Los Crawford eran una familia de renombre, siempre a la altura de lo que su apellido les exigía. Anthon, el padre de Anthony, era un claro ejemplo de eso, siempre hizo y hacia exactamente lo que se esperaba de él, y, por supuesto, exigía lo mismo de su hijo.
—No tienes elección, debes de casarte con la hija de D´Angelis, ella reúne todo lo que una dama fina debe de tener, es de buena familia — decía su padre mirándolo con severidad.
—No me apetece, esa mujer no tiene nada de ser una fina dama y lo sabes — respondió Anthony con molestia.
—No me interesa lo que pienses de esto, eres un hombre soltero que tiene 28 años, ya deberías de estar debidamente encamado desde hace años, pero tu rebeldía que siempre nos ha causado problemas nos ha orillado a buscar una esposa adecuada para ti, así que para de una buena vez tus quejas, está decidido que es lo que vas a hacer — dijo el gran señor para luego irse.
—Maldición — Anthony estaba muy frustrado.
Por la noche, Anthony decidió de visitar un bar hablando con su amigo, le conto aquello que su padre le había dicho.
—Te digo hombre, si no quieres casarte no te cases, no tienes por qué hacer caso a tus padres, ya eres un hombre adulto como para que te escojan una esposa —
Anthony miraba a su mejor amigo y compañero de copas, mientras bebía de su enorme tarro de cerveza, no cabía duda alguna que no sabía de lo que hablaba, cuando se nacía en una familia poderosa y millonaria, había ciertas reglas que se tenían que cumplir, entre ellas, el aceptar los compromisos que los padres escogían para los hijos.
—Ojalá fuera de esa manera — dijo con simpleza el joven en sus 28 años, al que habían condenado a casarse con una odiosa y caprichosa mujer a la que no podría amar nunca.
—Tu padre dijo que eres un solterón, ¿Eso significa que si estuvieras ya casado no te forzaría a casarte con la bruja Alexia? — pregunto el amigo en tono perspicaz.
Anthony hizo una mueca negativa.
—¿Dónde encontraría una esposa tan rápido? Además ¿Estás loco? Yo no quiero casarme — se quejó.
—Vamos, eres Anthony Crawford, puedes casarte con la chica que quieras. Mira eso, allí esta chica otra vez, ¿No crees que está muy buena? — su tonto amigo señalaba con el dedo, a aquella mujer de cabello castaño claro que estaba limpiando las mesas que se hallaban más al fondo de aquel bar que solían frecuentar.
Era una mujer hermosa, de hermoso cuerpo y un rostro de ángel, pero demasiado pobre para llamar la atención de cualquiera, o, al menos, eso se decía a si mismo cada que sus ojos azules viajaban para mirarla, secretamente, ella era la razón por la cual solía frecuentar ese bar, le gustaba verla.
—¿A quién le importa? — Anthony se interrumpió por su amigo.
—Hagamos una apuesta, si la convences de casarse contigo para que te salve con tu matrimonio con Alexia D´Angelis, te daré mi Corvette azul, pero si tu pierdes, me entregaras tu Lamborghini verde, es una apuesta justa — aposto su mejor amigo. — Pero no solo sea eso, tambien tienes que durar al menos un maldito año casado con ella si no, no te daré el auto, sé que lo quieres porque no alcanzaste a comprar el tuyo — se burló.
Anthony miro a aquella mesera, quien igual que siempre, pasaba de ellos como si no existieran. Algo despierta la valentía en su sangre, puede ser el alcohol o el orgullo de la mesera.
—Está bien, aceptare tu apuesta, pero subamos el riesgo, que sea el auto y un millón de dólares, además de que el perdedor, pagara la ronda de tragos del otro durante un año — dijo con seguridad Anthony.
Su amigo se rio. — ¡Va! Entonces, prepara un buen documento y volvamos mañana a ver quién de nosotros será el perdedor — y chocando las cervezas, aquella apuesta se había puesto sobre la mesa.
La noche siguiente.
