Los humanos viven sus días pacíficamente, sin conocer todo a su alrededor. Son seres insignificantes; la realidad es que los hemos gobernado por siglos sin ellos saberlo. Nosotros, los licántropos, tenemos el mundo a nuestros pies.
Soy Alfa Kogan. Mi lobo se llama Rax; él no suele hablar, pero cuando toma el control es mejor que no estés cerca, pues no le importa nada ni nadie. Solo nos inclinamos ante nuestros padres. Estoy orgulloso de pertenecer a la manada más fuerte de todas: “Real Blood”. Somos grandes, con una fuerza y destreza superior a las otras manadas. Ni siquiera piensan en estar en conflicto con nosotros, porque no quedará nada de ellos.
Soy el mayor de 6 hermanos. No es normal que una pareja de licántropos haya concebido tantos hijos. Mi padre le rogó a nuestra Diosa tener una gran descendencia. Él era el último Alfa de nuestra manada y no permitiría que nuestra sangre se perdiera. A cada uno de nosotros nos entrenó y preparó para ser los mejores Alfas. Nos otorgó una parte de su extenso territorio con más de 800 mil lobos a nuestro cargo y, a donde vayamos, nos tratan con respeto.
Me gusta pensar que los otros Alfas nos temen, ya que soy superior e intocable, y me siento orgulloso de ello. Mi madre me dijo que soy especial: nací una noche de eclipse lunar y, justamente cuando los bordes de la luna se tornan dorados, llegué a este mundo. Ella nos inculcó que todos los lobos de la manada son fundamentales, sean betas, deltas, centinelas, gammas u omegas; todos son importantes y a todos los protejo.
Adoramos a la Diosa Lunar. Sé que tenemos un Dios Lunar, me lo relató mi madre de cachorro. Se dice que él era un licántropo sin control, no tenía piedad de nadie y, cuando encontró a su pareja, dejó de ser temido y pasó a ser respetado, ya que ella apaciguaba al lobo terrible que tenemos dentro. Su compañera se llamaba Luna y, desde entonces, nos dirigimos a nuestras parejas como "Lunas" por respeto a nuestra Diosa.
Tengo 950 años. Agradezco que mi compañero nunca haya aparecido y realmente ¡no lo necesito!
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Miles de kilómetros de distancia, una hermosa mujer de largo cabello castaño oscuro, piel bronceada y ojos color chocolate se prepara para iniciar su jornada de trabajo. Ese día tenía que supervisar diferentes proyectos, revisar algunos planos y diseñar otros. Le había costado mucho esfuerzo y sacrificio ser arquitecta, y desempeñaba su trabajo de la mejor manera posible. Esperando a un cliente, se dispuso a verificar que todas sus exigencias estuvieran corregidas y escuchó abrirse la puerta.
— ¿Cómo has estado? — Ella automáticamente alzó su mirada.
— Hiro, es un gusto volver a verle — dijo con cortesía e inclinándose, mostrando respeto a su cliente.
— ¿Estás ocupada? — preguntó él al verla mirando las grandes hojas de papel en su escritorio.
— Solo reviso los cambios que solicitó — él asintió a su respuesta y tomó asiento enfrente de ella.
Cristal le mostraba las correcciones que Hiro le había solicitado. Era normal que se hicieran arreglos; a pesar de esto, él siempre demostraba gran satisfacción por su trabajo.
— ¿Desea algún cambio adicional? — le preguntó Cristal y él negó con la cabeza.
La arquitecta preparó los planos para entregar con sus respectivas firmas. Pensaba en las exigencias tan extrañas de este cliente; parecía que estuviera realizando una especie de fortaleza, como si estuvieran preparándose para una emboscada, guerra o algo parecido. Se los entregó y él se dispuso a retirarse.
— Elena te envía saludos — mencionó Hiro antes de salir de la oficina.
— Dile que venga a visitarme pronto — ella sonrió. Él solo la miró y se retiró sin responder. La mujer dejó de contener la respiración; la presencia de este hombre en muchas ocasiones era intimidante.
