El sol de la mañana inunda la ciudad y, en cada rincón, las voces del mundo parecen murmurar mi nombre. Pero ya no es solo mi voz la que resuena, sino la de aquellos que, sin saberlo, han recordado que existo. Desde que Lena despertó y nuestro amor volvió a brillar, la gente empezó a hablar. No son simples comentarios: se difunden rumores, se hacen preguntas en las redes, y de repente, mi imagen se vuelve polémica. Mientras salgo del hospital, aún con el recuerdo de aquella noche que casi me hace perderla, me encuentro rodeado de gente. Algunos me miran con extrañeza, otros con una mezcla de admiración y desconcierto. En la calle, oigo fragmentos de conversaciones: —¿Viste a Elías? Dicen que es el hombre que desafió al olvido. —¿Por qué estará con Lena? Parece que solo él la recuerda. —Dicen que es un misterio, que su historia es tan intensa como un sueño… Cada palabra se clava en mi alma. Mi existencia, que durante tanto tiempo se había desvanecido en la penumbra, ahora está en
Las voces del mundo no se callan. A medida que pasan los días, los rumores se convierten en certezas para aquellos que no nos conocen, en historias manipuladas por quienes quieren entrometerse en nuestro amor. El viento trae palabras que no pronunciamos, declaraciones que jamás hicimos y dudas que no pedimos. Y aunque intento aferrarme a lo único real, a Lena, algo dentro de mí me dice que estamos entrando en una tormenta de la que quizás no salgamos ilesos. Hoy, más que nunca, siento el peso de la fama que nunca busqué. —Elías, tienes una entrevista en la radio —me dice Javier, un viejo conocido que solía ser periodista y ahora se ha convertido en mi enlace con los medios. —No quiero entrevistas —respondo sin apartar la vista del teléfono, donde un artículo habla de mí como si fuese una figura mitológica. "El hombre que desafió al olvido", "El fenómeno de la memoria". —No puedes evitarlas siempre. La gente quiere saber tu historia. Resoplo, cansado. ¿Qué historia? ¿Qué se supone
El mundo sigue girando, indiferente a lo que nos pasa. Las luces de la ciudad parpadean en la distancia, los autos continúan su trayecto, y las conversaciones de los demás no se detienen. Pero en mi cabeza, todo se ha congelado en el momento en que Lena se alejó de mí. Sus últimas palabras resuenan como un eco persistente: Ojalá pudiera creerte, Elías. Una frase simple, pero cargada de algo que nunca había sentido en ella: duda. Me quedo ahí, en la azotea, viendo su silueta desaparecer escaleras abajo, y por primera vez en mucho tiempo, me siento realmente asustado. Porque si Lena empieza a dudar de nosotros, entonces nada en este mundo es seguro. No la busco esa noche. Tal vez porque no sé qué decirle. Tal vez porque tengo miedo de escuchar lo que aún no ha dicho. Me quedo en mi departamento, viendo el techo como si pudiera encontrar respuestas ahí. Las imágenes se repiten en mi cabeza: el café, la mesera diciendo que Lena estaba con alguien más, la forma en que evitó decirme
El amor no siempre se rompe con gritos. A veces, se desmorona en silencios. En lo que dejamos de decir. Lena y yo estamos en su departamento, juntos, pero con un abismo entre nosotros. Quiero tocarla, sentir su piel contra la mía, recordarle que somos más que las dudas que nos acechan, pero ella mantiene la distancia. Y eso me duele más de lo que debería. —Dime cómo arreglo esto —susurro. Ella baja la mirada. —No sé si puedes. Las palabras me golpean como un puñal en el pecho. —Lena… —No es tu culpa —me interrumpe, con la voz quebrada—. No tiene que ver con que no te ame. —Entonces, ¿qué es? Ella aprieta los labios, luchando con algo que no quiere decir. Y entonces lo sé. No es solo el peso de mi historia. No es solo el mundo metiéndose en nuestra relación. Es miedo. Pero no miedo a perderme. Miedo a quedarse. —Tienes miedo de lo que viene —murmuro, con la certeza clavándose en mi garganta. Lena se queda en silencio. —Tienes miedo de un futuro conmigo. Ella cierra l