—Oye, tu, mesera, le he pedido permiso a tu jefe, ¿porque no vienes con nosotros? Te invito un trago —
Esa voz era de ese chico escandaloso, mirándolo, lo miro con indiferencia, era guapo, muy guapo, todas sus compañeras meseras soñaban con que el las invitara a salir, pues a parte de aquel gran atractivo de cabellos rubios y ojos azules, tenía dinero, mucho dinero.
—No gracias, mi turno ya termina — Rhaena se negó a sentarse con ese par de hombres.
—Vamos, te daré una muy generosa propina, y prometo que no te haremos nada, solo, me interesa hablar contigo sobre una propuesta que no podrás rechazar — dijo serio.
Rhaena vio aquel fajo de billetes verdes que le estaba ofreciendo solo por acompañarlo a su mesa, y pensó en lo mucho que ese dinero podría ayudarle. De mala gana, acepto sentarse, no podía negarse a ese dinero que el Crawford le entrego en las manos. En la mesa, el amigo del niño rico la miraba con algo de burla, de verdad odiaba a ese tipo de chicos.
—¿Qué es lo quiere señor Crawford? Soy toda oídos — dijo Rhaena con seriedad.
—Cásate conmigo — dijo repentinamente Anthony que logro sorprenderla.
—Wow chico, más despacio, ni siquiera sé cómo te llamas, ¿Estás loco? Por supuesto que no me casare contigo — dijo con cara de indignación Rhaena.
El amigo de Anthony rio por lo bajo, todo parecía indicar que el sería el ganador de aquella apuesta.
—Soy Anthony Crawford, y tú, ¿Cómo te llamas? — pregunto el rubio.
—Rhaena Ashton — respondió la mujer aun sorprendida de aquello.
—Rhaena…ese es un nombre muy peculiar, jamás lo había escuchado, entonces Rhaena, bebamos un trago, y déjame explicarte porque es que quiero casarme contigo —
Después de un rato, Rhaena ya está mareada por la bebida e incluso no escucha bien lo que dice Crawford.
—No importa que pasas, pero no veo porque razón debería aceptar tu propuesta — dijo Rhaena sintiéndose ya mareada por la bebida.
—¿No te gustaría obtener un millón de dólares? Si aceptas ser mi esposa, esa será tu recompensa, y ni siquiera tiene que ser para siempre, solo un año, dame un año de tu vida siendo mi esposa Rhaena, y yo te daré ese millón de dólares con el cual podrás hacer lo que quieras ¿No hay nada que quieras? ¿algo por lo que serias capaz de hacer lo que sea? — dijo Anthony acercándose hasta a ella.
Rhaena, ya muy ebria, medito en aquello, un millón de dólares era mucho dinero, mucho más del que jamás podría aspirar a tener, con ello, sin ningún problema podría pagar sus estudios, seria la abogada que había querido ser siempre y finalmente le demostraría a su madre de lo que ella era capaz. Sin pensarlo mucho ni a fondo, Rhaena miro a ese niño rico.
—Acepto Crawford, seré tu esposa durante un año y tu me darás ese dinero —
Anthony sonrió, la había capturado.
—Solo dime algo Crawford, ¿Por qué yo? ¿Por qué me elegiste a mí? Seguro tenías opciones mucho mejores que solo una mesera — pregunto Rhaena.
Anthony, sin dejar de sonreír, la miro a esos ojos miel que tenía.
—Porque eres muy bella, y creo que serás una buena esposa falsa, ahora firmemos Rhaena — aseguro, ocultando que, en realidad, aquello había sido por una apuesta y luego saco un documento que había preparado para ello.
Rhaena sonrió y creyó aquello. Mirando aquellos papeles, y al calor de la bebida, Rhaena Ashton había firmado para ser la falsa esposa de Anthony Crawford durante un año, Anthony miro con orgullo y burla a su amigo Carlo quien estaba notablemente molesto, había ganado aquella apuesta, además de librarse de aquel matrimonio al que sus padres querían obligarlo, se sintió el rey del mundo en esos momentos.
Y así su historia acaba de comenzar sin saber lo que el destino les tenia a ambos preparados.
