CAPÍTULO 32
Elena había logrado convencer a Kogan de llevarse a Cristal; ahora ella era una de las princesas de esta gran y prestigiosa manada. Como nueva luna, había muchas costumbres que debía seguir.

— Mira al lobo gruñón, creí que no bajaría — dijo Lynn, observando a Rax junto a su pareja.

— ¿Por qué están ahí? — preguntó Cristal con duda al verlos a los tres hermanos mirándolas a cada una de ellas.

— Es su forma de despedirse — le comunicó Elena. Cristal, todavía con un poco de vergüenza, miró a Rax, recordando los besos y las caricias que se habían dado minutos atrás, ella desvió su rostro enrojecido y entró al vehículo.

Clair, quien se mantenía a cargo de su luna, miró a su alfa esperando su permiso para retirarse, y este le indicó que podían marcharse.

— Está exagerando — mencionó Lynn al ver un grupo de autos siguiéndolos.

— Estará así por algunos años; acaba de encontrar a su pareja y se vuelven sobre protectores — mencionó Elena, recordando las primeras décadas con Hiro, cuando él no le
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