En un gran salón, Hiro y Kogan aguardaban la llegada de las lunas. Roland, con sus ojos en blanco, supervisaba que todo estuviera listo. Kogan, por su parte, había pasado toda la mañana intranquilo, luchando contra sus deseos de ir a ver a su luna.Hiro observaba a su hermano mayor, notando su inquietud y comprendiendo el motivo. No era normal que un licántropo recién unido a su compañera estuviera alejado de ella. Sin embargo, entendía que Kogan temía que, al estar con Cristal, podría lastimarla, siendo ella humana.Hiro esbozó una sonrisa siniestra, a punto de soltar un comentario para molestar a su hermano mayor. Sin embargo, se detuvo cuando sintió a su pareja comunicarse a través del enlace, informando que Cristal ya estaba lista. — Ya vienen — informó Hiro, su tono cargado de anticipación. — ¿Está todo listo? — preguntó a Roland.— Todo en orden, solo falta nuestra luna — respondió el primer beta, mientras se dirigía al lugar donde se encontraba Kogan, aguardando la llegada de s
El pacto de la manada hacia su luna es uno de los acontecimientos más importantes, ya que fortalece el vínculo entre todos sus miembros. Después de convencer nuevamente a la luna del alfa de que no debía cubrir las marcas que su pareja había dejado en su piel, todos subieron a los autos que esperaban fuera de la mansión y partieron.El aire estaba cargado de anticipación, denso, con el peso de las antiguas tradiciones licantropas que resonaban en lo profundo del alma de cada miembro de la manada.La calle pavimentada estaba cubierta por las sombras de los árboles del espeso bosque. Cristal, mirando por la ventana, no entendía cómo había recorrido el lugar durante días sin notar este misterioso camino. El paisaje se volvía cada vez más oscuro y denso, como si el bosque en sí estuviera escondiendo secretos que ahora se estaban revelando. La ruta los condujo a una enorme cueva, oculta bajo un gran risco.— ¿Qué hacemos aquí? — preguntó Cristal, intrigada.— Es la madriguera, mi luna — res
— No creo que la luna comprenda lo que sus acciones significan — mencionó Roland, observando a Cristal volverse loca de emoción. — Al final del día, tendrás a todas las crías durmiendo en tu cama — añadió.— Ella no sabe lo que eso significa — respondió Kogan con una ligera sonrisa, viendo la alegría de su pareja.— ¡Debes decírselo! Mira a nuestras lobas, ¡Parece que les va a dar un infarto! — exclamó Roland. Kogan y su luna habían llegado al jardín hacía apenas unos minutos, donde estaban los cachorros de la manada.Cristal se emocionó al ver a todos los pequeños moviendo sus cuerpos, casi como si estuvieran agitando sus colas. Se acercó a ellos, cargando a uno entre sus brazos, y automáticamente todos los cachorros comenzaron a correr de un lado a otro, queriendo ser mimados por su luna, quien les daba pequeños besos en sus mejillas.— ¡Por favor dile que si los besa está indicando que quiere quedarse con ellos! — insistió Roland.— Déjala, me gusta verla sonreír — comentó Kogan, y
Unas horas más tarde, las tres lunas estaban solas, y Elena aprovechó la oportunidad para ayudar a Cristal a pasar nuevamente la noche con Kogan.— ¿Piensas dormir o quedarte despierta como ayer? — preguntó la pareja de Hiro con picardía.— ¿Por qué me atormentas, Elena? — respondió Cristal, un poco cansada y avergonzada por el comentario.— Debes hacerte a la idea de que tus noches serán muy agitadas —.— Te recomiendo que siempre te acuestes desnuda — le aconsejó Lynn.— La mayor comodidad es dormir sin ropa, recién duchada y recostada de tu pareja — agregó la pareja de Hiro, aumentando la tensión en Cristal, quien suspiró al mirar a Elena. Ella, con su brazo apoyado en la mesa, continuaba mirándola con picardía.Cristal dudó unos segundos en hablar y luego les dijo:— Quiero pedirles un favor. Puedo percibir el deseo de Kogan y Rax de estar conmigo de nuevo — confesó ella.— Es por nuestro olor exquisito que los descontrola. Además, el vínculo quiere fortalecerse. Como te explicamos
