El sonido de la tiza sobre el pizarron, era quizás lo único que estaba escuchando durante aquella aburrida clase. Eran ya pasadas las 12 del mediodía, y desde hacía un largo rato que su falso marido se había marchado dejándola para hacer sus clases con normalidad. Un sonrojo se dibujo en sus mejillas después de recordar casi por milésima vez durante esas pocas horas, aquello que Anthony Crawford le dijo tan ligeramente sin más y tampoco sin explicarse. ¿El quería que ella fuese suya? Eso básicamente era lo que le había pedido, al menos, lo que durará el contrato que ambos firmado, y no lograba comprender la razón de ese cambio. Además, ni siquiera había tenido oportunidad de pensar a fondo en lo que había pasado...ellos habían hecho "Eso" y tampoco terminaba de entender que era lo que sentía al respecto. Rhaena se sentía confundida, atrapada en mis pensamientos y el estrés de que ellos no le permitían prestar atención a la clase. Pensando en el dinero que había recibido, admitía que
En el amor no hay regla que sea válida o condición que este forzada a cumplirse. Te llega repentinamente y sin previo aviso, golpeando tan duro como nada mas lo hace. Anthony reflexionaba sobre lo que le dijo a Rhaena después de su ataque inesperado de celos. Jamás había experimentado una sensación ni remotamente similar a esa, era algo que le resultaba completamente nuevo e incluso, extraño.Mirando a su escritorio vacío, pensó en colocar una fotografía de su joven esposa allí, y se sintió sorprendido de aquel pensamiento que le cruzo repentinamente por la mente. ¿Qué era lo que estaba pasándole? últimamente no se sentía el mismo, y eso, le causaba cierto temor. El sonido de su celular con esa simple melodía lo arrebato de sus pensamientos. Mirando la pantalla, el fastidio se apodero de el en ese mismo instante, pues aquella llamada era del numero de su ex prometida a quien le tenia por apodo la insoportable. Dudando entre responder o no hacerlo, decidió hacerlo, después de todo, aun
El viento soplaba gentilmente, colándose por la ventana abierta de aquel costoso coche logrando acariciar su rostro. Las nubes se movían a la par de este, como en una danza sin final que lograba hechizarla. Sus encendidas mejillas dejaban ver los rastros de una creciente vergüenza, una que, le había nacido después de que Anthony alabara su belleza.“Te ves hermosa”Aquellas tres tan simples palabras que le dijo luego de recogerla de la universidad, habían sido suficiente para hacerla enrojecer severamente, mientras deseaba que se callara, no estaba acostumbrada a recibir demasiados halagos, y menos aun cuando estos venían de un hombre tan apuesto. Quizás, había pasado demasiado adormilada en las cosas más típicas de la vida, como lo eran la amistad…el amor.Durante demasiados años, realmente siempre se había considerado como alguien inferior, fea o indigna, y por ello, era que siempre se esforzaba mas que el resto, ella siempre buscaba sobre salir en todo lo que podía, pues era de est
Aquella era una noche especial, la luz de la luna alumbraba los bellos jardines de la mansión Crawford, y Rhaena admiraba el esplendido paisaje nocturno. Se sentía extraña…casi amada. Había pasado la tardeen aquel florido campo de flores, con las vetustas arboladas como mudos testigos de aquella pasión que ella y Anthony se habían demostrado sin temor a ser vistos en sus trajes de Adán y Eva en aquellos campos.Sintiendo como los fuertes brazos de su falso esposo la abrazaban por la espalda, Rhaena se giró para besarlo. Aquello era tal vez una mera ilusión, algo enteramente pasajero y que, seguramente, la terminaría lastimando de una u otra manera, sin embargo, era imposible detener aquellas sensaciones que estaba experimentando. No había una verdadera razón para ello, no había tampoco nada lógico en ese asunto, pero era de tales maneras lo deseara o no. Los calientes labios de Anthony invadían los suyos, enseñándole a besar con deseo…con pasión. Eran como un maestro y su estudiante e
