Aquella mañana fue diferente. Rhaena se levantó de aquella cama en donde aun se hallaba Anthony durmiendo. Se sentía como si fuese otra persona. Después de aquella noche de pasión desenfrenada en la que había perdido su virginidad, era como estar completamente fuera de si misma. No sentía culpa, después de todo, muchas de sus amigas habían tenido relaciones sin estar realmente enamoradas, aunque, si se sentía algo incomoda al no entender del todo la razón por la cual ella se acostó con aquel multimillonario. Mirando las argollas matrimoniales sobre el buro junto a la cama, entendía que no era “incorrecto”, después de todo, estaba “casada” con ese hombre durmiente que parecía muy abrazado apaciblemente en los brazos de Morfeo.Levantándose, camino hacia el baño para asearse. Mirándose en el espejo, vio su cuerpo desnudo por primera vez después de perder la virginidad. Por supuesto, no había cambios en ellas, su cabello era el mismo, su figura era la misma, todo estaba en perfecto orden
El trayecto a la universidad había sido silencioso. Rhaena, en realidad, no tenia demasiado de lo que hablar con Anthony, y simplemente se había quedado en silencio mientras pensaba en los próximos exámenes. Quizás, no quería involucrarse mas de la cuenta con aquel millonario que le hizo firmar ese contrato matrimonial. Quizás, no quería ver que aquello podía convertirse en algo más, en algo que lograra distraerla de las metas que tan férreamente se había propuesto.Anthony miraba el hermoso perfil de su joven esposa. Rhaena tenia la mirada perdida en la nada, y solo ella sabía la clase de pensamientos que le estaban cruzando por la mente, y la hacían perderse del mundo que la rodeaba. Quizás, era muy osado de su parte esperar algo más, después de todo, lo suyo era solo un matrimonio falso, nada mas que la firma en un papel en la que ambos estuvieron de acuerdo para cada uno alcanzar un propósito previamente establecido. El necesitaba de una esposa, una que le ayudase a no perder su h
Anthony miraba a su joven esposa descender de su vehículo para encaminarse por la calzada que llevaba al interior de la universidad. El rostro de Rhaena se notaba radiante, como si repentinamente la melancolía que parecía natural en ella, se esfumara de la nada para dar paso a una Rhaena feliz. La recordaba de aquel bar, en donde siempre parecía sombría, estresada y enteramente seria. Parecía que no había ni un ápice de felicidad en ella, sin embargo, quizás había sido aquello lo que la hizo notarla en primer lugar. Ella no se deslumbró por el, ni siquiera lo había notado del todo mirándolo como un cliente más y solamente eso. Todo el tiempo, aquella hermosa mujer parecía estar sumergida en su mundo aparte en medio de pensamientos que solo ella conocía. Verla de aquella manera, le había provocado nuevamente una punzada de celos que le dolió más de lo que parecía. No quería compartirla con nadie, de una manera posesiva quería poseerla...que fuera únicamente de el.