Comencé a diseñarle a Hiro hace dos años. Conocí a su esposa, Elena, en la universidad y siempre demostró un gran interés en mi forma de diseñar. Estoy muy agradecida porque ellos me habían recomendado y habíamos tenido muchos nuevos clientes en la empresa donde trabajo. Me llamo Cristal Rain, tengo 32 años y soy arquitecta. A pesar de mi edad, tengo una hermosa figura y me ejercito a diario. Tengo el cabello castaño claro y mis ojos son chocolate claros.
Tengo 3 hermanos mayores. Ellos me enseñaron artes marciales, boxeo, a conducir autos y motos, y me hicieron amante de los videojuegos. En fin, no soy la típica mujer obsesionada con el maquillaje, y hasta sé cómo hackear el sistema de seguridad de una vivienda. Como les mencioné, no soy amante de los zapatos altos ni de las carteras; mi estilo es más deportivo. Me gusta andar en jeans, zapatillas y suéter, pero claro, cuando debo arreglarme simplemente acaparó la atención de todos.
Como arquitecta, debo revisar mis proyectos que están en construcción. Tengo muchas responsabilidades a mi cargo, como verificar el control de calidad, los costos de los materiales y otras obligaciones.
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Unas horas después, Hiro se encontraba en el aeropuerto. Se ubicó en una de las rampas privadas esperando a cierto lobo.
— Al fin llegó ese idiota — balbuceó viendo aterrizar su jet privado.
De lejos, Kogan miró a su segundo hermano esperándolo con impaciencia.
— Nunca pensé que vendrías a buscarme, ¡cariño! — le dijo con su tono de voz grueso al estar en frente de su hermanito.
— ¡Te arrancaré la lengua si vuelves a llamarme "cariño"! — gruñó el lobo de Hiro.
— Vamos, Zerox, ¿no puedo molestar a mi hermano o es que estar cerca de los humanos te ha vuelto estúpido? —.
— Los respeto. Hay humanos que merecen ser reconocidos — habló Hiro obteniendo el control.
— ¿Así cómo quién? — le habló Kogan en forma de burla.
— Tengo muchos humanos que trabajan para mí de manera impecable. No todos son iguales — los defendió.
— ¡No son leales! Los detesto — argumentó. — ¡Quiero arrancarles la cabeza! Son débiles, solo sirven para ser carnada — Hiro no respondió. No iba a perder el tiempo con su estúpido hermano mayor; sabía el odio que tenía hacia los humanos.
Hace unos siglos, Kogan confió en unos que no tardaron en traicionarlo. Lograron matar a un grupo de humanos que habían hecho un pacto con él. Estos hombres sabían de la existencia de los licántropos y deseaban erradicarlos. Subiendo a su vehículo, Hiro indicó a sus lobos que los llevaran al hotel.
— Ya tengo los planos que solicitaste. Los revisaremos en la suite — le informó a su hermano. Kogan solo asintió. — Mi paciencia se está acabando con el Alfa Zolger —.
— Hermano, si tienes problemas con el bastardo de Zolger, no dudes en llamarme. Tengo siglos con ganas de arrancarle cada pata de su cuerpo — confesó.
— Si continúa permitiendo que los pícaros o lobos solitarios entren a mi territorio, no me quedaré de brazos cruzados —.
— Si yo estuviera tu territorio, los hubiera despedazado hace tiempo — dijo Kogan con duda — ¿Qué te detiene de actuar? —.
— Elena no quiere que haya una guerra y no desea que un lobo de la manada salga lastimado o muerto — le aclaró.
— ¡Por eso doy gracias de no tener a mi pareja! Me volvería estúpido como tú — mencionó Kogan, y su lobo Rax se movió incómodo ante su comentario.
— No lo comprendes. Ellas controlan nuestra ira y nuestros salvajes impulsos de atacar — mencionó Hiro. — Lo mejor es no actuar por ahora. Pienso que Zolger quiere que ataquemos para tener una excusa y así formar una alianza con otras manadas — le respondió con prudencia su segundo hermano.