La luz entraba de golpe por la ventana, que, evidentemente, había olvidado cerrar la noche anterior. Noche de la que, por cierto, no recordaba demasiado. Rhaena recordaba vagamente haber estado con ese chico rico que frecuentaba el bar en donde trabajaba y que este le había invitado un trago. Alarmada al recordarlo, se miro rápidamente, pero observo que su ropa estaba intacta, no había rastro de haber cometido una tontera bajo la influencia del alcohol, o eso creía ella.Levantándose, sintió como si le estuvieran taladrando las cienes, ella no era una persona que gustara de beber compulsivamente, en realidad, no solía beber casi nunca, pues lo consideraba un vicio malsano y caro. Lavándose los dientes, recordó aquel extraño sueño del que acababa de despertar, en donde había firmado un contrato con ese niño millonario, el cual estipulaba que ella seria su esposa durante un tiempo y cambio él le daría dinero. Viéndose al espejo con cara de pereza, pensó que eso era una completa tontería
Rhaena ahora era una mujer casada, aunque nunca planeo serlo, de hecho, cosas como el amor no le interesaban, ella solo y hasta ese momento, tenía interés en terminar su carrera y convertirse en abogada. Lo mas irónico de toda aquella situación, es que ahora mismo podía pagar su carrera sin mayor problema y aun no terminaba de asimilarlo. En su bolso había un cheque de caja con 200,000 dólares que en cualquier momento podía cobrar, cuando apenas hacia dos días estaba racionando la poca comida de su pequeño refrigerador para aguantar hasta el día de paga. Aquello era tan surreal que no podía terminar de asimilarlo. Además, no podía retractarse de ese matrimonio, o ella tendría que compensar a ese hombre con 2 millones de dólares, dinero que, por supuesto, no tenía.Anthony miraba el rostro de Rhaena, era una mujer hermosa, no tenia duda alguna de ello, no parecía ser una mujer de cuna demasiado humilde. Había mandado a investigarla, por supuesto, y solo había resultado ser la hija de u
El sudor frío cubría su cuerpo, había pasado de tener un sueño agradable a aquella misma pesadilla que la sacudía cada noche desde que era niña. Rhaena no había sido una niña feliz, si no todo lo contrario, siempre fue aquella niña a la que nadie quería…ni siquiera su propia madre.En aquella pesadilla que estaba sufriendo, Rhaena podía verse a si misma cuando apenas era una pequeña, soportando los gritos, regaños e insultos de su madre que siempre la desprecio sin importar lo mucho que ella se esforzaba por tener su amor. Sin importar cuanto llorara o cuanto suplicara por un poco de su afecto, siempre miro con dolor como aquella mujer que le dio la vida, solo le brindaba su cariño a Alexia D´Angelis, la hija del matrimonio millonario para el cual su madre trabajaba como sirvienta hasta los tiempos actuales. Dulces pasteles, peinados fabulosos, besos en la mejilla y juegos diarios, eso era lo que su madre siempre procuraba para esa niña que no era su hija, para ella, quien lo era, no
Aquella mañana el cielo estaba nublado, y Anthony miraba aquellas nubes grises desde la ventana de la enorme cocina en la que se encontraba. Aun se hallaba pensando en Rhaena y la relación que tenia con la familia D´Angelis, el destino solía ser caprichoso, meditaba, y aquello que su joven esposa le había revelado le seguía pareciendo increíble. Preparando el desayuno para ella debido a la mala noche que había pasado, se sintió conmovido al recordar las cosas que la joven le había confesado en medio de la histeria que aquella pesadilla le había provocado.Necesitaba averiguar lo que Rhaena le había confesado, pues de ser cierto, entonces definitivamente su ex prometida tenia un pasado aun mas cuestionable del que había creído. Colocando la comida en una bandeja, Anthony camino hacia la habitación en la que habían dormido, y vio a su esposa aun descansando. Acercándose a ella, pudo ver que aún había rastros de lagrimas en sus mejillas, y que el dulzor de su rostro lucía fatigado; había
