El tiempo había comenzado a correr, y Rhaena, con una concentración increíble, se había metido en aquel examen de tiempo limite esperando que sus estudios dieran los frutos esperados. Había pasado la noche en vela estudiando, acompañada de Anthony y con toda la determinación de ser la nota mas alta.Anthony esperaba a su esposa en una cafetería cercana, esperando el mensaje donde ella le avisara que había terminado de presentar, pues aquel día no habría clases, tan solo aquel examen para el que había estado estudiando duramente.Admiraba a su joven esposa, aquella determinación que poseía, jamás la había visto en cualquier otro ser humano, era algo grato de ver el verla esforzándose por alcanzar sus sueños y objetivos, y por un momento, deseo ser igual a ella.Había crecido siendo el primer hijo de la familia Crawford, y, por lo tanto, el destinado a ser el heredero de su casa. Realmente nunca tuvo que esforzarse por nada, todo lo que quería lo tenia en la mano, y quizás por lo mismo,
Cada poster mal intencionado había sido retirado con una rapidez asombrosa mientras Rhaena era llevada a la mansión en una ambulancia en la que la estaban atendiendo después de sufrir aquel desmayo. El abogado de Anthony, Carl Renfield, hablaba en ese precioso momento con el rector de aquella universidad, logrando casi bajo amenazas de parte del heredero Crawford, que aquel penoso incidente no perjudicara a Rhaena de ninguna manera, ya que ella era la víctima. Alexia en su lujosa mansión, se burlaba enormemente de las fotografías que los hombres que contrato le habían enviado, en donde su rival y enemiga yacía con una cara de completo asombro y dolor al mirar su pequeño obsequio, sin embargo, al llegar a la ultima fotografía, aquella sonrisa de triunfo se había desvanecido, al mirar como Anthony abrazaba protectoramente a Rhaena consolándola.En la mansión Crawford en que vivía la pareja, Anthony escuchaba a su padre regañándolo por lo que había pasado, ya que, al aparecer en aquellas
—Señora, le he traído el té, el señor Crawford salió esta mañana, me pidió que le informara que ha ido a hablar personalmente con el señor D´Angelis y que no debe de preocuparse por nada —Aquella mañana daba comienzo en solitario, sin embargo, francamente aquello era lo que deseaba. Rhaena le agradeció a la sirvienta, y con aquella taza de te en las manos, miro como las blancas cortinas se elevaban por cosa del viento.Su cabeza era un desastre de pensamientos aun mas desastrosos, estaba embarazada, con una carrera inconclusa, y de un hombre con el que había firmado un contrato. ¿Qué se suponía que iba a hacer ahora? Suspirando, en ese momento todo lo ocurrido con Alexia pasaba a segundo término. No había caído en cuenta de que podría embarazarse, ¿Qué tan estúpida era? ¿Qué esperaba si tenía sexo a diario con su esposo? No se había preocupado por el periodo, pues según sus cuentas, aun no debería haberle llegado…y por supuesto, no le llegaría.Rhaena…hay algo que debes de saber…y un
El ser madre era el sueño de muchas y la pesadilla de otras. Una decisión que jamás debería de ser tomada a la ligera, y que a todas las mujeres les puede llegar a causar un conflicto, una decisión que debe ser exclusivamente de ellas ya que es su vida la que depende de ello.Rhaena observaba a Anthony frente a ella, y ese hombre, su esposo, le había asegurado que sea cual sea la decisión que ella tomase, la respetaría en el acto. Todo dentro de ella misma daba vueltas, y los mismos temores que había sentido todo el día, regresaban y se iban en una interminable batalla interna. Tenia miedo, estaba asustada, aunque, irónicamente, no era por esa criatura que ya crecía dentro de ella, mas bien aquel temor que la invadía, era debido al profundo temor de convertirse en una madre tan terrible como la suya había sido con ella.—Tengo miedo, tengo mucho miedo de cometer un error fatal, de equivocarme de nuevo, tengo mucho miedo de ser como ella fue, de no ser suficiente…de decir cosas crueles