Kogan meditó sus palabras. En una parte, podría ser cierto. Los pícaros eran un problema en todos los territorios, pero los lobos de la manada Real Blood son fuertes. Para poder derrotarlos, Zolger necesitaría algunas decenas de otras alianzas para darles batalla, y había muchas esperando cualquier desliz para atacarlos.
— Estoy seguro de que esa sabiduría no vino de ti, sino de Elena. Hace siglos hubieras atacado sin problemas —.
— No lo negaré, desde que la encontré, todo es diferente. Lo comprenderás cuando encuentres a la tuya — le explicó.
— ¡Ella está muerta! — espetó Kogan con enojo por su comentario, y nuevamente Rax se impacienta, arañando su interior.
— ¡Tu pareja no está muerta! — espetó Hiro con su tono de Alfa. — Tu lobo no ha aullado de dolor. Simplemente, no la has encontrado y ya no has seguido buscando —.
— Ya pasé los 700 años. ¡Está muerta! Y es mejor así. No necesito una compañera porque no quiero ser idiota como tú —.
— Hermano, hay una reducida posibilidad de que tu pareja no esté muerta. ¡La encontrarás! Cuando eso ocurra, no querrás tenerla alejada y, después, tú dejarás de ser el Alfa. Ellas dan todas las órdenes — bromeó Hiro.
Kogan guardó silencio, no por lo que su hermano había mencionado, sino porque Rax estaba a punto de tomar el control de su cuerpo. Había algo que lo inquietaba.
— ¿Desde cuándo no hablas con nuestra madre? — le preguntó Hiro, notando que Kogan no había respondido y sabía que tenía una pelea interna con su lobo.
— 180 lunas (15 años) — respondió sin expresión.
Después de cumplir los 700 años, Kogan vivió su vida como un típico soltero. Su madre estaba molesta por llevar una vida loca de mujeriego; ella le inculcó que debía estar casto hasta encontrar a su luna. Sin embargo, su pareja nunca apareció.
— Deberías ir a visitarla — le aconsejó Hiro.
— ¡Sabes que no me aceptará! — declaró tajantemente Kogan. — No hasta que lleve a mi compañera y eso nunca ocurrirá. — Él recordó el día en que discutió con su madre. Ella era importante para él, nunca imaginó que la estaría decepcionando, pero sus palabras tienen poder: “Si no respetas a tu compañera, tampoco me respetas a mí.” Esa frase se enterró profundamente en su ser.
Kogan no negaba el hecho de que hubo un tiempo en que buscaba a su compañera. Recorrió todo el territorio, visitó varias manadas sin encontrarla. Después, se volvió mujeriego; luego tuvo esa discusión con su madre y desde entonces se concentró en su manada.
Llegando al hotel, ambos se dirigieron a la suite. Hiro llamó a uno de sus deltas para que trajera los planos e, inmediatamente, el lobo de Kogan dio un salto olfateando algo inusual.
“¿Qué te ocurre?” Le preguntó mentalmente Kogan. Ese día su lobo había estado inquieto.
“Hay un aroma que me atrae,” respondió Rax sumiso. Él no suele hablar; siempre que algo no le gusta, rasguña, golpea, gruñe o muerde. Kogan no le dio importancia en ese momento; deseaba revisar los cambios que había solicitado.
— Espero que cumplan mis expectativas, o voy a exigir mi dinero de vuelta — no terminó de hablar. Él y su lobo se estremecieron.