Los colores del océano eran vivos, llenos de formas y de patrones. Los peces que nadaban apaciblemente, eran como gemas preciosas cuyos colores resaltaban y brillaban ante la luz solar que los besaba. Los corales eran hermosos, y aquel arrecife en el que los esposos estaban buceando, estaba plagado de vida. Hermosos pececillos nadaban junto a ellos sin inmutarse demasiado por su presencia, y aquello era algo de lo que ambos estaban disfrutando en demasía.Rhaena y Anthony se miraron, entendiendo lo mucho que estaban disfrutando junto de aquella mañana de buceo. El sol estaba en su punto, y el arrecife lucía mucho más bello debido a eso. Saliendo de las aguas marinas, regresaron a la playa en donde se vistieron con trajes de baño para seguir disfrutando de aquel día. Era extraño, quizás desde aquella noche en que durmieron juntos sin nada mas que solo eso, se sentían un poco más cómodos con el otro. La noche anterior habían visto películas juntos, descubriendo que ambos disfrutaban de
Una simple fotografía había sido suficiente para desatar una ira atroz en aquella mansión lujosa. Una joven de piel morena clara y furiosos ojos castaños del mismo color de su cabello, hacia una rabieta tremenda frente a su servidumbre. Eran las 10 am, y el desayuno que se le había servido yacía desparramado por el suelo. La mayoría de los sirvientes miraban con desaprobación aquel acto, pero siendo Alexia D´Angelis era algo mucho más común de lo que debería serlo. Solo una de las sirvientas estaba al lado de la joven que se hallaba histérica en medio de un llanto.—Nana el se caso con otra mujer, ¡Se caso con otra mujer! — grito Alexia arrojando al suelo otra bandeja mas de alimentos que contenía panecillos.—Tranquila mi niña Alexia, debe de haber un error, el joven Crawford es su prometido, no puede casarse con otra — decía una sirvienta de mediana edad, de cabellos canos y ojos complacientes mientras acariciaba la espalda de la joven.Alexia extendió su celular hacia su nana mient
Aquella mañana fue diferente. Rhaena se levantó de aquella cama en donde aun se hallaba Anthony durmiendo. Se sentía como si fuese otra persona. Después de aquella noche de pasión desenfrenada en la que había perdido su virginidad, era como estar completamente fuera de si misma. No sentía culpa, después de todo, muchas de sus amigas habían tenido relaciones sin estar realmente enamoradas, aunque, si se sentía algo incomoda al no entender del todo la razón por la cual ella se acostó con aquel multimillonario. Mirando las argollas matrimoniales sobre el buro junto a la cama, entendía que no era “incorrecto”, después de todo, estaba “casada” con ese hombre durmiente que parecía muy abrazado apaciblemente en los brazos de Morfeo.Levantándose, camino hacia el baño para asearse. Mirándose en el espejo, vio su cuerpo desnudo por primera vez después de perder la virginidad. Por supuesto, no había cambios en ellas, su cabello era el mismo, su figura era la misma, todo estaba en perfecto orden
El trayecto a la universidad había sido silencioso. Rhaena, en realidad, no tenia demasiado de lo que hablar con Anthony, y simplemente se había quedado en silencio mientras pensaba en los próximos exámenes. Quizás, no quería involucrarse mas de la cuenta con aquel millonario que le hizo firmar ese contrato matrimonial. Quizás, no quería ver que aquello podía convertirse en algo más, en algo que lograra distraerla de las metas que tan férreamente se había propuesto.Anthony miraba el hermoso perfil de su joven esposa. Rhaena tenia la mirada perdida en la nada, y solo ella sabía la clase de pensamientos que le estaban cruzando por la mente, y la hacían perderse del mundo que la rodeaba. Quizás, era muy osado de su parte esperar algo más, después de todo, lo suyo era solo un matrimonio falso, nada mas que la firma en un papel en la que ambos estuvieron de acuerdo para cada uno alcanzar un propósito previamente establecido. El necesitaba de una esposa, una que le ayudase a no perder su h