Infelicidad eterna

Quítame el maldito corsé… — jadeó. Carlisle dejó la tarea a la que se había avocado con placer y la miró a los ojos.— no puedo respirar…

Tendría que dejártelo puesto,— dijo riendo mientras liberaba lentamente los corchetes del corsé.— Como una especie de castigo…

Si, claro… — dijo ella un poco mas aliviada. Al menos la excitación no le quitaba el aire como cuando tenía el corsé. Una vez que terminó la labor con los corchetes, el condenado corsé fue a parar a algún lugar del camarote. Carlisle se incorporó, para quitarle los zapatos y luego con la yema de los dedos, le quitó las medias, dejándola solo con las bragas. — Carlisle…

Shhh — dijo mientras la acomodaba, y utilizaba las medias para atarla a la cabecera de bronce de la cama — eres mi prisionera esta noche — dijo terminando la tarea. Bajó lentamente, para besarle la frente, y acariciar cada centímetro de piel que encontraba — vas a ser mía… — la miró a los ojos — ¿quieres ser mía Eleanor? — esa pregunta encerraba miles de deseos
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