Esa noche buscó a Sara, como siempre… pero al final terminó por aburrirse y dejarla antes de terminar… no se sentía con ánimos. La respuesta de Eleanor ocupaba su mente. La mujer lo miraba sin entender. Era la primera vez que estaba tan distraído. Carlisle se vistió rápidamente y se marchó. Sin decirle nada.No fue a su casa… tenía que decírselo a alguien, así que tomó la ruta hacia la casa de su amigo, el único que le quedaba de sus antiguos amigos, David Beckett.Era tarde en la noche… casi la una de la madrugada cuando David se levantó presuroso para ver quien era el que tocaba tan insistentemente el timbre de su puerta. Bajó las escaleras y con la frente en alto, observó por la mirilla. Se preocupó. Que Carlisle Stone estuviera a esas horas frente a su puerta… tenía dos opciones: que estuviera totalmente borracho y que no se acordara donde vivía, o que algo malo le haya pasado. Abrió la puerta y allí apoyado en el marco estaba él, que lo miraba. David se sorprendió. Tenía un brill
Esa noche buscó a Sara, como siempre… pero al final terminó por aburrirse y dejarla antes de terminar… no se sentía con ánimos. La respuesta de Eleanor ocupaba su mente. La mujer lo miraba sin entender. Era la primera vez que estaba tan distraído. Carlisle se vistió rápidamente y se marchó. Sin decirle nada.No fue a su casa… tenía que decírselo a alguien, así que tomó la ruta hacia la casa de su amigo, el único que le quedaba de sus antiguos amigos, David Beckett.Era tarde en la noche… casi la una de la madrugada cuando David se levantó presuroso para ver quien era el que tocaba tan insistentemente el timbre de su puerta. Bajó las escaleras y con la frente en alto, observó por la mirilla. Se preocupó. Que Carlisle Stone estuviera a esas horas frente a su puerta… tenía dos opciones: que estuviera totalmente borracho y que no se acordara donde vivía, o que algo malo le haya pasado. Abrió la puerta y allí apoyado en el marco estaba él, que lo miraba. David se sorprendió. Tenía un brill
Los Crawford eran una familia de renombre, siempre a la altura de lo que su apellido les exigía. Anthon, el padre de Anthony, era un claro ejemplo de eso, siempre hizo y hacia exactamente lo que se esperaba de él, y, por supuesto, exigía lo mismo de su hijo.—No tienes elección, debes de casarte con la hija de D´Angelis, ella reúne todo lo que una dama fina debe de tener, es de buena familia — decía su padre mirándolo con severidad.—No me apetece, esa mujer no tiene nada de ser una fina dama y lo sabes — respondió Anthony con molestia.—No me interesa lo que pienses de esto, eres un hombre soltero que tiene 28 años, ya deberías de estar debidamente encamado desde hace años, pero tu rebeldía que siempre nos ha causado problemas nos ha orillado a buscar una esposa adecuada para ti, así que para de una buena vez tus quejas, está decidido que es lo que vas a hacer — dijo el gran señor para luego irse.—Maldición — Anthony estaba muy frustrado.Por la noche, Anthony decidió de visitar un
La luz entraba de golpe por la ventana, que, evidentemente, había olvidado cerrar la noche anterior. Noche de la que, por cierto, no recordaba demasiado. Rhaena recordaba vagamente haber estado con ese chico rico que frecuentaba el bar en donde trabajaba y que este le había invitado un trago. Alarmada al recordarlo, se miro rápidamente, pero observo que su ropa estaba intacta, no había rastro de haber cometido una tontera bajo la influencia del alcohol, o eso creía ella.Levantándose, sintió como si le estuvieran taladrando las cienes, ella no era una persona que gustara de beber compulsivamente, en realidad, no solía beber casi nunca, pues lo consideraba un vicio malsano y caro. Lavándose los dientes, recordó aquel extraño sueño del que acababa de despertar, en donde había firmado un contrato con ese niño millonario, el cual estipulaba que ella seria su esposa durante un tiempo y cambio él le daría dinero. Viéndose al espejo con cara de pereza, pensó que eso era una completa tontería
