Caminábamos por la ciudad agarrados de la mano, no quería soltarme, y yo no lograba entender por qué.
Estábamos frente al río Támesis, caminando sobre el puente. Miré hacia él que parecía estar pensando en otra cosa, parecía que se encontraba muy lejos de allí en aquel momento.
Me solté de su mano y me acerqué más a la barandilla del puente, mientras Kevin miraba hacia mí preocupado.
Y allí estaba, con el mismo bañador que había usado en la mañana, el único que tenía en aquel lugar, de hecho. Pues la futura mujer de Jaime, Arantxa, la cual era muy amable y simpática, había insistido tanto que no había podido negarme, y aquel idiota también estaba allí, pues se había apuntado sin ser siquiera invitado.Estaba sentada cerca del borde final del palo de proa, en aquel hermoso velero, sintiendo el delicado viento marino sobre mi rostro, que echaba mis cabellos hacia atrás, mientras recordaba algo que había pasado hace aproximadamente una media hora.Estábamos sentados sobre los sofás de cubierta, mientras el capitán del navío conducía el barco hacia mar abierto. Bebíamos vino y tomábamos un poco de fruta, uvas para ser concretos.¿Qué tipo de
Aquella noche, justo después de darme una ducha de agua caliente, cuando secaba mi cuerpo con la toalla y pensaba en que productos de cuidado facial utilizaría para paliar el exceso de sol, alguien llamaba a la puerta.La abrí sin tan siquiera poner demasiado empeño en ello, admirando frente a mí al estúpido de Kevin.No estoy de humor, así que lárgate – le espeté, mientras le cerraba la puerta en las narices, pero él fue más rápido y agarró la puerta con la mano antes de que esta le hubiese dado en la cara. Forcejeó conmigo, para abrirla, y cuando lo hubo echo entró, para luego cerrar la puerta tras él – no creo haberte invitado a entrar – le dije, haciendo que él me agarrase del brazo y tirase de mí, pero me solté antes de que hubiese logrado su cometido, y me di la vuelva, con la intención d
Dormía sobre el sofá, cuando me desperté sobresaltada, percatándome de que me había quedado dormida en el salón.Me levanté despacio, intentando alejarle de mis pensamientos, pues desde que habíamos vuelto de Londres se comportaba como un capullo conmigo, como el capullo que solía ser, y eso era algo que odiaba, que hiciese como si no hubiese pasado nada entre nosotros.Miré hacia el espejo del pasillo, percatándome de que tenía un aspecto horrible: mi cabello estaba alborotado, la máscara de pestañas se me había quedado pegada en la ojera y el labial había manchado la comisura de mis labios por completo.Intenté arreglar un poco aquel desastre, volviendo a colocar mi cabello en su lugar, cuando lo escuché: la puerta de la casa se abría en ese justo instante, haciendo que mirase sobrecogida hacia mi izquierda, aún sin poder
Al día siguiente desperté algo atolondrada, sin poder parar de pensar en lo que había estado a punto de suceder la noche anterior, no podía quitarme de la cabeza su rostro de perplejidad al verme despierta frente a él.Me preparé para ir a trabajar, ya que aquel día era realmente especial, pues teníamos indicios de que el Gringo asistiría esa misma noche a un gran evento en la casa del duque de Montreal. A la que, por supuesto estábamos invitados, aunque como era obvio, con identidades falsas.Tenía que ir a la tienda del café, pues tenía asuntos pendientes que arreglar, y como no tenía que trabajar hasta la noche, me dispuse a encargarme de ello.Estaba realmente despampanante aquella mañana, pues había estrenado uno de los vestidos que me había comprado en Londres, era un bello vestido de media pierna en tono blanco
Apoyada sobre el borde de madera de la piscina miraba hacia él, que mantenía su mirada fija en aquel al que todos llamaban Pablo Chacón, o como más comúnmente era conocido, el Gringo.Se quitó los pantalones, dejando claro que los calzoncillos negros que llevaba debajo le quedaban de escándalo, se despojó de su camiseta y se acercó al borde de la piscina.Se tiró al agua, haciendo que mirase hacia él, contrariada, pero sin abandonar mi posición, sintiendo, entonces, como él salía a la superficie y se unía, a mi lado, rozando su brazo con el mío, provocando que un leve escalofrío me recorriese entera.No puedes fingirlo todo – comenzó, haciendo que volviese a la realidad, mirando hacia él, que se sacudía el cabello con su mano izquierda, en aquel momento - te estremeces cada vez que te toco – a
Aquella noche llevaba uno de esos vestidos que reservaba para eventos especiales. La mitad del vestido tenía transparencias, por lo que dejaban ver gran parte de mis pechos desnudos. Caminé hacia la casa del sospechoso, tenía la pistola oculta debajo de la falda y estaba totalmente preparada para liquidar a Pablo Chacón en cuanto tuviese oportunidad.En cuanto al otro tema… había tomado la decisión de que le ignoraría, haría como si nada hubiese pasado entre nosotros, seguiría tratándole como siempre y me alejaría de él tanto como lo permitieran las circunstancias.Fue una noche de lo más aburrida: Kevin no dejaba de mirar hacia mí, mientras yo vigilaba al sospechoso, que hablaba con unos y con otros como si llevase toda la vida esperando aquella noche. Tan sólo esperaba poder tener una oportunidad de encontrarme con
Habían pasado unos pocos días desde aquello, nuestra relación en el trabajo era demasiado fría, más de lo habitual, y eso me preocupaba. Él apenas hacía bromas, y eso no era normal en él. Así que me tenía algo intranquila.Aquel día teníamos entrenamiento en la agencia, él se reía con sus compañeros y suponía que también eran sus amigos, mientras yo saludaba a Meryem.Llevaba el pelo recogido en una coleta y ropa cómoda para pelear, ya que era lo que solíamos hacer allí en días como aquel.Eh novata – me llamó él, haciendo que ni siquiera le mirara, pues estaba harta de que siguiese llamándome así frente a los demás.Es un capullo – comenzó mi amiga – no sé cómo aún puedes aguantarle, yo ya le hubiese mandado
Capítulo 51 – Dejar de ser un gilipollas.Meryem bajó del coche y se despidió de nosotros con la mano, en la puerta de su casa, mientras Kevin metía primera, dispuesto a marcharse del lugar.Condujo hacia mi casa, sin hablar siquiera, mientras yo miraba por la ventanilla, admirando el hermoso amanecer.Se paró antes de doblar la esquina que llegaba a mi calle, incluso paró el motor.No quiero que tengas problemas con ella – aseguró, dejando claro que se estaba refiriendo a su madre, pues sabía que ella salía de la casa bien temprano para ir a caminar a central park, todas las mañanas.Agarré el bolso, y abrí la puerta, dispuesta a marcharme, sin decir palabra alguna, cuando le escuché de nuevo.Les diré a los chicos que me lo inventé – aseguró, haciendo que volviese la mirada ha