Nunca podría cansarse de aquella vista que le daba la universidad. Había sido para ella un mar de sufrimiento el poder llegar a pesar de que no tenia a nadie en quien apoyarse para alcanzar sus sueños. Rhaena, sin embargo, por esa ocasión, se convirtió en el centro de las miradas cuando bajo de aquel coche lujoso con ese apuesto hombre de apariencia elegante junto a ella. Quizás, esa era la primera vez que se le ponía tanta atención.—No es necesario que me acompañes, ¿Lo sabes? Aunque te agradezco que me hayas traído — dijo Rhaena sintiendo las miradas curiosas y recelosas sobre ella.Anthony le sonrió.—Tonterías, puedo acompañarte, soy tu esposo de todas maneras — respondió.Rhaena quiso responderle que únicamente eran esposos por aquel contrato que habían firmado, que en realidad no tenia porque tomarse tales molestias, aunque, por alguna razón que no comprendió, guardo silencio.Anthony, sonriendo de lado, le tomo la mano a Rhaena y esta de un instante a otro enrojeció, aquel ges
El sonido de la tiza sobre el pizarron, era quizás lo único que estaba escuchando durante aquella aburrida clase. Eran ya pasadas las 12 del mediodía, y desde hacía un largo rato que su falso marido se había marchado dejándola para hacer sus clases con normalidad. Un sonrojo se dibujo en sus mejillas después de recordar casi por milésima vez durante esas pocas horas, aquello que Anthony Crawford le dijo tan ligeramente sin más y tampoco sin explicarse. ¿El quería que ella fuese suya? Eso básicamente era lo que le había pedido, al menos, lo que durará el contrato que ambos firmado, y no lograba comprender la razón de ese cambio. Además, ni siquiera había tenido oportunidad de pensar a fondo en lo que había pasado...ellos habían hecho "Eso" y tampoco terminaba de entender que era lo que sentía al respecto. Rhaena se sentía confundida, atrapada en mis pensamientos y el estrés de que ellos no le permitían prestar atención a la clase. Pensando en el dinero que había recibido, admitía que
En el amor no hay regla que sea válida o condición que este forzada a cumplirse. Te llega repentinamente y sin previo aviso, golpeando tan duro como nada mas lo hace. Anthony reflexionaba sobre lo que le dijo a Rhaena después de su ataque inesperado de celos. Jamás había experimentado una sensación ni remotamente similar a esa, era algo que le resultaba completamente nuevo e incluso, extraño.Mirando a su escritorio vacío, pensó en colocar una fotografía de su joven esposa allí, y se sintió sorprendido de aquel pensamiento que le cruzo repentinamente por la mente. ¿Qué era lo que estaba pasándole? últimamente no se sentía el mismo, y eso, le causaba cierto temor. El sonido de su celular con esa simple melodía lo arrebato de sus pensamientos. Mirando la pantalla, el fastidio se apodero de el en ese mismo instante, pues aquella llamada era del numero de su ex prometida a quien le tenia por apodo la insoportable. Dudando entre responder o no hacerlo, decidió hacerlo, después de todo, aun
El viento soplaba gentilmente, colándose por la ventana abierta de aquel costoso coche logrando acariciar su rostro. Las nubes se movían a la par de este, como en una danza sin final que lograba hechizarla. Sus encendidas mejillas dejaban ver los rastros de una creciente vergüenza, una que, le había nacido después de que Anthony alabara su belleza.“Te ves hermosa”Aquellas tres tan simples palabras que le dijo luego de recogerla de la universidad, habían sido suficiente para hacerla enrojecer severamente, mientras deseaba que se callara, no estaba acostumbrada a recibir demasiados halagos, y menos aun cuando estos venían de un hombre tan apuesto. Quizás, había pasado demasiado adormilada en las cosas más típicas de la vida, como lo eran la amistad…el amor.Durante demasiados años, realmente siempre se había considerado como alguien inferior, fea o indigna, y por ello, era que siempre se esforzaba mas que el resto, ella siempre buscaba sobre salir en todo lo que podía, pues era de est
Aquella era una noche especial, la luz de la luna alumbraba los bellos jardines de la mansión Crawford, y Rhaena admiraba el esplendido paisaje nocturno. Se sentía extraña…casi amada. Había pasado la tardeen aquel florido campo de flores, con las vetustas arboladas como mudos testigos de aquella pasión que ella y Anthony se habían demostrado sin temor a ser vistos en sus trajes de Adán y Eva en aquellos campos.Sintiendo como los fuertes brazos de su falso esposo la abrazaban por la espalda, Rhaena se giró para besarlo. Aquello era tal vez una mera ilusión, algo enteramente pasajero y que, seguramente, la terminaría lastimando de una u otra manera, sin embargo, era imposible detener aquellas sensaciones que estaba experimentando. No había una verdadera razón para ello, no había tampoco nada lógico en ese asunto, pero era de tales maneras lo deseara o no. Los calientes labios de Anthony invadían los suyos, enseñándole a besar con deseo…con pasión. Eran como un maestro y su estudiante e