Los ojos oscuros de su padre, lo miraban con aquel permanente y muy marcado desacuerdo que durante toda su vida había experimentado. Antone Crawford, como era su primer nombre, nunca había demostrado un generoso rostro amable a ninguno de sus hijos. A la vieja usanza, manejaba a su familia con puño de hierro, siempre velando por los intereses de sus compañías, antes que la felicidad de sus vástagos. Anthony miraba a su progenitor desafiante, manteniendo su postura firme y no dispuesto a dejar a Rhaena para casarse con esa despreciable mujer, Alexia D´Angelis nunca seria una mujer a la que deseara a su lado.—Entonces, te has casado, y dime, Anthony, ¿Esa mujer es de buena familia? ¿Qué puede aportar tu esposa a los Crawford que la haga ser merecedora de nosotros? — cuestiono Antone sin dejar de mirar ni por un momento a su hijo.Anthony chasqueo la lengua; realmente odiaba que su padre siempre actuara de esa insufrible manera sintiéndose superior a otros tan solo por haber nacido en e
Anthony miraba a Rhaena, aquella noche lucia realmente hermosa ataviada en aquel vestido sencillo, pero elegante, en color azul marino. Estaba evidentemente nerviosa, y, ciertamente, no podría culparla por eso. Irian a la mansion Crawford, la principal, a una cena en la que, finalmente, Rhaena conoceria a sus padres. Queria causar una buena impresión, eso era obvio, y es que, de todas maneras, de eso iba El contrato matrimonial que habían firmado: ella era la esposa perfecta y el le pagaria por ello, eso era todo. Aun no a Lanza a comprender lo que estaba sintiendo por su esposa de contrato. Todo esta a sobre la mesa, tenian buen sexo, no existia un compromiso real, y nada que realmente los atara a nada, Ella tenía sus metas establecidas, el seguiría vigente en el testamento como el heredero de los Crawford, y todo iba según su plan. Sin embargo, algo de todo ello no le terminaba de gustar y lo hacía sentir incómodo. Quería importarle a Rhaena, importarle de verdad, y que ella no le
Decir que aquel lugar era maravilloso se quedaba corto, realmente, la mansión de los Crawford, la principal, era la meca de la opulencia. Por supuesto, para todos era bien sabido lo increíblemente acaudalados eran los Crawford, y no solamente eran asquerosamente ricos, también eran poderosos, con influencias poderosas, y considerados como una de las familias más influyentes e importantes de todo el país.Rhaena se sentía disminuida, abrumada por todo aquello que jamás creyó mirar en la vida real; en las novelas televisivas o en los libros era algo común mirar mansiones como esas, aunque en la vida real raramente alguien “común” podría ver algo así con sus propios ojos. —Joven Anthony, pasen por aquí. Sus padres y hermanos ya lo están esperando en el gran comedor, a petición de su madre se ha preparado un banquete, es un placer conocer a su esposa — decía una sirviente que los había recibido, Rhaena se sentía como una extraña en tierra extranjera, todo aquello era simplemente opulent
El ambiente se sentía dividido, por un lado, la madre y hermana de Anthony parecían ser muy amables y conversadoras, le habían hecho casi todo tipo de preguntas sin afán de molestarla, solo por mera curiosidad de saber mas de ella. Por el otro lado, el padre y hermano de su falso esposo eran mas bien recelosos, apenas y si habían movido los labios para hacer alguna pregunta incomoda, y era mas que evidente que ninguno estaba de acuerdo con aquel matrimonio que parecía sacado como el as de una manga. Rhaena se sentía incomoda, casi invadida en su individualidad, y sumamente nerviosa. Aun así, no se dejó intimidar en ningún momento, y siguió la charla con gran habilidad y sin perder aquella amable sonrisa que, por supuesto, había estado fingiendo.Anthony miraba como Rhaena manejaba a su familia con gran diligencia. Así como era genuinamente amable con su madre y hermana menor, tambien era lo suficientemente inteligente para no seguir las provocaciones de su padre y hermano. Era astuta,