Tan sólo habían pasado unos cuantos días desde aquello. Aún me volvía loca cuando le recordaba mordiéndome en aquel cuarto de baño o cuando recordaba sus besos sobre mis labios. Aún no podía quitarme de la cabeza sus palabras “he estado a punto de olvidar quién eras” ¿qué es lo que había querido decir con aquello.
Ni siquiera tenía mucho tiempo de pensar en ello, pues el jefe nos acababa de dar, apenas unas horas antes, la agradable noticia de que nos íbamos de viaje, a una misión, al Reino unido, y no habíamos cruzado palabra desde que nos habíamos montado en el avión.
Un chivatazo había situado al Gringo en Londres, en una gran convención de fanáticos de Sherlock Holmes en el museo de este investigador privado.
Tan pro
Tras el gran triunfo que habíamos logrado con el Gringo, el jefe nos premió con una semana de vacaciones. Así que allí estábamos visitando la ciudad él y yo, parecía mentira que estuviésemos haciendo cosas juntos, nunca lo había esperado de él. Y por supuesto ni siquiera habíamos hablado de lo que había pasado el día anterior, tan sólo fingíamos que nada había ocurrido.Paseábamos por Picadilly Circus cuando nos encontramos de frente con mi hermana, en aquel momento deseé que la tierra me tragase.¡Ana! – Exclamó entusiasmada, para mi sorpresa. Miré hacia ella con los ojos como platos al notar que estaba un poco más gorda, algo anormal en ella.¿estás embarazada? – Pregunté sin saludarla si quiera, admirando como ella asentí
Estaba tumbada sobre su cama, boca abajo. Estaba totalmente exhausta tras haberlo hecho apasionadamente dos veces más desde la vez del lavabo, dentro del jacuzzi.Notaba como las sábanas se empavan con el agua que chorreaba de mi cuerpo, pero estaba demasiado cansada como para preocuparme de ello.Ana…- me llamó al mismo tiempo que sentía como me abría las piernas y me acariciaba con la yema de los dedos el muslo, subiendo más y más hacia mi sexo. Sintiendo como aquella electricidad me recorría entera, haciendo crecer el deseo hacia él de nuevo.Era increíble, mi cuerpo estaba cansado, pero con tan sólo una caricia podía volver a activarme y olvidar mi cansancio.Se echó sobre mí mientras me agarraba de la barbilla y tiraba de ella, echándome la cabeza hacia atrás, para lueg
Caminábamos por la ciudad agarrados de la mano, no quería soltarme, y yo no lograba entender por qué.Estábamos frente al río Támesis, caminando sobre el puente. Miré hacia él que parecía estar pensando en otra cosa, parecía que se encontraba muy lejos de allí en aquel momento.Me solté de su mano y me acerqué más a la barandilla del puente, mientras Kevin miraba hacia mí preocupado.Han Tae Sang…- comenzó mientras le miraba sin comprender que pretendía volviendo a pronunciar aquel nombre de nuevo - ¿aún le amas? – volvió a preguntar mientras yo reía con ironía, dejando claro que no quería contestar esa pregunta. Me di la vuelta de nuevo y volví a apoyarme en la barandilla, mientras sentía como él me abrazaba por detrás y me besab
Y allí estaba, con el mismo bañador que había usado en la mañana, el único que tenía en aquel lugar, de hecho. Pues la futura mujer de Jaime, Arantxa, la cual era muy amable y simpática, había insistido tanto que no había podido negarme, y aquel idiota también estaba allí, pues se había apuntado sin ser siquiera invitado.Estaba sentada cerca del borde final del palo de proa, en aquel hermoso velero, sintiendo el delicado viento marino sobre mi rostro, que echaba mis cabellos hacia atrás, mientras recordaba algo que había pasado hace aproximadamente una media hora.Estábamos sentados sobre los sofás de cubierta, mientras el capitán del navío conducía el barco hacia mar abierto. Bebíamos vino y tomábamos un poco de fruta, uvas para ser concretos.¿Qué tipo de
Aquella noche, justo después de darme una ducha de agua caliente, cuando secaba mi cuerpo con la toalla y pensaba en que productos de cuidado facial utilizaría para paliar el exceso de sol, alguien llamaba a la puerta.La abrí sin tan siquiera poner demasiado empeño en ello, admirando frente a mí al estúpido de Kevin.No estoy de humor, así que lárgate – le espeté, mientras le cerraba la puerta en las narices, pero él fue más rápido y agarró la puerta con la mano antes de que esta le hubiese dado en la cara. Forcejeó conmigo, para abrirla, y cuando lo hubo echo entró, para luego cerrar la puerta tras él – no creo haberte invitado a entrar – le dije, haciendo que él me agarrase del brazo y tirase de mí, pero me solté antes de que hubiese logrado su cometido, y me di la vuelva, con la intención d
Dormía sobre el sofá, cuando me desperté sobresaltada, percatándome de que me había quedado dormida en el salón.Me levanté despacio, intentando alejarle de mis pensamientos, pues desde que habíamos vuelto de Londres se comportaba como un capullo conmigo, como el capullo que solía ser, y eso era algo que odiaba, que hiciese como si no hubiese pasado nada entre nosotros.Miré hacia el espejo del pasillo, percatándome de que tenía un aspecto horrible: mi cabello estaba alborotado, la máscara de pestañas se me había quedado pegada en la ojera y el labial había manchado la comisura de mis labios por completo.Intenté arreglar un poco aquel desastre, volviendo a colocar mi cabello en su lugar, cuando lo escuché: la puerta de la casa se abría en ese justo instante, haciendo que mirase sobrecogida hacia mi izquierda, aún sin poder
Al día siguiente desperté algo atolondrada, sin poder parar de pensar en lo que había estado a punto de suceder la noche anterior, no podía quitarme de la cabeza su rostro de perplejidad al verme despierta frente a él.Me preparé para ir a trabajar, ya que aquel día era realmente especial, pues teníamos indicios de que el Gringo asistiría esa misma noche a un gran evento en la casa del duque de Montreal. A la que, por supuesto estábamos invitados, aunque como era obvio, con identidades falsas.Tenía que ir a la tienda del café, pues tenía asuntos pendientes que arreglar, y como no tenía que trabajar hasta la noche, me dispuse a encargarme de ello.Estaba realmente despampanante aquella mañana, pues había estrenado uno de los vestidos que me había comprado en Londres, era un bello vestido de media pierna en tono blanco
Apoyada sobre el borde de madera de la piscina miraba hacia él, que mantenía su mirada fija en aquel al que todos llamaban Pablo Chacón, o como más comúnmente era conocido, el Gringo.Se quitó los pantalones, dejando claro que los calzoncillos negros que llevaba debajo le quedaban de escándalo, se despojó de su camiseta y se acercó al borde de la piscina.Se tiró al agua, haciendo que mirase hacia él, contrariada, pero sin abandonar mi posición, sintiendo, entonces, como él salía a la superficie y se unía, a mi lado, rozando su brazo con el mío, provocando que un leve escalofrío me recorriese entera.No puedes fingirlo todo – comenzó, haciendo que volviese a la realidad, mirando hacia él, que se sacudía el cabello con su mano izquierda, en aquel momento - te estremeces cada vez que te toco – a