Rhaena ahora era una mujer casada, aunque nunca planeo serlo, de hecho, cosas como el amor no le interesaban, ella solo y hasta ese momento, tenía interés en terminar su carrera y convertirse en abogada. Lo mas irónico de toda aquella situación, es que ahora mismo podía pagar su carrera sin mayor problema y aun no terminaba de asimilarlo. En su bolso había un cheque de caja con 200,000 dólares que en cualquier momento podía cobrar, cuando apenas hacia dos días estaba racionando la poca comida de su pequeño refrigerador para aguantar hasta el día de paga. Aquello era tan surreal que no podía terminar de asimilarlo. Además, no podía retractarse de ese matrimonio, o ella tendría que compensar a ese hombre con 2 millones de dólares, dinero que, por supuesto, no tenía.Anthony miraba el rostro de Rhaena, era una mujer hermosa, no tenia duda alguna de ello, no parecía ser una mujer de cuna demasiado humilde. Había mandado a investigarla, por supuesto, y solo había resultado ser la hija de u
El sudor frío cubría su cuerpo, había pasado de tener un sueño agradable a aquella misma pesadilla que la sacudía cada noche desde que era niña. Rhaena no había sido una niña feliz, si no todo lo contrario, siempre fue aquella niña a la que nadie quería…ni siquiera su propia madre.En aquella pesadilla que estaba sufriendo, Rhaena podía verse a si misma cuando apenas era una pequeña, soportando los gritos, regaños e insultos de su madre que siempre la desprecio sin importar lo mucho que ella se esforzaba por tener su amor. Sin importar cuanto llorara o cuanto suplicara por un poco de su afecto, siempre miro con dolor como aquella mujer que le dio la vida, solo le brindaba su cariño a Alexia D´Angelis, la hija del matrimonio millonario para el cual su madre trabajaba como sirvienta hasta los tiempos actuales. Dulces pasteles, peinados fabulosos, besos en la mejilla y juegos diarios, eso era lo que su madre siempre procuraba para esa niña que no era su hija, para ella, quien lo era, no
Aquella mañana el cielo estaba nublado, y Anthony miraba aquellas nubes grises desde la ventana de la enorme cocina en la que se encontraba. Aun se hallaba pensando en Rhaena y la relación que tenia con la familia D´Angelis, el destino solía ser caprichoso, meditaba, y aquello que su joven esposa le había revelado le seguía pareciendo increíble. Preparando el desayuno para ella debido a la mala noche que había pasado, se sintió conmovido al recordar las cosas que la joven le había confesado en medio de la histeria que aquella pesadilla le había provocado.Necesitaba averiguar lo que Rhaena le había confesado, pues de ser cierto, entonces definitivamente su ex prometida tenia un pasado aun mas cuestionable del que había creído. Colocando la comida en una bandeja, Anthony camino hacia la habitación en la que habían dormido, y vio a su esposa aun descansando. Acercándose a ella, pudo ver que aún había rastros de lagrimas en sus mejillas, y que el dulzor de su rostro lucía fatigado; había
Los colores del océano eran vivos, llenos de formas y de patrones. Los peces que nadaban apaciblemente, eran como gemas preciosas cuyos colores resaltaban y brillaban ante la luz solar que los besaba. Los corales eran hermosos, y aquel arrecife en el que los esposos estaban buceando, estaba plagado de vida. Hermosos pececillos nadaban junto a ellos sin inmutarse demasiado por su presencia, y aquello era algo de lo que ambos estaban disfrutando en demasía.Rhaena y Anthony se miraron, entendiendo lo mucho que estaban disfrutando junto de aquella mañana de buceo. El sol estaba en su punto, y el arrecife lucía mucho más bello debido a eso. Saliendo de las aguas marinas, regresaron a la playa en donde se vistieron con trajes de baño para seguir disfrutando de aquel día. Era extraño, quizás desde aquella noche en que durmieron juntos sin nada mas que solo eso, se sentían un poco más cómodos con el otro. La noche anterior habían visto películas juntos, descubriendo que ambos disfrutaban de