Capítulo 3: Mi madre.

Llaman a la puerta con insistencia, abro un ojo para ver la hora en mi reloj despertador. Son las diez de la mañana, me levanto apurado, veo la cuna de Gabriela y está allí dormida. No pasó una buena noche y logré dormirla como a las cinco de la mañana. 

Voy a la puerta para ver quien es, al abrirla me encuentro a la orientadora y a dos carabineros.

-Hola Marco, ¿llegó tu mamá del hospital?

-Sí, ¿necesita hablar con ella? – le digo bostezando-. Disculpe, es que anoche mi hermanita no durmió bien y logré calmarla en la madrugada. Pasen, iré por ella.

Voy a buscar a mi mamá, duerme plácidamente en la cama que comparte con Magaly, la que ya no está por supuesto. Despierto a mi mamá, que se molesta por supuesto, pero al decirle que dos carabineros y la orientadora del colegio la buscan, se pone pálida. Busca algo con qué cubrir el pijama y sale a la sala.

Yo me voy a mi cuarto para ver si Gabriela despertó. Ya casi cumple un mes, está rellenita, me preocupo de alimentarla a tiempo. Veo que se mueve, así que la tomo en brazos, comienzo a buscar su ropa limpia para cambiarla antes de alimentarla.

Cuando estoy terminando de ponerle una chalequita, entra mi madre acompañada por uno de los carabineros, que recién ahora me percato es mujer. 

-Al parecer solo están ellos dos. José debe estar con la vecina y Magaly debió irse con sus abuelos, me dijo les estaba ayudando con algo.

-Ya veo – responde la mujer-. Hola, Marco. Soy la Cabo Terner, vengo a buscarte para llevarte a un chequeo médico y luego iremos a un lugar donde hay más niños, pero eso será solo por un tiempo, luego irás a Iquique.

-Muy bien, pero siempre que me prometan iré con todos mis hermanos. Ella me necesita. 

-Y tú, Marco. ¿Necesitas a alguien?

-No, ya soy grande y me puedo cuidar solo. 

Veo a mi mamá arada en la puerta, mientras la Cabo se acerca a mí para ver a Gabriela. Me pide permiso para cargarla y Gabriela se echa a llorar. Extiendo mis brazos, para calmarla poco a poco.

-Ni siquiera yo puedo calmarla, cuando Marco sale por las tardes a su trabajo es toda una odisea.

La mujer no dice nada, veo que mi madre ha estado llorando de manera silenciosa, eso no me importa, ya sus lágrimas me tienen sin cuidado.

Muchas veces le pedí que consiguiera trabajo, para que yo pudiera cuidar a José por las tardes y estudiar más, pero no quiso. Ahora se le va el sustento, va a tener que trabajar igual para comprarse sus cosas y darle dinero al novio de turno.

Les digo que debo ir a la cocina, porque ya es hora de alimentar a Gabriela. En la sala la orientadora está con José y el otro carabinero, mi mamá y la Cabo Terner me acompañan a la cocina.

Dejo a Gabriela en la cesta, coloco la tetera, busco una olla exclusiva para las cosas de mi hermana, en donde coloco a esterilizar su biberón. Ambas me observan con cuidado, la Cabo se sienta a la mesa mientras juega con mi hermana. 

-¿Haces esto cada vez que le das de comer?

-Sí. Una vecina me dijo que debía hacerlo, para que no se enferme. No uso cloro en sus cosas, solo jabón y agua.

Me siento a esperar, le doy la mano a mi hermana y me la aprieta con fuerza.

-No me respondió antes, ¿iré con todos mis hermanos?

-Me temo que no. Tú y Magaly irán a un centro juvenil, con niños de su edad. José y Gabriela quedarán en un lugar en donde cuidan a los niños pequeños. 

-Entonces no me voy a ninguna parte, ni siquiera el papá de Magaly nos separó, como para que vengan ustedes a hacerlo. 

-Marco, es un lugar lindo en donde no te preocuparás de nada más que de hacer lo que te guste. Cuidarán de ti con gusto, son personas con mucho amor.

-No me interesa. Yo quiero a mis hermanos conmigo.

Apago la tetera, me encargo del biberón de Gabriela, preparo su leche y la tomo en brazos. Salgo de la cocina, camino hacia la sala y me siento frente a la orientadora.

-Es muy hermosa, se ve que la has cuidado bien.

-Por supuesto, es mi hermana, mi pequeña princesa, y ustedes me quieren llevar lejos de ella.

-Marco, es por el bien de los cuatro. Tu madre está de acuerdo en que es lo mejor.

-Claro que está de acuerdo ahora – respondo sin dejar de hacerle muecas a Gabriela, quien se bebe su leche sin parar, es una pequeña tragona-. Le estorbamos para que se quede aquí, con su novio, en la casa que mi padre dejó para nosotros antes de morir.

-Marco – intenta reprenderme mi mamá-. Eso no es así, yo no estoy bien y no puedo hacerme cargo de ustedes.

-Si podías, no debiste tener a José y Gabriela, aunque eso me da lo mismo. Yo los quiero, me gusta ocuparme de ellos.

Gabriela termina su biberón, la acomodo en mi pecho y le doy suaves golpecitos para que expulse los gases. Miro a los adultos presentes, José revolotea de un lado a otro. En eso entra Magaly, que se pone pálida al ver a los carabineros.

-¿Qué pasó aquí?

-Arregla tus cosas, nos vamos a un hogar porque esta señora no se la puede con los hijos que trajo al mundo.

No me queda más remedio que aceptarlo. Porque, aunque le rogara a mi mamá que no permita nos lleven, Magaly seguirá yendo a casa de mis abuelos.

Y lo último que quiero es a mi hermana en la cárcel por culpa de esos viejos narcos.

Me voy a mi cuarto, cierro con llave para cambiarme de ropa y buscar mis cosas, las de Gabriela y arrodillarme ante la cuna de mi hermanita. 

-Perdóname -le digo con lágrimas en los ojos, mientras ella me aprieta el dedo con su manito-. Pero te prometo que un día estaremos juntos otra vez y allí nadie nos separará.

Salgo con las cosas de Gabriela en un pequeño bolso y se las entrego a la Cabo Terner. 

-Come seis veces al día. No le gusta la tengan mucho tiempo alzada y se duerme con una melodía cualquiera, puedes inventar una, pero que sea lenta.

-Marco… - Valeriana, la que era mi mamá, intenta acercarse, pero mi gesto la detiene-.

-No se acerque, señora. Hubiese preferido que me llevara la policía porque mi mamá me pegaba, pero nunca me sacaré de la mente que me llevan porque mi mamá no me quiso lo suficiente para ocuparse de mí.

Vuelvo a mi habitación, saco mis cosas y paso por el lado de ella sin siquiera mirarla.

-Los espero a todos en la calle.

La Cabo Terner sale conmigo, mientras carga a Gabriela. Al parecer ella está tranquila con esta extraña, al menos ella no tendrá en el recuerdo el día que nuestra mamá nos dejó ir.

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