CAPÍTULO 28
Había pasado casi un día, y Cristal aún no despertaba. Kogan, acompañado de sus hermanos y sus lunas, permaneció toda la noche junto a ella, velando en silencio.

Cristal había tenido algo de fiebre, pero nada que indicara que estuviera en peligro de muerte. Kogan se encontraba intranquilo, preocupado por su estado y molesto con su lobo.

— ¡Definitivamente, es tu luna escogida por la Diosa! — mencionó Hiro, acompañando a su hermano mientras hacían un recorrido por la manada para calmar su angustia. — Si hubiera sido solo un capricho, ya estaría muerta —.

Está prohibido marcar a las humanas porque la fuerza del vínculo con un licántropo es tan poderosa que ellas no sobreviven más de unas pocas horas.

— La mordiste por la espalda, del lado incorrecto del cuello. Su herida va cicatrizando lentamente, y está tomando el color oscuro típico de la marca. Nunca dudé que ella fuera mi luna — afirmó Roland, quien caminaba a su derecha.

— Hermano, sé que estás preocupado, pero debes estar tranquil
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