Creo que en estos últimos días la he dejado de lado, pero ya está aquí, volvió¡y te aseguro que no dejaré que nadie, nunca mas se meta conmigo!Bien… pero de todas maneras, quiero que sepas que aun tienes hermanos mayores… — ella sonrió — que están dispuestos a todo por ti…¡Lo sé, loco! — lo abrazó nuevamente — te quiero mucho Emerson…Debería haberte cuidado mas, Eleanor — dijo suspirando — siento que no te he cuidado como corresponde…Lo de Carlisle…No hablo solo de Carlisle — Ella lo miró sin entender — Estoy hablando de Kalem Green — Ella se puso pálida de repente.¿Qué dices?Digo que debería haberte cuidado de ese infeliz… Si tu supieras lo que dijo de ti en frente mío… — se separó un poco y pasó sus manos por el rubio cabello de su hermana — No pude defenderte como merecías, en ese momento.Emerson…El fue cruel con Carlisle, pero peor contigo… te trató como una vulgar zorra… te menospreció como mujer, en frente mío y yo estaba tan conmocionado por lo que escuchaba que ni siq
Sé que has hecho un buen trabajo… solo te pido que canceles las citas de la tarde… no me siento con ánimo de atender a nadie…Bien señor… — lo miró — Eh…Por lo de ayer…Descuide señor… — dijo serena — yo, entiendo… y seré discretaGracias… —Tomó la agenda. — ¿y Beckett?El dijo que tenía que hablar con el señor Rose y luego vendría a verlo…Trata de que no venga… dile que no he llegado aun…Bien señor…Puedes retirarte Jane… y nuevamente gracias…Estaba a punto de partir, cuando la puerta e su oficina se abrió estrepitosamente, y un David Beckett entró hecho una fiera. Carlisle levantó la vista para mirarlo, y sonrió. David parecía haber tenido una de sus antiguas transformaciones, antes de la medicina matalobos que había descubierto Neville Moore. Luego bajó la vista para terminar de ordenar sus papeles y apagar el ordenador, cuando su amigo, se acercó y sin mediar palabra dio un fuerte golpe en su escritorio para llamar su atención.¿Se puede saber, dónde diablos has estado¿Por qué
Sábado… Habían pasado tres días de aquella fatídica noche, y ya los golpes no se notaban a simple vista. Lo único que le dejaba marcas eran los dedos de Kalem, alrededor de sus muñecas… era casi imposible que aun no se esfumaran. Esos particularmente. Al menos tenía el fin de semana para recuperarse del todo y el lunes iría a Trabajar. Ya había pasado demasiado tiempo, en casa, y ahora ya no soportaba el encierro. Lo peor es que Carlisle había cumplido su promesa y no la había molestado en absoluto. Si al menos lo hubiera visto… Se preguntó mientras se cepillaba el cabello, cómo estaría, si de verdad se sentía mortificado, o por el contrario se lamentaba no haber terminado con su cometido. Si bien Emerson le había asegurado que él le había pedido perdón, Beckett le comentara que estaba arrepentido, y Farrah le asegurara que hasta lloró cuando se enteró de la verdad por boca de su cuñada, a pesar de que esa actitud podría interpretarla como una pequeñita luz de esperanza, que hacía vis
Era un café pequeño, en el centro del Londres … la tarde se hacía cada vez más fría, por lo que la inmensa cantidad de peatones, se arremolinaban en las veredas tratando de apurarse, para llegar al calor de sus casas. Los autos iban y venían, dando su cuota de caos. A Eleanor no le gustaba ir de compras, por la tarde… Pero Farrah la había tenido de aquí para allá toda la jornada. Primero fueron al banco empresarial Nacional, donde llenaron sus monederos de una gran cantidad de dinero. Después se pasearon por todo el callejón, porque Farrah, había prometido, ir a visitar a Emerson, quien tenía una reunión en la tienda de artículos de calidad de Futbol, sucursal del Callejón Hellmans. Luego acompañadas por el joven, compraron unos helados y conversaron de cosas sin importancia.Mas adelante, se encontraron con Sophie, que iba muy apurada a la botica, por unas medicinas, y elementos para prepararlas. Ella les comentó de la increíble rehabilitación de los padres de su esposo, Neville Moor
