CAPÍTULO 33
— No puedes ocultarme tu inquietud. Si vas a estar tan preocupado, deberías haber enviado a Elena sola a buscar todo lo que tu luna necesita — le mencionó Hiro, viendo a Kogan con claras señales de ansiedad. Este comportamiento era inusual en él.

— Mi luna es humana. No quiero que se sienta incómoda. Prefiero mantener algo de distancia hasta que se acostumbre a mí y a nuestro mundo — respondió con firmeza. Hiro observó el color perdido en los ojos de su hermano. No necesitaba ser adivino para saber que, en silencio, estaba preguntando a los guerreros que había enviado como escoltas cómo estaba su compañera.

— Hermano, está en tu territorio. Enviaste a muchos a cuidarla. Ella va a estar bien. No seas tan lobonoico — lo molesta Tou.

Los tres hermanos, luego de que sus lunas se marcharan, fueron donde los más jóvenes para ayudarles en su entrenamiento. Esto les ayudaba a mantener la mente ocupada, ya que a los machos no les gusta estar separados de ellas. Al cabo de una hora, los tres reg
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