Kogan Había un olor embriagador, una mezcla de rosas y un fino chocolate amargo. “Mi favorito”, pensé al sentir que ese exquisito olor a rosas me apaciguaba y el olor a chocolate me excitaba. Controlaba mi inquietud, buscando la fuente del aroma que apenas se sentía en el ambiente, y después de unos minutos ¡Lo encontré! — ¿Cumplió con tus expectativas? — me preguntó Hiro, sacándome de mis pensamientos. — No tengo quejas — respondí, sin ver el diseño, al percatarme de que las grandes hojas del plano sobre la mesa tenían la exquisita esencia de mi pareja. — Fue hecho por uno de los arquitectos de la empresa MACRO —. — ¿Cuándo fuiste por ellos? — pregunté inmediatamente. — Esta mañana, lo retiré con sus firmas antes de ir por ti — me informó. — Me indicaste hace unos meses que les asignará este trabajo —. — Lo… recuerdo — dije pausadamente, recordando vagamente esa solicitud. “¿Por qué no había sentido este olor antes?”, Mi mente se llenó de dudas. No era la primera vez que te
Cristal caminaba en dirección a su cubículo, Después de llevar a sus hijos al instituto y asistir a una reunión con los docentes, Cristal se dirigió a su trabajo, sabiendo que le esperaba una pesada jornada laboral.— ¡AL FIN LLEGAS! — se escuchó el grito de su jefe, apenas la vio por el pasillo. — ¡Te están esperando desde hace horas! —.— ¿Quién espera por mí? — preguntó Cristal, confundida, ya que no recordaba ninguna cita programada para esa mañana.— ¡LOS HERMANOS REAL! — le informó molesto su jefe. — Quiero que te disculpes por tu error de ayer — este hombre obeso de 56 años siempre encontraba una excusa para gritarle a Cristal, a pesar de que ella era una de las mejores empleadas.La empresa MACRO no tenía muchos años en el negocio, y el señor Isaac Miller, nombrado jefe por los accionistas, no desaprovechaba la oportunidad para demostrar su poder.— Ya me disculpé con ellos. Pero me sorprende que hayan llegado temprano; ayer quedamos en reunirnos al mediodía — le respondió ella
— ¿Te encuentras bien? — preguntó su hijo con voz de preocupación al ver a su madre sentada en el suelo, recostada contra el sillón, toda sucia y tocándose los hombros por el cansancio.— ¡Estoy agotada! — exclamó Cristal, habiendo llegado a casa hace solo unos minutos. — Hoy tuve que hacer otras inspecciones, además de las mías — añadió, recordando que tuvo que revisar los proyectos del hijo de su estúpido jefe.— Trabajas mucho — dijo una voz dulce y preocupada desde la cocina. — Deberías tomarte unas vacaciones — mencionó su hija, consciente de todo el sacrificio que su madre había hecho por ellos en los últimos años.— Me encantaría que nos fuéramos de vacaciones, pero tengo muchas responsabilidades en estos momentos — agregó Cristal con tristeza.Cristal observó los rostros de sus hijos entristeciéndose. Anhelaba pasar más tiempo con ellos, pero su trabajo siempre le impedía regresar temprano a casa. Esa semana apenas los había visto, y ese día en particular planeaba llegar tempra
PAÍS DE KANIS (TERRITORIO DE LA MANADA REAL BLOOD).— ¿Cuándo piensas llevarla con la manada? Aceptó venir cuando se lo pediste, ya la puedes reclamar — mencionó Hiro, observando a su hermano revisar unos documentos. — ¿Por qué no estás en su habitación, follándola? — añadió sin tapujos.— Primero hablaré con ella, no quiero asustarla — indicó Kogan, calmado.Desde que llegaron a su territorio, la ansiedad de Kogan y Rax había disminuido. Al notar el semblante agotado de Cristal, Kogan decidió dejarla descansar y hablar con ella por la mañana.— ¿Qué? — preguntó Kogan al ver que su hermano lo miraba de manera extraña.— No me esperaba que fueras tan romántico — dijo Hiro con tono burlón. — Pensaba que al bajar del jet la meterías en el maletero del auto y la llevarías directamente con la manada —.— ¡Quise hacerlo! — confesó Kogan, golpeando el escritorio con frustración. — No sé si lo has notado, pero es la única humana que no ha intentado cortejarme —.— Los licántropos somos irresis