BIENVENIDA A “ANTES QUE EL MUNDO NOS OLVIDE”Imagina que un día despiertas y el mundo ha borrado tu existencia. Que todos los que conocías, todos los que te amaban, ya no recuerdan tu nombre.Excepto una persona.Esta es la historia de Elías, el hombre que lo tenía todo… hasta que dejó de existir. Y de Lena, la única que puede recordarlo.Es una historia de amor, pero no cualquier historia de amor. Aquí, el tiempo es un enemigo, la memoria un castigo y cada día juntos es un desafío contra lo imposible.Este libro no es solo para quienes aman el romance. Es para quienes alguna vez han sentido miedo de ser olvidados. Para quienes creen que el amor puede desafiarlo todo, incluso la propia realidad.Y ahora tú formas parte de esta historia.¿Estás listo para sentir?Bienvenido a “Antes de que el mundo nos olvide”. Una historia que no podrás dejar de leer.Episodio 1: El día en que dejé de existirAyer, el mundo sabía mi nombre.Hoy, no soy nadie.Camino por la avenida como siempre lo he h
Ayer, el mundo sabía mi nombre. Hoy, solo Lena me recuerda. La ciudad sigue su curso, implacable, sin saber que algo imposible está ocurriendo. Los autos pasan, la gente ríe, las luces parpadean en lo alto de los edificios, pero yo me siento como un fantasma. Un extraño en mi propia vida. Pero Lena… ella está ahí. Sigo de pie junto a su mesa en la cafetería, observándola como si fuera mi última conexión con la realidad. Y tal vez lo sea. —¿Elías? —su voz suena incrédula, pero no porque haya olvidado quién soy, sino porque mi presencia aquí la desconcierta. Cuando dice mi nombre, algo dentro de mí se rompe. Alguien me recuerda. —Dime que esto es una broma —mi voz apenas es un susurro, pero no intento ocultar la desesperación—. Dime que tú también lo notaste. Lena deja la cuchara sobre el platillo y me observa con cautela. Sus ojos, tan familiares, tan reales, buscan respuestas en los míos. —No sé qué está pasando… —admite—. Pero esta mañana, cuando desperté, sentí que algo an
La madrugada es fría, pero no suelta su lluvia. El asfalto brilla bajo la luz tenue de los faroles, reflejando las iniciales que Lena y yo dejamos en la pared.E + L.Un recordatorio de que existo. De que, al menos por ahora, alguien en este mundo todavía sabe quién soy.Lena me observa en silencio, con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta. Hay algo en su mirada que no sé cómo descifrar. ¿Preocupación? ¿Temor? ¿O tal vez una certeza que no se atreve a decir en voz alta?No quiero preguntar. No quiero que su respuesta haga más real este infierno.—Nos quedaremos juntos esta noche —dice finalmente, y no es una pregunta, sino una decisión.Asiento.No puedo permitirme estar solo.No ahora.No cuando el miedo de que Lena despierte mañana y me mire como si fuera un extraño me está destrozando por dentro.Porque si eso sucede, habré desaparecido para siempre.Un lugar para existirLlegamos a su departamento en cuestión de minutos. Apenas cierra la puerta, Lena suelta un suspiro
La ciudad brilla con luces doradas y rojas, llenando las calles con un aire festivo. La nieve cae en copos suaves, cubriendo los techos y aceras, como si el mundo intentara disfrazar su crueldad con una falsa sensación de paz.Lena y yo caminamos sin rumbo. Nos alejamos del bullicio de los centros comerciales y de las familias que se reúnen en las ventanas iluminadas. No tenemos un destino, porque, en realidad, no tenemos a dónde ir.—¿Solías celebrar la Navidad con tu familia? —pregunta Lena, rompiendo el silencio.Me toma un segundo responder.—Sí… —Susurro, pero mi voz se apaga. Porque la verdad es que no sé si eso sigue siendo cierto.Hoy no intenté llamarlos. No envié mensajes. No quise enfrentarme a la posibilidad de que también ellos hayan olvidado mi existencia.Lena se da cuenta. Me toma la mano con suavidad y la aprieta, como si quisiera recordarme que sigo aquí. Que ella sigue aquí.Es lo único que me mantiene cuerdo. Un refugio en la tormentaLas hora