"...mirando a la ventana, perdiéndose en el cielo. Una hermosa gitana se esta convirtiendo en hielo"Fumiko Ibars Mi pecho subía y bajaba de manera descontrolada, como si mi cuerpo intentara respirar en un espacio reducido, mientras las espesas lágrimas acumuladas en mis ojos se deslizaban por mis mejillas, dejando un rastro frío y salado. No podía entender lo que estaba sucediendo, lo que había presenciado, lo que había sentido, y mucho menos cómo había llegado a este punto. Cada uno de esos pensamientos me golpeaba con fuerza, empujándome más hacia el abismo de la desesperación. Un gruñido de enojo puro salió de mi garganta, el sonido crudo y visceral de un dolor que se filtraba desde lo más profundo de mi ser. Con furia descontrolada, caí de rodillas en la tierra, sintiendo el peso de la impotencia arrastrándome hacia el suelo. Sin pensarlo, elevé una enorme raíz de la tierra, una extensión del bosque que parecía vibrar bajo mi energía, y la enterré con fuerza en el pecho de Luci
-De- de nue- vo te ha- ha- hago llora- rar, per... perdo... do... do...name, pe... peque...ña- susurró contra mis labios, cada palabra más dolorosa que la anterior y más pausada de la siguiente sílaba, su voz quebrada por el dolor y la debilidad, sus palabras llenas de un pesar que me atravesaba el alma. Sentí sus manos temblorosas intentando aferrarse a mí, pero se deslizaban como si la vida se le escapara entre los dedos. Negué, besándolo con urgencia, mi rostro cubierto de lágrimas que se confundían con la suya, mientras le sonreía de manera forzada, un gesto sin alegría, porque no quería que muriera. No podía soportarlo. -Eso no importa, Oshin -dije, mi voz rasposa, luchando por mantener la calma. Besé el dorso de su mano, sintiendo el sabor metálico de su sangre que se había mezclado con la mía. Ese sabor rancio, como si la muerte ya estuviera presente en nuestras venas, me invadió y me asfixió. En ese instante, todo se desvaneció, todo excepto él. Rocky corría hacia nosotros, a
La lluvia caía con una intensidad implacable, y cada gota parecía una punzada que me atravesaba, empapándome de un dolor que no podía describir. Mis pensamientos, que antes eran claros, ahora se entrelazaban en un caos indescriptible. Riu intentó acercarse, pero lo alejé de mí con una brusquedad que me sorprendió. -No me toques -dije, mi voz rasposa, como si mi garganta estuviera llena de cristales rotos. Me abrazaba a mí misma, buscando consuelo en el vacío, en la distancia. Lo sentí alejarse, su expresión llena de dolor, como si mi rechazo le perforara el corazón. -Ya no tengo nada que hacer aquí- pensé en voz alta, como si eso pudiera aliviar el peso que aplastaba mi pecho. Las palabras de Oshin volvieron a mi mente, un eco lejano que me quemaba por dentro. "Cuida de Roderick por mí..." Recordé su petición, y aunque la rabia y la tristeza me quemaban por dentro, aparté la mirada de Riu. Me levanté lentamente, mis músculos gruñendo por el dolor, mi cuerpo temblando bajo el peso
"Vivir sin ti yo no lo llamaría vivir; castigo si, vivir no." Fumiko Ibars Mi corazón parecía estar hecho de cristal roto, y mi alma... vacía, como una casa deshabitada, sin ecos ni vida. El frío que me rodeaba no era solo el viento helado que azotaba mi cuerpo, sino algo mucho más profundo, que se filtraba desde el interior y me congelaba por completo. Las gotas de lluvia golpeaban mi piel con la misma indiferencia con la que la vida me había golpeado, y aunque mi cuerpo temblaba bajo la presión del frío, era solo una molestia menor. Nada más me importaba. Nada, salvo lo que acababa de suceder. Garret trató de acercarse, pero yo lo rechacé sin pensarlo. No quería que nadie estuviera cerca de mí. No merecía la compasión de nadie, no merecía el consuelo de nadie. No después de lo que había perdido. Y lo sabía. Él no podía entenderlo, nadie podía. A lo lejos, vi la mansión, esa casa que en otro tiempo me traía una sensación de seguridad. Ahora solo era una prisión de recuerdos ama
