Ella no lo soltó. Su agarre era firme, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y dolor.—Alejandro, por favor, escucha. Si Luciana te deja... o si nadie más te llena, búscame. Yo siempre estaré aquí para ti, esperando con los labios, con mi cuerpo y con toda mi alma. Todavía te amo, ¿sabes? —Su voz temblaba, pero había un tono de súplica disfrazado de promesa—. Me divertí tanto contigo, Alejandro. Nunca lo olvidé.Alejandro la miró directamente a los ojos, su expresión ya no era de confusión sino de una calma fría, casi cortante. Sus palabras salieron claras, firmes, como si hubiera estado preparándolas durante años.—Verónica, lamento mucho lo que pasó entre nosotros. En serio, lo siento... pero para mí, lo que tuvimos fue una distracción más. —La sinceridad de sus palabras golpeó a Verónica como un puñal—. No quiero sonar cruel, pero eras... solo un juguete para mí en esa época. Yo estaba inmaduro, bebía mucho, y el alcohol me nublaba el juicio. Nada de lo que hice o dije en ese
—Estoy bien, cariño. Solo necesitas relajarte, todo va a salir bien. Ahora, por favor, olvídate de lo demás. Solo estamos tú y yo, vino la otra sirvienta dice que se llama rosa.—Si cariño le dije que viniera no es nueva, ya me ha trabajado antes, a ella le dije que nos prepara cena, no imagine que íbamos hacer muchos y que Héctor vendría cenar pero ya esta —dijo Alejandro.—Entiendo cariño dijo Luciana.Alejandro la abrazó, rodeándola con sus brazos, buscando consuelo en ella, mientras el mundo exterior parecía desvanecerse por un momento.Minutos después, la sirvienta Rosa los llamó desde la cocina, anunciando que la cena estaba lista. Alejandro miró a Luciana, quien seguía a su lado, un poco más tranquila después del malestar. Ella le sonrió suavemente, intentando transmitirle paz a pesar de la tensión que aún se sentía en el aire.—Vamos, cariño. Vamos a cenar. —Luciana le dijo con una sonrisa, tomando su mano y levantándose del sofá. Alejandro asintió, pero no pudo evitar que su
¿Realmente la había dejado atrás? ¿Por qué venía tan temprano? ¿Qué clase de "asunto pendiente" tenía esa mujer con él?, ¿Qué tal si esa mujer podría ser la ex de Alejandro hace años?Se forzó a dar un paso hacia la puerta, pero la angustia en su pecho era evidente. No era la primera vez que Tamara aparecía en su vida, pero en ese momento, todo parecía distinto. ¿Y si Alejandro nunca la había olvidado realmente?Tamara notó la presencia de Luciana en el umbral de la puerta, su mirada cruzando con la de ella. Había algo en esa mirada que la hizo sentir incómoda, como si Luciana intentara leerla, tratar de entender si su sonrisa era sincera o si escondía algo.¡Esto no podía ser! Luciana respiró hondo y se acercó, con una sonrisa forzada en el rostro, intentando mantener la compostura.—¿De qué se trata, entonces?, que cosas tienes que hablar con mi novio—preguntó Luciana, con un tono que intentaba ser neutral, aunque no pudo evitar que el miedo y los celos se filtraran en su voz.Aleja
—Luciana... —dijo, tocando su rostro suavemente para que lo mirara—. Tamara solo vino a aclarar algunas cosas, nada más.Luciana lo miró fijamente. ¿Aclarar? Eso no sonaba nada bien. Pero no quería armar una escena delante de los demás. En su lugar, se limitó a tomar un respiro profundo y a apartarse ligeramente de su abrazo, queriendo recuperar el control de la situación.Isabella y Marcela se quedaron un momento en silencio, observando la interacción entre Alejandro y Luciana. Marcela frunció el ceño, notando la incomodidad en el aire, mientras Isabella, por otro lado, trataba de mantener su usual actitud despreocupada.—No me parece que esto haya sido tan simple... —comentó Marcela, sin dejar de mirar a Alejandro y Luciana. Había algo en la atmósfera que no podía ignorar.Luciana, al ver que todos los ojos estaban sobre ella, finalmente se sintió más cansada que nunca. ¿Por qué había dejado que Tamara la afectara tanto?—Es solo que... —comenzó, pero luego se detuvo. Alejandro la m
