"Pero me llego el momento y quise ser mas fuerte, Ahora estoy tan convencida que no debo verte..."Oshin Itreque Desperté por el peso de Roderick encima de mí. Su cuerpo estaba pegado al mío como un cachorro dormido, atrapado en una postura incómoda pero completamente adorable. Su expresión era tan tranquila, tan pacífica, que me hizo sonreír con suavidad. A veces, me olvidaba de lo joven que era, de lo vulnerable que podía llegar a ser, sobre todo cuando estaba tan relajado. Sus ojos cerrados y su respiración profunda me daban la sensación de que estábamos en un pequeño refugio de calma, completamente aislados del mundo exterior. No pude evitar reírme por lo gracioso que se veía, con sus brazos extendidos y la cara aplastada contra la almohada, como un niño pequeño. Lo saqué de encima de mí con cuidado, intentando no despertarlo. Él se quejó ligeramente, pero no se movió, lo que me dio una sensación de alivio. No quería que se despertara de golpe y comenzara a preguntar cosas inne
Salí del baño después de unos minutos, y allí estaba Fumiko, sentada en la cama, conversando con Roderick. El vapor de la ducha aún llenaba la habitación, pero no me importó, ya que el calor en el aire parecía haberse vuelto algo confortable para mí. Sentí que una pequeña paz me rodeaba al verla a ella allí, con una sonrisa tranquila, pero también un leve nerviosismo en sus ojos. Algo en su mirada me decía que no todo estaba bien, pero decidí no preguntar. El simple hecho de que estuviera aquí, a mi lado, era suficiente por el momento. Me metí al closet para vestirme, buscando algo cómodo y sencillo. Un pantalón azul de mezclilla, una camisa blanca, y unos tenis negros Nike fueron lo que elegí. Quería sentirme ligero, sin preocupaciones. Mientras me vestía, notaba cómo mi mente divagaba de nuevo hacia todo lo que había pasado, las tensiones y las preocupaciones de los días anteriores. A veces parecía que nada de lo que había vivido había quedado atrás, pero la presencia de Fumiko era
"Hasta la mujer mas enamorada se puede ir de tu vida si no la sabes valorar" Fumiko Ibars Después de desayunar, todos continuamos conversando por un rato, disfrutando de la tranquilidad que ofrecía el momento. Mi padre y mi hermano no paraban de preguntarme qué había estado haciendo durante todo este tiempo. Decidí mentirles, como siempre lo hacía en situaciones como esa. Les dije que había salido a pasear por el bosque, que un vampiro me había raptado, pero que tras un tiempo logré escapar. Y, al no encontrar una forma de regresar, había estado vagando hasta ahora. Ai, Riu, Estrella y el viejo Mael me miraban como si pensaran: "Qué buena mentirosa, hasta yo me la creí." Cuando terminé de contar mi historia, ellos comenzaron a cuestionarme si el vampiro me había hecho algo. Tragué saliva con algo de incomodidad, y mientras respondía, mi mirada se desvió, buscando cualquier excusa que me ayudara a salir del momento. Sin embargo, fue la risa de Oshin la que hizo que todos recordaran
—Feliz dieciséis años de conocernos, pequeña —murmuró Oshin, mientras sus ojos se posaban sobre las rosas en sus manos. Se acercó lentamente hacia mí, su presencia calmante en medio del caos que comenzaba a formarse alrededor. Sonreí, sintiendo el calor de su mirada y la suavidad de sus palabras. Hoy, 13 de junio, se cumplían dieciséis años exactos desde que conocí a Oshin en aquel orfanato. Recordaba cada detalle: la tristeza en sus ojos, su timidez, su forma de mirarme como si temiera que alguien pudiera arrebatarme de su vida. En esos años, el mundo cambió tanto, pero lo que nunca cambió fue la manera en que lo veía, esa figura que se mantenía firme, aún en sus momentos más débiles. Mi corazón dio un vuelco al verlo así, tan tierno y vulnerable, a sus casi treinta y un años. Aunque el tiempo había pasado y las cicatrices del pasado ya no eran tan evidentes, aún podía verlo como ese niño asustadizo que no sabía cómo enfrentar al mundo más que con rabia. La misma ternura que siempre
"No me subestimes. Se mas de lo que digo, Pienso mas de lo que hablo y Me doy cuenta de mucho mas de lo que crees"Fumiko Ibars El aire estaba cargado de tensión. Todos los que me rodeaban gruñían de manera defensiva, como si estuvieran listos para atacar en cualquier momento. Pero yo, con una expresión serena y despreocupada, simplemente metí las manos en los bolsillos de mi pantalón. Era casi irónico. Me temían, y aun así, ahí estaban, parados frente a mí, con las miradas llenas de rabia y miedo. "No sé qué carajos hacen aquí entonces…" pensé para mis adentros, sin molestarse en ocultar mi incredulidad. A veces dudo seriamente de la existencia del cerebro y razón entre sus especies. Si de verdad mi intención hubiera sido aniquilarlos, lo habría hecho hace mucho tiempo. Me habría ahorrado un sinfín de problemas y confrontaciones innecesarias. Pero no… parece que la lógica no es su fuerte. O tal vez simplemente usan el cerebro como adorno, porque no veo que lo estén utilizando.
