La luz entraba de golpe por la ventana, que, evidentemente, había olvidado cerrar la noche anterior. Noche de la que, por cierto, no recordaba demasiado. Rhaena recordaba vagamente haber estado con ese chico rico que frecuentaba el bar en donde trabajaba y que este le había invitado un trago. Alarmada al recordarlo, se miro rápidamente, pero observo que su ropa estaba intacta, no había rastro de haber cometido una tontera bajo la influencia del alcohol, o eso creía ella.
Levantándose, sintió como si le estuvieran taladrando las cienes, ella no era una persona que gustara de beber compulsivamente, en realidad, no solía beber casi nunca, pues lo consideraba un vicio malsano y caro. Lavándose los dientes, recordó aquel extraño sueño del que acababa de despertar, en donde había firmado un contrato con ese niño millonario, el cual estipulaba que ella seria su esposa durante un tiempo y cambio él le daría dinero. Viéndose al espejo con cara de pereza, pensó que eso era una completa tontería y que ese sueño era el más loco que había tenido en toda su vida.
Después de bañarse, se sentó en su escritorio para encender la sencilla laptop que tenía. Había tarea acumulada ya, y aunque no era mucha, no se sentía demasiado bien para terminarla toda en un día. Por fortuna, ese día no tendría que ir a trabajar, y podría terminar sus pendientes sin mayores problemas que soportar el horrendo dolor de cabeza que la bebida le había provocado.
El sonido del timbre la molesto, pues se sintió como un maldito taladro en sus cienes y oídos. Esperando que no fuese su madre, la chica se apresuro a abrir para despacha rápido a quien hubiese llegado a visitarla, quería hacer su tarea y luego irse a dormir tranquilamente. Su sorpresa fue enorme al ver al niño rico del bar parado en su puerta. ¿Qué diantres hacia allí?
—Vaya, por la cantidad que bebiste anoche, pensé que dormirías hasta muy tarde — dijo el hombre que no pidió permiso para entrar y se introdujo en el pequeño departamento.
—¿Qué haces aquí? No recuerdo haberte invitado a venir a mi casa — se quejo Rhaena.
Anthony no pudo evitar reír por lo bajo, Rhaena estaba en paños menores y cuando esta cayó en cuenta, corrió al baño para vestirse y maldecirlo por lo bajo. Dando una mirada al pequeño espacio en donde su futura esposa por contrato estaba viviendo, Anthony sintió un poco de escalofríos, aquel lugar, a pesar de estar muy limpio y ordenado, parecía una pocilga, y el barrio en donde vivía la chica era de mala muerte, realmente había tenido que pagarles a unos vagos que intentaron quitarle el auto para que lo dejasen en paz. Definitivamente tenia que sacarla de allí o le daría mala reputación.
—Bien, ahora sí, ¿Me dirás que rayos buscas en mi casa? — pregunto la mujer de pelo castaño.
Anthony se apresuro a sacar un papel de la elegante chamarra que estaba usando, extendiéndolo a Rhaena, esta lo tomo sin entender nada de lo que estaba pasando. Entonces, casi sintió como se le detenía el corazón al mirar como aquel trozo de papel no era otra cosa que un cheque…por 200,000 dólares.
—Este es un adelanto del millón que te pagare por fingir ser mi esposa, necesito además que entiendas lo importante que esto es para mí, para mi familia debes de actuar como la esposa perfecta, recuerda que fue lo que acordamos en el contrato, diremos que te conocí en la universidad y que desde entonces estamos muy enamorados, pero que mantuvimos esto en secreto para evitar chismes, debes de actuar refinada, muy educada y seria frente a mis padres, pues ellos no toleraran que seas una mujer vulgar, además, ya no trabajaras en ese bar, no es adecuado que la esposa de Anthony Crawford sea una cantinera, si no sabes de modales no te preocupes, yo te enseñare cómo comportarte — dijo Anthony con seriedad mientras seguía mirando aquel demasiado pequeño departamento. — Tambien te mudaras conmigo a un lugar…mucho más decente, será mejor que te alistes, en un rato más saldremos a las Vegas para casarnos allí, tengo un contacto que nos casará y falsificará un papel en donde parecerá que estamos casados desde hace meses —
Rhaena intentaba procesar todo lo que ese chico rico le estaba diciendo. ¿De qué contrato estaba hablando? Acaso... ¡Era lo que había soñado!
—Espera, ¿Me dirías exactamente lo que paso anoche? — dijo Rhaena sintiendo como su cabeza le dolía aún más, ¿Qué tontería había hecho?
Anthony se rio por lo bajo, ella no recordaba a ciencia cierta lo que había firmado, pero anticipándose a ella, había añadido una cláusula más, una que le aseguraría que ella no escaparía de él.
