmado un contrato con ese niño millonario, el cual estipulaba que ella seria su esposa durante un tiempo y cambio él le daría dinero. Viéndose al espejo con cara de pereza, pensó que eso era una completa tontería