Mi hermana estaba decidida a casarse con aquel paga-fantas de James, es obvio que no me caía bien.
La verdad, no era mal tío, pero yo pensaba que mi hermana valía mucho más, que merecía a alguien mejor que él.
Cenábamos tranquilamente, mientras Lian hablaba de lo que había conseguido para la ceremonia, parecía realmente entusiasmada, pero Marcos tenía un tema mucho más importante en aquel momento que su boda, y eso fue lo que más molestó a Lian, que el tema de la noche cambiase, que ella dejase de ser el centro de atención…
Me sentía en paz en aquel lugar, me irradiaba tanta calma que me sentía feliz allí, junto a aquella persona que tanto cuidaba de mí.Él era el mejor amigo de mi hermano, siempre tuvimos una relación especial, siempre supe que era más que un amigo, desde el principio, pero no podía ser nada más que un amigo, en mi corazón sentía que no era suficiente lo que sentía por el como para que el renunciase a la amistad de mi hermano por mí.Así fue como dejé de acostarme con él.Pero entonces entré en la armada, y allí estaba él de nuevo para sanarme. Después de todas esas atrocidades que me obligaban a hacer por mi país, el estaba ahí para curarme, para hacerme ver aquello tan sólo era un trabajo y que debía seguir adelante y perdonarme a mí misma
Estábamos en medio del cuarto polvo mañanero. Yo sobre él, me movía de arriba abajo, mientras él echaba su aliento sobre mi boca y me miraba con deseo y placer.Me miró con lujuria, para luego darme la vuelta y posicionarse sobre mí mientras sonreía con chulería. Gemí al sentir como su penetración me llenaba completamente al mismo tiempo que un sonido nos distraía. Ambos volvimos la cabeza hacia la mesilla de noche, deteniéndonos, para luego mirarnos el uno al otro.No lo cojas – me pidió para luego volver a metérmela, haciendo que volviese a gemir despacio.Marcos está insistiendo demasiado – le espeté preocupada, mientras alargaba la mano para coger el teléfono. Como había esperado era él. Descolgué y respondí a a
Luis vino a casa al día siguiente. Estaba preocupado por cómo habían acabado las cosas, y sospechaba que también de si habría vuelto o no con Han Tae Sang.Le recibí en el jardín, mientras ponía a punto mi moto, ya que me apetecía mucho volver a cogerla.¿Qué tal fue tu conversación con el coreano? – Preguntó dubitativo, mientras yo dejaba de pasarle el trapo a la moto y miraba hacia él divertida.He quedado con Pope para ir a las tres cruces (un merendero que había cerca de dónde vivía), ¿te vienes? – le pregunté, dejando claro de que me gustaría mucho que viniese. Y de que no tenía muchas ganas de hablar sobre el tema Han Tae Sang.Tengo que pasarme por mi casa antes...- comenzó con tranquilidad, indic&a
Había llegado el gran día. Mi hermana pequeña se casaba. Parecía mentira que así fuese, siempre había pensado que la benjamina tardaría mucho más en encontrar a alguien, ya que siempre solía poner pegas a cualquier chico que se le presentaba.Recordaba que su gran amor había sido Jaime, mi prometido. Sabía lo duro que había sido para ella renunciar al hombre que amaba para que su hermana, es decir yo, se casase con su amado.Y más tarde se había fijado en Tae Sang, el hombre del que yo estaba enamorada. Recordaba también lo mucho que ella había sufrido cuando se había enterado de que él me correspondía a mí de la misma forma.Si hubiese sabido que todo con él acabaría de aquella forma nunca hubiese renunciado a tantas cosas como renuncié por él.
Me encontraba en la habitación, con Lian. Estaba totalmente vestida para la ceremonia, se casarían en el jardín, mi madre había organizado todos los preparativos con la agencia prematrimonial y lo había convertido en un lugar precioso.Me miré hacia el espejo del baño, mientras mi hermana me llamaba, admirando como aquel hermoso vestido negro con transparencias me quedaba de lujo. Tenía el rostro maquillado y el cabello atorado en un bello recogido.Llegué a la habitación y admiré como Lian me miraba dubitativa. Algo ocurría, podía notarlo, ella estaba preocupada por algo.Tenemos un problema – comenzó mientras me mostraba la distribución de las mesas, miré hacia ella sin comprender y volví la vista hacia mi hermana – Hice la lista hace siglos, y se me olvidó cambiarle
La fiesta seguía su curso, me senté en la mesa nuevamente, admirando como la gente bailaba junto al escenario, donde tocaba la orquesta.Estaba cansada de huir de Han Tae Sang. Se había pasado la tarde persiguiéndome, intentándome hacerme entrar en razón, o así lo llamaba él. Pero ya era tarde, ya no quería volver a ser engañada por él. Estaba harta de secretos, de mentiras, de fingir, de aceptar vivir en una casa donde no era feliz, el tener que soportar a su madre para poder estar con él. No, no quería volver a aquello, era más feliz en aquel momento.Mi hermano acababa de llegar a la mesa, me miró preocupado mientras se sentaba a mi lado.Alegra esa cara, Ana – me espetó, mientras cruzaba los brazos, desafiante – tu hermana pequeña acaba de casarse.
Apenas habían pasado dos días desde que mi hermana se había ido de luna de miel a Cancún, y ya la echaba de menos.Tae Sang había vuelto a Corea un día después de la boda, con la mera explicación de que debía volver al trabajo. No me importó lo más mínimo. Sabía que el trabajo era más importante que yo, dijese lo que dijese, eso nunca cambiaría.Marcos había vuelto a Carabanchel, donde vivía con su mujer y sus dos hijos. Y mis padres volvían a la carga, recién recordaba la razón por la que me había marchado de casa, entre otras cosas había decidido casarme por mis padres: si bien mi padre era el mejor padre del mundo… mi madre… era un incordio. Parecía que disfrutaba molestando al prójimo, y no lograba entender como mi padre podía a
Nada más llegar a Nueva York, justo después de abandonar el aeropuerto, aún en el taxi, recibí la llamada de la señora Chang. Al parecer se encontraba en la ciudad y quería que acudiese a una cita con ella enseguida pues tenía que tratar un asunto legal conmigo, así que me citó en su casa. ¿Su casa? Ignoraba que tuviese casa en la ciudad.Bajé del taxi con las maletas acuestas, ya que no me había dado tiempo a pasar por casa, debido a su insistencia. Y corrí a una abarrotada acera, donde peatones y carritos de niños abarrotaban el lugar. Me hice paso como pude hasta llegar al portal número 7 de la avenida principal.Hacía un día de perros, llovía a cántaros y mi pequeño paraguas se había roto al bajar del avión, así que estaba empapada.El portero me abrió la puerta y e