Rax caminaba por los oscuros túneles de la madriguera, llevando a su luna fuertemente sujeta de su mano. Cristal lo seguía y podía percibir el deseo que él tenía de pasar nuevamente la noche con ella.— ¡No hagas eso! — suplicó Cristal con inquietud, viendo a Rax que se había detenido para empezar a besarla. Una vez estuviera fuera de la madriguera, él deslizaba sus manos por todo el contorno de su figura sin dejar de mirarla.— Te beso cuando quiera y te toco donde sea — respondió Rax, llevando su nariz hacia el cuello de su luna para inhalar su exquisita esencia que tanto lo enloquecía, para luego lamer su marca.— ¡Por favor! — volvió a suplicar. —¿Qué pensaron todos? — mencionó Cristal, viendo que no eran los únicos en los alrededores.— Tal vez para ti sea extraño, pero esto es normal entre nosotros — explicó el lobo, sujetando su mentón para que Cristal mirara y pudiera ver un grupo de parejas de la manada haciendo exactamente lo mismo que ellos. — Somos licántropos, las muestras
Tou caminaba por el pasillo en dirección a su habitación cuando, en medio del suelo, vio el saco de Kogan tirado. Lo observó por unos segundos, notando el olor de su hermano mezclado con el de esa asquerosa humana. El enojo se intensificó y siguió su camino hacia su cuarto.— ¡¡¡AAAAHHH!!! — Tou se detuvo al oír un fuerte grito de Cristal proveniente de la habitación de su hermano. Era evidente que Kogan estaba complacido con esa mujer impura, pero pronto lo haría entrar en razón.— ¡Me lo prometiste! — se oyó la voz de Elena acercarse. — Prometiste que me dejarías dormir esta noche —.— No te lo prometí, solo dije que te dejaría dormir un poco — murmuró Hiro mientras la cargaba sobre su hombro.— ¡Quiero dormir esta noche! — exigió Elena.— ¿Crees que te dejaré cerrar los ojos después de que te sentaste en mis piernas y menear tu trasero en mi pene? Estás equivocada si piensas que te lo permitiré después de provocarme así — le respondió él.— Te lo dije, Elena, no calientes la comida
Clair se había mantenido intranquila toda la noche, revisando una y otra vez la visión que había tenido. Era la misma: nada había cambiado. Seguía viendo a su luna morir, y al alfa Tou como el responsable.En sus visiones solo lograba captar fragmentos de los acontecimientos, pero siempre veía lo esencial para poder tomar las medidas necesarias. En una visión veía a Tou atacando a su luna, y en otra la veía acostada, muriendo. Su objetivo era evitar que tal tragedia sucediera.Los lobos esmeralda eran ciertamente únicos y escasos en la mayoría de las manadas, y esta fue una de las razones por las que Clair había llegado a ser beta.No podía enfrentarse al alfa Tou por varias razones. Él era mucho más fuerte, y además sería tratada como una traidora, arriesgándose a ser desterrada o incluso aniquilada.Sin embargo, no le importaba su propio destino. Debía proteger a su luna, pues había jurado lealtad hacia ella. Aunque sus acciones le valieran un castigo, Clair estaba dispuesta a defend
Tou observaba a Cristal profundamente dormida, manteniéndose quieto y en silencio por unos segundos mientras percibía su entorno. Roland, Sam, Clair, Elena y su pareja se habían marchado, dejándolo solo con aquella mujer. Sonrió, sabiendo que debía actuar rápido para convencer a Cristal de que rechazara a su hermano.No le preocupaba si lo que estaba haciendo era una traición; en su mente, lo justificaba como una forma de salvar a Kogan de la vergüenza. Solo pensar en que ella tenía hijos lo enfurecía, convencido de que su hermano debería haberla rechazado.Después de media hora, Cristal comenzó a despertar en la butaca donde se había quedado dormida. Lentamente, recordó que no había podido comunicarse con sus hijos y se preocupó, pensando que seguramente estarían intranquilos. Tenía que informarles que estaba bien y, al mismo tiempo, se preguntó si ahora tendría que mudarse a Kanis. Lo más probable era que sí, pues Kogan y Rax no permitirían que regresara, y suspiró al pensar en cómo