Un par de horas mas tarde, Rhaena meditaba sobre lo que Anthony Crawford le había dicho. Había metido las cuatro muy a fondo esta vez, y ahora estaba volando en un avión privado hacía las Vegas para casarse. Mirando el cheque que aquel hombre que parecía muy distraído en sus pensamientos le había dado, pensó en lo mucho que aquel dinero podría ayudarle. Era dinero mas que suficiente para ya no tener que preocuparse por los pagos universitarios, y según aquel contrato que firmaron, le esperaba aun mas dinero cuando ese matrimonio falso llegara a término. Suspirando, se resigno a lo obvio, sería una verdadera estúpida si renunciaba a esa oportunidad, cuando ella sufría de demasiadas carencias y tenia que trabajar arduamente para apenas alcanzar a sobrevivir a final de mes…quizás había tenido mucha suerte.
Llegando a su destino, una mujer la ayudo a vestirse en un hermoso vestido de novia que ya le tenían preparado, y había caminado en una capillita muy estrafalaria para casarse. Anthony Crawford la estaba esperando. El “sacerdote” recito algunas palabras que hablaban de unión, de amor y de promesas, además de felicitarlos por su matrimonio. Sinceramente, ella ni siquiera había prestado atención. Su mente estaba dispersa, ella se estaba casando con un desconocido, uno que estaba dispuesto a pagar mucho dinero por tenerla como una esposa falsa y así evitar que sus padres lo casaran con una mujer a la que despreciaba.
—Ya puede besar a la novia —
Aquellas palabras la sacaron de sus pensamientos, y entonces miro a quien ya era su esposo. Lentamente, Anthony se había acercado a ella, y le había dejado un beso sobre los labios, uno sencillo, sin amor…y aquel, había sido el primer beso que le daban en toda su vida. Rhaena no supo cómo sentirse al respecto.
No había marcha atrás, ella había firmado un contrato y había leído aquella clausula que le impedía escaparse: si alguna de las partes solicitaba el divorcio antes de cumplirse un año, tenia que compensar al otro con 2 millones de dólares…y evidentemente ella no podría pagar eso. Su noche de copas la había casado por contrato con un hombre del que apenas conocía el nombre, y repentinamente se sintió agobiada por ello…en especial después de recibir su primer beso sin amor.
Rhaena ahora era una mujer casada, aunque nunca planeo serlo, de hecho, cosas como el amor no le interesaban, ella solo y hasta ese momento, tenía interés en terminar su carrera y convertirse en abogada. Lo mas irónico de toda aquella situación, es que ahora mismo podía pagar su carrera sin mayor problema y aun no terminaba de asimilarlo. En su bolso había un cheque de caja con 200,000 dólares que en cualquier momento podía cobrar, cuando apenas hacia dos días estaba racionando la poca comida de su pequeño refrigerador para aguantar hasta el día de paga. Aquello era tan surreal que no podía terminar de asimilarlo. Además, no podía retractarse de ese matrimonio, o ella tendría que compensar a ese hombre con 2 millones de dólares, dinero que, por supuesto, no tenía.Anthony miraba el rostro de Rhaena, era una mujer hermosa, no tenia duda alguna de ello, no parecía ser una mujer de cuna demasiado humilde. Había mandado a investigarla, por supuesto, y solo había resultado ser la hija de u
El sudor frío cubría su cuerpo, había pasado de tener un sueño agradable a aquella misma pesadilla que la sacudía cada noche desde que era niña. Rhaena no había sido una niña feliz, si no todo lo contrario, siempre fue aquella niña a la que nadie quería…ni siquiera su propia madre.En aquella pesadilla que estaba sufriendo, Rhaena podía verse a si misma cuando apenas era una pequeña, soportando los gritos, regaños e insultos de su madre que siempre la desprecio sin importar lo mucho que ella se esforzaba por tener su amor. Sin importar cuanto llorara o cuanto suplicara por un poco de su afecto, siempre miro con dolor como aquella mujer que le dio la vida, solo le brindaba su cariño a Alexia D´Angelis, la hija del matrimonio millonario para el cual su madre trabajaba como sirvienta hasta los tiempos actuales. Dulces pasteles, peinados fabulosos, besos en la mejilla y juegos diarios, eso era lo que su madre siempre procuraba para esa niña que no era su hija, para ella, quien lo era, no
Aquella mañana el cielo estaba nublado, y Anthony miraba aquellas nubes grises desde la ventana de la enorme cocina en la que se encontraba. Aun se hallaba pensando en Rhaena y la relación que tenia con la familia D´Angelis, el destino solía ser caprichoso, meditaba, y aquello que su joven esposa le había revelado le seguía pareciendo increíble. Preparando el desayuno para ella debido a la mala noche que había pasado, se sintió conmovido al recordar las cosas que la joven le había confesado en medio de la histeria que aquella pesadilla le había provocado.Necesitaba averiguar lo que Rhaena le había confesado, pues de ser cierto, entonces definitivamente su ex prometida tenia un pasado aun mas cuestionable del que había creído. Colocando la comida en una bandeja, Anthony camino hacia la habitación en la que habían dormido, y vio a su esposa aun descansando. Acercándose a ella, pudo ver que aún había rastros de lagrimas en sus mejillas, y que el dulzor de su rostro lucía fatigado; había