Un crujido resonó en el aire, con un sonido seco y profundo, como el estallido de brasas al rojo vivo. Entonces, una onda de calor emergió a mi alrededor y, con ella, mis espectros de fuego tomaron forma. Desde las sombras mismas, sus figuras emergieron con una majestuosa imponencia, sus cuerpos vibrando entre la realidad y el más allá. No eran simples bestias, no eran solo llamas; eran entidades vivientes, forjadas en el núcleo de una furia ancestral. Se alzaron en torno a mí, sus formas oscurecidas por siluetas etéreas que parecían danzar entre las llamas. Sus cuerpos fluctuaban, moviéndose entre lo tangible y lo incorpóreo, oscilando entre lo definido y lo informe. Cada uno de ellos tenía una apariencia única, aunque todos compartían un rasgo común: la sensación de peligro absoluto. Sus ojos —o lo que se asemejaba a ojos— eran orbes incandescentes de un brillo espectral, algunos centelleaban en un blanco puro y ardiente, otros en un rojo profundo, como si llevaran consigo el resp
"A ella no le importan tus palabras o como la salvaras, de donde ella viene no hay salvadores"Fumiko Ibars —No- nosotros... —balbuceó uno de ellos con la voz entrecortada, apenas un susurro ahogado por el terror. La risa brotó de mi garganta, ronca, oscura, casi vibrante con la electricidad del momento. Me mantenía suspendida en el aire, con Dai bajo de mí, sintiendo su calor, su poder, su furia en sincronía con la mía. —No hables… ni lo intentes… —murmuré con una tranquilidad escalofriante—. Este secreto ha sido guardado por demasiado tiempo. Descendí lentamente hasta tocar el suelo con ligereza, mis pies apenas levantando polvo. La multitud se estremeció. Mi sonrisa se ensanchó con deleite al ver cómo intentaban retroceder, cómo sus cuerpos reaccionaban instintivamente a la presencia de algo que no podían comprender ni enfrentar. Pobres… tan vulnerables, tan débiles. Mis espectros emergieron con un resplandor feroz, sus cuerpos envueltos en llamas de distintos colores, vibrant
—Deberían empezar a considerar usar el cerebro de vez en cuando, maten… Las palabras apenas habían salido de mi boca cuando un portal se abrió detrás de mí. No tuve tiempo de reaccionar. Unas manos fuertes cubrieron mi boca, sofocando mis palabras, aquella se tenía de muerte, y me arrastraron sin esfuerzo al interior del vórtice resplandeciente. Escuché un gruñido y vi a Connor lanzarse sobre Dai, empujándolo mientras él también cruzaba el portal. Dai intentó seguirnos, pero la brecha se cerró antes de que pudiera alcanzarnos. Todo se volvió un torbellino de sensaciones. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando sentí un aliento cálido en mi oído. —No te dejes dominar por el odio, linda —murmuró Garret con voz firme pero suave. Forcejeé, intentando liberarme de su agarre, pero él no me soltó. Gruñí sobre la palma de su mano, frustrada al darme cuenta de que no podía usar mis poderes. —No lo hagas, no cedas... —continuó, su tono impregnado de urgencia—. Eres más fuerte que esas em