Luciana pensó en las palabras de Marcela. Tenía razón. No podía seguir permitiendo que el miedo al pasado de Alejandro afectara su presente. Si él le decía que la amaba, entonces debía creer en sus palabras. Debía aprender a soltar el control y confiar, no solo en él, sino también en ella misma.—¿Y qué si me equivoco? —preguntó Luciana, con una sombra de duda en sus ojos. —¿Y si todo esto se desmorona?Marcela la miró fijamente, sus ojos llenos de comprensión, pero también de una cierta firmeza que Luciana no pudo ignorar.—Si te equivocas, aprenderás de ello. Pero nunca dejes que el miedo a equivocarte te paralice. El amor no es perfecto, Luciana. Las parejas tienen altibajos. Lo importante es que, si estás dispuesta a luchar por lo que quieres, entonces tienes que seguir adelante con fe. —Marcela sonrió suavemente, tocando el hombro de Luciana. —Y si alguna vez dudas, recuerda que, al final, el amor no se trata solo de momentos perfectos, sino de cómo te sientes en el peor de los m
Cuando llegó a la oficina de Alejandro, la puerta ya estaba entreabierta. Entró despacio, y lo primero que notó fue el delicado aroma de flores frescas llenando la habitación. En su escritorio, un elegante ramo de rosas rojas descansaba en un jarrón de cristal. Luciana sintió que el corazón se le aceleraba un poco, y antes de que pudiera decir algo, Alejandro apareció desde detrás de la puerta, con una sonrisa suave en sus labios.—¿Qué es todo esto? —preguntó Luciana, sorprendida y ligeramente desconcertada.Alejandro se acercó a ella, rodeándola con sus brazos de manera protectora pero delicada.—Quería sorprenderte, —dijo con voz baja y profunda, acercándose lo suficiente para que su aliento rozara la piel de Luciana. —No hay un motivo en particular, solo... quiero que sepas cuánto significas para mí.Luciana lo miró a los ojos, su corazón latiendo más fuerte con cada palabra que él decía. La sinceridad en su tono era inconfundible, y aunque no esperaba algo así, sentía cómo cada p
—¿Qué sucede? —preguntó, sentándose frente a Alejandro. Luciana permanecía en un rincón, observando la escena en silencio.Alejandro giró la pantalla de su computadora hacia Héctor, mostrándole la grabación de Víctor y su equipo hablando sobre el plan de sabotaje. Héctor se inclinó hacia adelante, sus ojos oscuros se entrecerraron mientras escuchaba cada palabra con atención.Cuando terminó, Héctor se recostó en su silla, cruzando los brazos.—Esto es peor de lo que pensaba —dijo en voz baja. —Si ya han accedido a nuestros servidores, no tenemos mucho tiempo. Necesitamos un plan para contraatacar antes de que puedan extraer todo.Alejandro asintió, sabiendo que la situación era crítica. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.—Por eso te llamé. Necesito que encuentres la manera de acelerar el proceso. —Su voz era firme, pero había un filo de preocupación—. Quiero que propongas una estrategia para robarles los datos que ya han extraído, y evitar que logren hacer más d
—Tienen planeado atacar mañana al amanecer, —dijo Marcela mientras les entregaba los audífonos. Quieren bloquear todos tus accesos y empezar a extraer información confidencial justo cuando estés ocupado en esa reunión importante.Alejandro frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente.—Tenemos que adelantarnos. —Murmuró mientras se colocaba los audífonos—. Escuchen lo que están diciendo.El grupo se quedó en silencio mientras escuchaban las voces de Víctor y su equipo conspirando. Alejandro se levantó de su asiento, caminando hacia la ventana, sus pensamientos ya en marcha, planificando cómo detener todo antes de que el golpe cayera.—¿Qué vas a hacer? —preguntó Luciana, mirando a Alejandro mientras se apoyaba contra el marco de la ventana.Él la miró, con esa mezcla de resolución y ternura en los ojos que siempre lograba tranquilizarla.—Voy a hacer que su propio plan se vuelva en su contra, —dijo Alejandro. Si piensan que pueden robarnos, se están equivocando.Luciana, con los o