Capítulo 3

Carolain estaba completamente desconcertada, ¿ese hombre pensaba ser su primer cliente? Sabía que el momento llegaría, pero honestamente no esperaba que fuera tan pronto Y mucho menos con ese tipo tan arrogante y presumido.

Preferentemente esperaba acostarse con un hombre al que no tuviera que volver a ver en su vida. Realmente sería intolerable la actitud de este sujeto. Chasqueó la lengua molesta y se tragó las ganas de gritarle unas cuantas verdades.

Suplicante, miro a Claudia, quién comprendiendo el gesto de la joven decidió intervenir por el bien de ambas. Ella amaba a Edgar y no podía permitir que una desconocida le arrebatara la atención del hombre que amaba, no después de todo lo que ella a luchado por estar a su lado.

—Edgar, sabes perfectamente las políticas de la empresa. En caso de incumplir alguna norma deberé de informar a los otros inversionistas—. La rubia fija su fría mirada en Edgar, el hombre que ama desde hace años y con sus desplantes le destroza el corazón una y otra vez.

Él no podía imaginar cuánto daño le hacía cada vez que llegaba una joven atractiva y él se les insinuaba. Por suerte Carolain no le dió cabida, pero otras solían ser demasiado amables y atentas con tal de poder captar los mejores clientes.

—Está bien—, fija su mirada en Carolain para recorrerla con la mirada de pies a cabeza—. Es una lástima, señorita. Conmigo hubieras gozado, un par de toques precisos y te tendría gimiendo como la zorra que de seguro eres—. Esboza una sonrisa presumida para luego retomar sus quehaceres—. Espero que pronto nuestros caminos se vuelvan a cruzar y te aseguro que en ese momento no seré tan amable, ahora puede retirarse.

No se lo tuvieron que decir dos veces, Carolain arregló su blusa, un poco su cabello y salió corriendo de aquella habitación. Corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron llevando a cuestas la humillación y tragándose las lágrimas de frustración. Toda su vida fue vista como un maldito objeto, era atractiva, lo sabía, pero había muchas más cualidades dentro de ella que solo un par de tetas, grandes caderas y una cara bonita. Pero nadie parecía notarlas. Jongwoo tampoco tuvo la capacidad de ver más allá, si se hubiera tomado la molestia de hacerlo, quizás aún estarían juntos.

Se maldice internamente por pensar en él en un momento como este. Lleva cuatro años de su vida prometiendo que lo olvidará, sin embargo todo es una excusa para recordarlo. No sabe que hizo ese hombre para lograr meterse de ese modo bajo su piel.

Fueron unas cuantas salidas, nada más. Aún así ella se enamoró perdidamente de él, cuando estaban juntos Jongwoo era diferente, bajaba sus defensas y se mostraba como realmente era. Era un hombre simpático, sencillo, cariñoso y preocupado. Quizás por eso la desilusión fue tan grande.

Mientras Claudia, disgustada observaba al hombre, esperando alguna explicación de su parte. Explicación que jamás llegó, ya que Edgar hacía de cuenta que la mujer no existía y se dedicaba a preparar las cámaras y escenografía para la siguiente sesión de fotos.

En ese momento, Claudia sintió unas inmensas ganas de llorar. Ya no sabía que hacer para ganar el corazón de ese hombre, Edgar era siempre tan frío y cruel, solo la utilizaba para su goce personal e ignoraba rotundamente los sentimientos de ella hacía él. ¿Acaso no podía ver que ella estaba perdidamente enamorada?

—Puedes hacer pasar a la siguiente joven—, la gruesa voz de Edgar rompe el tenso silencio.

— ¿Por qué lo haces, por qué tienes que humillarme de ese modo?— Sus ojos se empañan a causa de las lágrimas, las cuales sin poder contener por más tiempo ruedan por sus sonrojadas mejillas.

—Claudia, no confundas las cosas. Nosotros tenemos una relación netamente sexual—, se acerca a ella con pasos rápidos y bruscamente la toma de ambas muñecas—. Muchas veces te he dicho que no confundas las cosas, yo no estoy a tu alcance y tu no eres lo que necesito para ser feliz—. Roza sus labios con los de la mujer, notando como el aliento de ambos se mezcla— como ya he dejado todo claro, entonces... ¡Largo de mi oficina!— Gritó furioso.

La empujó con tal brusquedad que la mujer trastabila y cae. Edgar al verla en esa postura tan humillante se hecha a reír a carcajadas, disfrutaba tanto el poder hacer con ella lo que le vieniera en gana. Claudia era el tipo de mujer que lo hacía sentir poderoso y deseado.

Claudia, se coloca rápidamente de pie y corre desconsolada fuera de la oficina, necesitaba alejarse de su lado y dejar de himillarse. La rubia se encierra en el baño y llora a gritos mientras golpea con sus huesudos puños los azulejos.

Ese hombre jamás la amara como ella lo hace, Edgar está muy lejos de su alcance y ya no puede seguir engañandose. Necesita poner fin a esta insana relación, reconstruir su amor propio para lograr ser feliz en un futuro.