Espera — dijo desesperado. Ella se dio vuelta y lo miró. El sudaba… estaba nervioso “O por Dios, como puedes estar tan atractivo…” pensó ella. ¿Si? Quiero hablar contigo…— bajó la cabeza — sobre lo que pasó — Eleanor tensó el cuerpo. No creo que sea necesario — dijo cortante. Para mi si… — dijo él y le señaló una butaca. Ella dejó las bolsas, que apretaba nerviosa, en el suelo y se sentó. El comenzó a pasear por la habitación, pero cuidando de no acercarse a ella. Cualquier cosa, menos atemorizarla. No sé qué quieres decirme — susurró — o quizás quieres que yo te de una explicación, ¿verdad? Eleanor… En verdad quieres que te diga que sucedió, ¿no? ¿Quieres escucharlo de mi propia boca? Puedo hacerlo… No es eso… ¿Entonces, qué es lo que quieres?— dijo ella exasperada. Quiero que me perdones… — Eleanor estaba tan sorprendida de lo que escuchaba, que dejó la boca un segundo abierta — Sé que no lo merezco… pero de verdad… no quise… ¿Matarme? ¡No! — dijo elevando la voz — te ju
¡Ay! — dijo Eleanor en un suspiro — No se por qué esto resulta tan… ¡exasperante! — Paul, mordió una porción de pizza y casi la escupe de la risa.Niña… ¿nunca pasaste de normalita verdad?Perdón — dijo tirandole una servilleta — ¿qué significa eso de normalita?Bueno — tragó con dificultad — es que… estas fiestas tendrían que vetarse a niñas tan simples como tu.Perdón señor de alta sociedad… — dijo con sarcasmo — si no supiera que estas diciéndolo en broma, ¡te mandaría mi mejor hechizo!¿Cuál?El mocomurcielago… — risas— Aunque la verdad, tienes razón… Soy un desastre. No sirvo para esto.No te desanimes — dijo Paul tomándole la mano. Eleanor le devolvió el gesto — es normal… ¿Cómo celebraban las Navidades en tu casa? — Eleanor sonrió con melancolía.Bien… Mi madre se levantaba bien temprano para empezar a cocinar… le encantaba hacer un montón de comida para que todos estuviéramos contentos. — rió — mis hermanos son de buen comer…¿Buenos tragones? — risas. Eleanor asintió.Mi padr
Los días siguientes fueron de total y completa indiferencia entre ambos. Carlisle no quería imponerle su presencia. A pesar de que él le habia asegurado que no era necesario que compartieran las comidas, ella se levantaba temprano y desayunaba con él, aunque no cruzaran palabra. El almuerzo cada uno lo tenía en su trabajo, pero la cena era casi un ritual. Eleanor solo abandonaba el comedor, una vez que Carlisle se levantara… y él esperaba que ella hiciera el primer movimiento, por lo que la cena se prolongaba bastante. A Carlisle no le molestaba quedarse ahí, sentado. Solo contar con su presencia, calmaba esas locas y desenfrenadas ideas, que lo asaltaban cada vez que abandonaba el comedor y se iba a su cuarto. Todas las noches luego de su viaje a Paris, lo atacaban las ganas de irrumpir con violencia en su cuarto, como lo hacia antes y dejar que el instinto dominara la situación. Solo lo frenaba una cosa. El temor a que ella lo rechazara. Dos días después de su vuelta a la casa, el d
¿Condenada al paraíso? Si, ese podría ser el titulo de la fantasiosa vida que llevaba después de esa noche. Y si bien trataba por todos los medios de no parecer tan condenadamente lujuriosa, Carlisle le hacía despertar sus bajos instintos, cada noche después de la “reconciliación”. Sentada frente a su tocador, y mientras le daba los últimos toques a su maquillaje, no podía dejar de recordar todas y cada una de las noches que viviera en el edén, las veces que Carlisle irrumpía en su cuarto. Se convenció que debía dejar de divagar, porque en cualquier momento iba a meterse el delineador en el ojo… sonrió. Carlisle siempre la dejaba en ese estado de completa ensoñación y éxtasis.Suspiró. Esa era su noche, la prueba de dorado. Era la noche de Navidad, y tendría alrededor de doscientas personas en su casa… Sonrió al recordar lo tonta que fue al pensar que todos iban a estar apiñados. A pesar de que el salón de baile era grande, era casi absolutamente imposible que tantas personas entraran