— ¡Elena! No vuelvas a hacer comentarios imprudentes — advirtió Hiro a su pareja.— ¡¿Por qué lo permitiste?! — espetó Elena, claramente molesta. — No debiste dejar que Kogan la pidiera —.— Él se lo solicitó formalmente a Logan — replicó Hiro, frustrado. No podía permitir que Elena complicara más la situación con Cristal, pues sabía que su hermano no podría controlar sus instintos por mucho tiempo.— ¿Desde cuándo complaces a tu hermano? — preguntó Elena, cruzando los brazos en señal de rechazo.No era común que los licántropos tomarán parejas humanas, y aunque a Elena no le importaba lo que Kogan hiciera, Cristal era diferente. La conocía, le agradaba, y no iba a permitir que la utilizaran.Hiro podía intuir los pensamientos de Elena. Sin embargo, ella desconocía que Cristal era la compañera de Kogan. Sabía que hasta que él no la presentara oficialmente como su luna, Elena haría lo imposible para evitar que Cristal aceptara la propuesta.Hiro suspiró, sin saber quién de los dos era m
El cuerpo de Cristal se estremeció al abrir sus ojos, observando con asombro cómo la pared a su costado se agrietaba por el fuerte golpe de Kogan."¡Rayos, no debí haber venido!", pensó ella con temor. — Lo siento... no volverá a suceder — se disculpó de inmediato, creyendo ciegamente que el gran enojo del hombre frente a ella se debía a que ella había abusado de su amabilidad.Cristal bajó la cabeza, sintiéndose avergonzada. Al hacerlo, se percató de la ropa que llevaba. Miró su cuerpo y notó cómo su piel quedaba expuesta entre el corsé y los pantalones, dejando al descubierto su vientre y caderas. También se dio cuenta de que sus senos mostraban más de lo que deseaba. Con un gesto sutil, acomodó su largo cabello para cubrirse un poco, mientras sus manos intentaban ocultar la piel desnuda de su abdomen.El rostro de Cristal se enrojeció y su ceño se frunció con una ligera molestia. No debió haber cedido ante las súplicas de Elena. Se encontraba en un viaje de trabajo y ahora Kogan est
Hiro, sentado en una limusina fuera del club, observaba a Elena moverse de manera seductora. Ella deslizaba sus manos, acariciando su cuerpo bien esculpido, mordiendo sus labios inferiores, resistiendo la tentación de tomarlo en ese lugar.— ¿Por qué hiciste eso? — preguntó Elena de forma seductora y emocionada.— ¡Te fuiste sin decirme! — le reclamó Hiro, molesto. — ¡Estoy enojado! ¿Por qué la trajiste a este lugar? — exigió saber, aunque ya conocía sus intenciones.— Perdóname — mencionó ella acercándose para besar sus labios. — Solo queríamos bailar un rato aquí, mmmm… es… es más divertido — mintió.Elena estaba muy excitada y, sin poder soportar más el calor entre sus piernas, comenzó a desabrochar el botón del pantalón de su pareja, para cumplir con su deber como luna como Hiro le había pedido, pero él solo la lamió para alejar a Elena de Cristal.— Sabes que tendré problemas con Kogan — recrimina Hiro, suspirando. Le había advertido a Elena que no debía hacer nada indebido, pero
KoganSus besos eran una fuente de placer; quería perderme en mis instintos, pero había algo que me lo impedía: era mi lobo. Rax había tomado el control de mi cuerpo y no me permitía hacerle lo que yo deseaba a mi luna.Podía sentir cómo las suaves manos de Cristal nos acariciaban con fuerza, alterándome con solo el roce de las yemas de sus dedos sobre mi espalda y todo el contorno de nuestro cuerpo. Entre ambos la despojamos de sus zapatos y pantalón, y nos detuvimos al ver su ropa interior, haciéndonos crecer la erección. Miré la piel descubierta de sus piernas, era exquisita; no soportaba las ganas de estar dentro de ella y de ver su cuerpo desnudo. Mi respiración se aceleró al verla deslizar sus dedos por todo su cuerpo de manera seductora, y contuve el aliento cuando apretó sus senos y luego deslizó la mano entre sus piernas.— ¿Qué le ordenaste que hiciera? — pregunté, al verla actuar de esa manera tan descarada, y Rax solo rio.Encerré a mi lobo en una parte de mi mente, para to