"Doy un paso atras, ya no te detengas a mirar este corazon lleno de espinas que te lastima"Garret Exovarion LuxverumMi cabeza daba cientos de vueltas, tratando de buscarle sentido a esta mierda.Los poderes de Fumiko no funcionaron durante una hora entera. Una maldita hora. ¿Qué carajos pasó ahí? ¿Cómo es posible que algo así ocurriera? Ella nunca había perdido sus poderes de esa forma, ni siquiera en los momentos más críticos. Algo dentro de mí me decía que esto no fue un accidente, que había algo-o alguien- detrás de todo esto.Mi mandíbula se tensó al pensar en ello. Sentí un peso sofocante en el pecho, una presión que me hacía querer gritar, querer romper algo, porque esto no era normal. Esto no era una simple coincidencia.Y luego estaba ella.Fumiko.Destrozada. Vacía. Sin luz en su mirada.Verla en este estado me partía el alma, porque nunca la había visto así. Había sido testigo de su dolor en muchas ocasiones, de sus luchas, de su soledad, de su sacrificio por los demás. Pe
La encontré en la misma posición.Tirada en el suelo, con el rostro escondido entre sus brazos, su cuerpo sacudido por el llanto.Cada sollozo me golpeaba como una maldita daga en el pecho. Nunca había visto a Fumiko así... rota.Por más que lo intentara, por más que buscara algo que decir, nada podría aliviar ese dolor. Su dolor. El que la estaba consumiendo desde adentro.Y eso me estaba matando.Avancé con lentitud, sin hacer ruido, acercándome a ella con la única intención de abrazarla.Pero antes de que mis brazos pudieran rodearla, su voz me detuvo.-No me toques.Fue un gruñido bajo, rasposo, con el tono quebrado de alguien que ha llorado tanto que apenas puede seguir respirando.Mis manos quedaron a centímetros de su espalda, inmóviles. Por un instante pensé en ignorarla, en sujetarla de todos modos, en sostenerla para que dejara de derrumbarse.Pero no lo hice.Simplemente me quedé allí, de pie, mirándola desde arriba con una opresión en el pecho que amenazaba con ahogarme.-
"Ella salio al bosque toda asustada y sola, entonces algo la arrastro y le dijo. *No te preocupes, solo te sigo a donde vayas. En la cima sobre las montañas o valle bajo, te daré todo lo que has soñado, solo dejame entrar*"Fumiko Ibars -Lo siento...- susurré, pero mi voz se ahogó en el vacío. Nadie me escuchaba. Nadie me respondía. El silencio de la habitación se sintió más pesado que nunca, sofocante, como si las paredes se cerraran sobre mí con cada latido de mi corazón. Sentía mi cuerpo entumecido, mi pecho desgarrado y la garganta en carne viva por tanto llorar y gritar. Las lágrimas aún ardían en mis mejillas, pero ya no tenía fuerzas ni para secarlas. Me incorporé lentamente, sintiendo mis piernas débiles, como si mi propio cuerpo estuviera negándose a seguir adelante. Caminé con pasos torpes hasta el baño y cerré la puerta tras de mí. La luz fría del espejo reflejó mi rostro pálido, los ojos hinchados y rojos, las sombras oscuras bajo ellos que delataban el insomnio de la
Las lágrimas volvieron a abandonar mis ojos. Otra vez.Gruñí con frustración, sintiendo la ardiente humillación de mi propia debilidad. ¿Cuántas veces más iba a llorar? ¿Cuántas veces más me permitiría este miserable espectáculo?No podía seguir así.Esto era una mierda. Una jodida mierda.Mis lágrimas no lo traerían de vuelta. No harían que su pecho volviera a levantarse con un suspiro. No harían que sus ojos se abrieran de nuevo para encontrar los míos, llenos de esa calidez que solo él me ofrecía.No harían que me sonriera con esa mezcla de diversión y devoción que tanto amaba.No harían que sus manos buscaran las mías en la oscuridad de la noche.No harían que me susurrara mi nombre con esa voz ronca antes de hacerme suya una vez más.Nada de eso volvería a suceder.Nada lo haría levantarse de esa cama.Un sollozo ahogado escapó de mi garganta antes de que pudiera evitarlo.Gruñí con impotencia, con rabia, y golpeé la pared con tanta fuerza que el dolor subió en un latigazo desde