—Luciana... —dijo, tocando su rostro suavemente para que lo mirara—. Tamara solo vino a aclarar algunas cosas, nada más.Luciana lo miró fijamente. ¿Aclarar? Eso no sonaba nada bien. Pero no quería armar una escena delante de los demás. En su lugar, se limitó a tomar un respiro profundo y a apartarse ligeramente de su abrazo, queriendo recuperar el control de la situación.Isabella y Marcela se quedaron un momento en silencio, observando la interacción entre Alejandro y Luciana. Marcela frunció el ceño, notando la incomodidad en el aire, mientras Isabella, por otro lado, trataba de mantener su usual actitud despreocupada.—No me parece que esto haya sido tan simple... —comentó Marcela, sin dejar de mirar a Alejandro y Luciana. Había algo en la atmósfera que no podía ignorar.Luciana, al ver que todos los ojos estaban sobre ella, finalmente se sintió más cansada que nunca. ¿Por qué había dejado que Tamara la afectara tanto?—Es solo que... —comenzó, pero luego se detuvo. Alejandro la m
Luciana pensó en las palabras de Marcela. Tenía razón. No podía seguir permitiendo que el miedo al pasado de Alejandro afectara su presente. Si él le decía que la amaba, entonces debía creer en sus palabras. Debía aprender a soltar el control y confiar, no solo en él, sino también en ella misma.—¿Y qué si me equivoco? —preguntó Luciana, con una sombra de duda en sus ojos. —¿Y si todo esto se desmorona?Marcela la miró fijamente, sus ojos llenos de comprensión, pero también de una cierta firmeza que Luciana no pudo ignorar.—Si te equivocas, aprenderás de ello. Pero nunca dejes que el miedo a equivocarte te paralice. El amor no es perfecto, Luciana. Las parejas tienen altibajos. Lo importante es que, si estás dispuesta a luchar por lo que quieres, entonces tienes que seguir adelante con fe. —Marcela sonrió suavemente, tocando el hombro de Luciana. —Y si alguna vez dudas, recuerda que, al final, el amor no se trata solo de momentos perfectos, sino de cómo te sientes en el peor de los m
Cuando llegó a la oficina de Alejandro, la puerta ya estaba entreabierta. Entró despacio, y lo primero que notó fue el delicado aroma de flores frescas llenando la habitación. En su escritorio, un elegante ramo de rosas rojas descansaba en un jarrón de cristal. Luciana sintió que el corazón se le aceleraba un poco, y antes de que pudiera decir algo, Alejandro apareció desde detrás de la puerta, con una sonrisa suave en sus labios.—¿Qué es todo esto? —preguntó Luciana, sorprendida y ligeramente desconcertada.Alejandro se acercó a ella, rodeándola con sus brazos de manera protectora pero delicada.—Quería sorprenderte, —dijo con voz baja y profunda, acercándose lo suficiente para que su aliento rozara la piel de Luciana. —No hay un motivo en particular, solo... quiero que sepas cuánto significas para mí.Luciana lo miró a los ojos, su corazón latiendo más fuerte con cada palabra que él decía. La sinceridad en su tono era inconfundible, y aunque no esperaba algo así, sentía cómo cada p
—¿Qué sucede? —preguntó, sentándose frente a Alejandro. Luciana permanecía en un rincón, observando la escena en silencio.Alejandro giró la pantalla de su computadora hacia Héctor, mostrándole la grabación de Víctor y su equipo hablando sobre el plan de sabotaje. Héctor se inclinó hacia adelante, sus ojos oscuros se entrecerraron mientras escuchaba cada palabra con atención.Cuando terminó, Héctor se recostó en su silla, cruzando los brazos.—Esto es peor de lo que pensaba —dijo en voz baja. —Si ya han accedido a nuestros servidores, no tenemos mucho tiempo. Necesitamos un plan para contraatacar antes de que puedan extraer todo.Alejandro asintió, sabiendo que la situación era crítica. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.—Por eso te llamé. Necesito que encuentres la manera de acelerar el proceso. —Su voz era firme, pero había un filo de preocupación—. Quiero que propongas una estrategia para robarles los datos que ya han extraído, y evitar que logren hacer más d