Los colores del océano eran vivos, llenos de formas y de patrones. Los peces que nadaban apaciblemente, eran como gemas preciosas cuyos colores resaltaban y brillaban ante la luz solar que los besaba. Los corales eran hermosos, y aquel arrecife en el que los esposos estaban buceando, estaba plagado de vida. Hermosos pececillos nadaban junto a ellos sin inmutarse demasiado por su presencia, y aquello era algo de lo que ambos estaban disfrutando en demasía.Rhaena y Anthony se miraron, entendiendo lo mucho que estaban disfrutando junto de aquella mañana de buceo. El sol estaba en su punto, y el arrecife lucía mucho más bello debido a eso. Saliendo de las aguas marinas, regresaron a la playa en donde se vistieron con trajes de baño para seguir disfrutando de aquel día. Era extraño, quizás desde aquella noche en que durmieron juntos sin nada mas que solo eso, se sentían un poco más cómodos con el otro. La noche anterior habían visto películas juntos, descubriendo que ambos disfrutaban de
Una simple fotografía había sido suficiente para desatar una ira atroz en aquella mansión lujosa. Una joven de piel morena clara y furiosos ojos castaños del mismo color de su cabello, hacia una rabieta tremenda frente a su servidumbre. Eran las 10 am, y el desayuno que se le había servido yacía desparramado por el suelo. La mayoría de los sirvientes miraban con desaprobación aquel acto, pero siendo Alexia D´Angelis era algo mucho más común de lo que debería serlo. Solo una de las sirvientas estaba al lado de la joven que se hallaba histérica en medio de un llanto.—Nana el se caso con otra mujer, ¡Se caso con otra mujer! — grito Alexia arrojando al suelo otra bandeja mas de alimentos que contenía panecillos.—Tranquila mi niña Alexia, debe de haber un error, el joven Crawford es su prometido, no puede casarse con otra — decía una sirvienta de mediana edad, de cabellos canos y ojos complacientes mientras acariciaba la espalda de la joven.Alexia extendió su celular hacia su nana mient
Aquella mañana fue diferente. Rhaena se levantó de aquella cama en donde aun se hallaba Anthony durmiendo. Se sentía como si fuese otra persona. Después de aquella noche de pasión desenfrenada en la que había perdido su virginidad, era como estar completamente fuera de si misma. No sentía culpa, después de todo, muchas de sus amigas habían tenido relaciones sin estar realmente enamoradas, aunque, si se sentía algo incomoda al no entender del todo la razón por la cual ella se acostó con aquel multimillonario. Mirando las argollas matrimoniales sobre el buro junto a la cama, entendía que no era “incorrecto”, después de todo, estaba “casada” con ese hombre durmiente que parecía muy abrazado apaciblemente en los brazos de Morfeo.Levantándose, camino hacia el baño para asearse. Mirándose en el espejo, vio su cuerpo desnudo por primera vez después de perder la virginidad. Por supuesto, no había cambios en ellas, su cabello era el mismo, su figura era la misma, todo estaba en perfecto orden
El trayecto a la universidad había sido silencioso. Rhaena, en realidad, no tenia demasiado de lo que hablar con Anthony, y simplemente se había quedado en silencio mientras pensaba en los próximos exámenes. Quizás, no quería involucrarse mas de la cuenta con aquel millonario que le hizo firmar ese contrato matrimonial. Quizás, no quería ver que aquello podía convertirse en algo más, en algo que lograra distraerla de las metas que tan férreamente se había propuesto.Anthony miraba el hermoso perfil de su joven esposa. Rhaena tenia la mirada perdida en la nada, y solo ella sabía la clase de pensamientos que le estaban cruzando por la mente, y la hacían perderse del mundo que la rodeaba. Quizás, era muy osado de su parte esperar algo más, después de todo, lo suyo era solo un matrimonio falso, nada mas que la firma en un papel en la que ambos estuvieron de acuerdo para cada uno alcanzar un propósito previamente establecido. El necesitaba de una esposa, una que le ayudase a no perder su h
Anthony miraba a su joven esposa descender de su vehículo para encaminarse por la calzada que llevaba al interior de la universidad. El rostro de Rhaena se notaba radiante, como si repentinamente la melancolía que parecía natural en ella, se esfumara de la nada para dar paso a una Rhaena feliz. La recordaba de aquel bar, en donde siempre parecía sombría, estresada y enteramente seria. Parecía que no había ni un ápice de felicidad en ella, sin embargo, quizás había sido aquello lo que la hizo notarla en primer lugar. Ella no se deslumbró por el, ni siquiera lo había notado del todo mirándolo como un cliente más y solamente eso. Todo el tiempo, aquella hermosa mujer parecía estar sumergida en su mundo aparte en medio de pensamientos que solo ella conocía. Verla de aquella manera, le había provocado nuevamente una punzada de celos que le dolió más de lo que parecía. No quería compartirla con nadie, de una manera posesiva quería poseerla...que fuera únicamente de el.