La larga carretera que ya los recibía se apreciaba casi vacía a esas horas de las madrugada, la oscuridad lo cubría todo a su paso y los nubarrones de lluvia que se divisaban a lo lejos presagiaban una gran tormenta, mirando por el espejo retrovisor miraba la ciudad quedarse cada vez más atrás, Andrew Miller se preguntaba cómo es que había terminado enredado en tal lio, se consideraba a si mismo como una persona sensata y de pensamiento lógico, aunque en esa situación no estaba siendo ninguna de las cosas, pero, ¿Cómo negarse cuando ella se lo había pedido de manera tan dolorosamente desesperada?“Todo hombre comete, aunque sea una sola, locuras por una mujer”Aquella frase casi le hizo mostrar una desapercibida sonrisa de ironía, siempre había considerado que su padre no era una persona sensata, siempre dominado por tontos sentimentalismos al igual que la mujer a la que se consideraba una madre, todos eran iguales en ese aspecto…y ahora mismo el tambien lo era.Estaba viajando para u
La larga carretera que ya los recibía se apreciaba casi vacía a esas horas de las madrugada, la oscuridad lo cubría todo a su paso y los nubarrones de lluvia que se divisaban a lo lejos presagiaban una gran tormenta, mirando por el espejo retrovisor miraba la ciudad quedarse cada vez más atrás, Andrew Miller se preguntaba cómo es que había terminado enredado en tal lio, se consideraba a si mismo como una persona sensata y de pensamiento lógico, aunque en esa situación no estaba siendo ninguna de las cosas, pero, ¿Cómo negarse cuando ella se lo había pedido de manera tan dolorosamente desesperada?“Todo hombre comete, aunque sea una sola, locuras por una mujer”Aquella frase casi le hizo mostrar una desapercibida sonrisa de ironía, siempre había considerado que su padre no era una persona sensata, siempre dominado por tontos sentimentalismos al igual que la mujer a la que se consideraba una madre, todos eran iguales en ese aspecto…y ahora mismo el tambien lo era.Estaba viajando para u
Aquel solitario café era tal cual lo recordaba de sus tiempos de estudiante. Apenas con un alma alrededor a esas horas, y que solía atiborrarse de estudiantes hambrientos en las horas de descanso. Esperaba a aquella chica de sus sueños, la misma que le había pedido encarecidamente el ayudarle con alguna cuestión que le era ya completamente desconocida y que le hacía preguntarse que era lo que estaba haciendo allí. Elric Harrison era un hombre serio, bastante apuesto en sus 1.80 de piel morena clara y unos impresionantes ojos verdes que resaltaban aún más debido a su cabello negro. Las meseras del lugar cuchicheaban entre si, mirándolo sin ningún recato alguno, cosa que, cómo siempre, lograba incomodarlo. Elric se consideraba un hombre apuesto, lo era en realidad, pero aquello no podía importarle menos. Era de carácter frío, analítico en exceso y con sus prioridades siempre en primer lugar. Sin embargo, no podía evitar dejar todo de lado por Rhaena, su amiga de infancia y la primer
La luz del amanecer les molestaba un poco a sus ojos cansados; era lógico, no había dormido más que un par de horas en un motel de paso antes de llegar a su destino, sin embargo, finalmente llegaba a Aquel lugar; había decidido tomar la carretera y no un avión porque necesitaba algo de tiempo para analizar la situación y terminar de asimilar lo que estaba ocurriendo. Todo lo que habia hablado con Rhaena, le habia provocado trementa jaqueca y ahora mismo tenia que acudir a una junta importante antes de ver que era lo que haria con esa chica que sabia bien como meterse en problemas. Aun no podia creer que se habia casado por contrato, y de alguna manera habia terminado enredada con ese hombre al grado de estar esperando a un hijo de este, Anthony Crawford, el importante heredero, ahora le parecia una persona demasiado despreciable. La ciudad parecía casi desierta a esas horas de la mañana; era de esperarse, aquel lugar solía ser una ciudad muy viva pero solo de noche, por ello no gusta