Por estar tras Edgar, dejó pasar muchas oportunidades y él jamás valoró nada de lo que es hizo. Estaba enamorada, pero ya no podía seguir siendo utilizada de este modo.

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Carolain, llegó a su casa con el corazón palpitando a mil, más antes de entrar procuró fingir su incomodidad. No permitiría que su familia se percatara de que algo andaba mal, ni mucho menos que notarán que lloró. Si su hermana se enteraba podría oponerse a su nuevo empleo y por ahora no era una opción.

Como siempre, su hermana e hija la esperaban con ansias, tenían todo preparado en la sala para una maratón de películas. El panorama que le tenían preparado le entusiasmaba muchísimo, por lo que dejó de lado el desagradable suceso vivido en la agencia. Ahora debía proyectarse para grandes cosas, ahorraría y pondría su propia productora de televisión.

Tenía demasiados sueños que anhelaba cumplir, debía enfocarse en eso y no en personas tóxicas que solo buscaban poner trabas. Ella estaba dispuesta a conseguir sus metas sin importar quién se interpusiera en su camino.

— ¿Cómo te fue?— Coloca las palomitas de maíz sobre la mesa de centro junto a los refrescos y patatas fritas—, tenemos todo listo para la maratón de series coreanas—. Esboza una amplia sonrisa mientras extiende sus brazos y señala la televisión.

—Me fue bien, la paga es demasiado buena y solo debo salir cuando alguien quiera mi grata compañía—. Toma un puñado de palomitas y se lo echa a la boca—. ¡No me gustan las series coreanas!— Protesta con la boca llena para después dejarse caer en el sillón y quitarse los zapatos de taco aguja.

—No seas aguafiestas, esta serie te encantará. Me han dicho que es excelente y los protagonistas están buenísimos. Tiene excelentes críticas, hermanita— se deja caer pesadamente en el sillón junto a su hermana menor.

—Ya, pero si no me divierte la sacas— se deja caer a su lado y extiende sus brazos hacia la niña pequeña y la carga entre sus brazos arrollando su cuerpo juguetonamente. Durante toda la tarde planeaba disfrutar de la compañía de su pequeña.

Debía de admitir que el cine coreano era excelente, nada que quitar ni nada que agregar. La calidad de su trabajo era impecable y la serie logró atraparla de principio a fin. Quizás debía abrir más su mente y aprender de las producciones de otros países, ya que podían ser una gran influencia a la hora de montar su propia productora televisiva.

El solo pensar en montar su productora Televisa era algo que la llenaba de ansiedad. Era su más grande sueño y por primera vez se sentía confiada de poder lograrlo. Al principio montaría algo pequeño y con trabajo y esfuerzo buscaría llegar a las grandes industrias televisivas.

Pasaron la tarde entre series, chucherías y sobre todo, muchas risas. Eran esos momentos donde todos sus problemas desaparecían, donde se sentía tan plena y feliz.

Ya caída la noche, Carolain hizo dormir a su pequeña, la cual apenas tocó la almohada cayó en un profundo sueño. Ella se quedó unos minutos contemplando a la niña y jugueteando con sus rizos oscuros.

Esa niña, siendo tan pequeña aún, era su fortaleza y pilar, por ella debía esforzarse al máximo, no podía someterla a una vida de necesidades. Ella aguantaría en la agencia hasta adquirir algo mucho mejor.

— ¿Cómo te fue en la agencia?— La voz de su hermana la sobresaltó. Rápidamente se levantó de la cama, arropó a su hija y salió junto a Jessica de la habitación.

—Todo salió bien, he quedado contratada—. Se estira un poco para luego ahogar un bostezo contra la palma de su mano—, salgamos afuera, no quiero que se vaya a despertar. Además la noche está preciosa.

Jessica asiente y ambas mujeres se encaminan a la pequeña terraza, donde comparten un par de cervezas y fuman unos cuantos cigarrillos mentolados, los favoritos de ambas. Carolain le cuenta los detalles de su nuevo trabajo y el percance que le tocó enfrentar con el fotógrafo. No quería tocar ese tema, pero con unas copas demás terminó desahogando su frustración y rabia. Su hermana la escuchó y aconsejó, además de regalarle unos reconfortantes abrazos.

—Esta bien que hayas puesto a ese imbécil en su lugar—, dió una profunda calada a su cigarrillo—. Una cosa es que seas dama de compañía y otra muy diferente es que andes desesperada por comer una ración de rabo—, expulsó el humo que contenía en sus pulmones— ¡ese tipo es una jodida m****a!

Ante las palabras de Jessica, ambas terminan riendo a carcajadas. Carolain agarró su estómago por que no podía dejar de reír.

—Si, hubieras visto su cara, ardía en furia—. Limpió algunas lágrimas que escaparon de sus ojos a causa de reír tanto—. Supongo que no está acostumbrado al rechazo.

Ambas volvieron a reír. En ese momento, agradeció una vez más por tener a su hermana, ella el principal pilar. Cada vez que deseaba desmoronarse ella era quién la sostenía.

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