—Tienen planeado atacar mañana al amanecer, —dijo Marcela mientras les entregaba los audífonos. Quieren bloquear todos tus accesos y empezar a extraer información confidencial justo cuando estés ocupado en esa reunión importante.Alejandro frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente.—Tenemos que adelantarnos. —Murmuró mientras se colocaba los audífonos—. Escuchen lo que están diciendo.El grupo se quedó en silencio mientras escuchaban las voces de Víctor y su equipo conspirando. Alejandro se levantó de su asiento, caminando hacia la ventana, sus pensamientos ya en marcha, planificando cómo detener todo antes de que el golpe cayera.—¿Qué vas a hacer? —preguntó Luciana, mirando a Alejandro mientras se apoyaba contra el marco de la ventana.Él la miró, con esa mezcla de resolución y ternura en los ojos que siempre lograba tranquilizarla.—Voy a hacer que su propio plan se vuelva en su contra, —dijo Alejandro. Si piensan que pueden robarnos, se están equivocando.Luciana, con los o
Marcela, quien observaba la escena, se cruzó de brazos, levantando una ceja.—¿Qué piensas hacer mientras esperamos que Héctor venga mañanar? —preguntó en tono serio—. No podemos quedarnos sentados como si nada.Alejandro soltó suavemente a Luciana, aunque aún mantenía su mano entrelazada con la de ella.—Tienes razón. —Su mirada se endureció de nuevo, aquella intensidad que lo caracterizaba cuando estaba concentrado en los negocios. Se dirigió hacia su escritorio, donde tenía varias carpetas amontonadas, y sacó algunos documentos—. Voy a revisar las últimas transacciones. Es probable que Víctor haya movido piezas que no hemos notado todavía. Tenemos que estar preparados para cualquier cosa.Luciana, sintiendo una mezcla de admiración y responsabilidad, se apartó ligeramente.—Yo revisaré el código una vez más, por si acaso. No podemos permitir ni el más mínimo fallo. —dijo, decidida.Isabella, que hasta ahora había estado en silencio observando la dinámica, decidió intervenir.—¿Y si
Luciana abrió la carpeta azul sin levantar la mirada de la pantalla. Su mano tembló ligeramente, pero con un rápido movimiento, insertó el USB en el puerto lateral de la computadora. El pequeño dispositivo apenas se notaba, un diseño hecho a medida para no levantar sospechas.—Tienes el código, —continuó Héctor—. 876jkusdg. Escríbelo rápido y comienza el proceso de extracción. Luego elimina la carpeta y asegúrate de dejar todo como estaba.Los dedos de Luciana volaron sobre el teclado, introduciendo el código con precisión. Al hacerlo, la pantalla comenzó a descargar los archivos a su USB. El tiempo corría en su contra. Sabía que no podía permitirse errores. Las líneas de código comenzaron a fluir mientras la información se transfería. En cuanto terminó, borró la carpeta como si nunca hubiera existido.Su respiración era agitada, pero su exterior mantenía la calma. César podría entrar en cualquier momento, y debía actuar como si nada hubiera sucedido. Guardó el USB y cerró la computad
—Es Isabella. Ha logrado acceder al sistema de Victor Espinosa —dijo Héctor, sus ojos fijos en ella—. Dice que todo está listo, es el momento perfecto para que te cueles y realices la extracción. La carpeta es morada, ahí está toda la información que necesitamos. ¿Estás preparada?Luciana asintió, aunque el miedo recorría su cuerpo. No podía permitirse dudar ahora. Había entrenado durante semanas, se había infiltrado con éxito en otras áreas, pero esta misión era la más crítica. Victor Espinosa no era alguien fácil de engañar, y un solo error podría significar el fracaso completo del plan. Sabía que llevaba semanas observándolos, pero ahora tenía que actuar rápido.—Estoy lista —dijo con determinación, tomando el USB de su bolsillo y cerrando el portátil de Alejandro.—Recuerda —añadió Héctor mientras se ponía de pie—, entras, haces la extracción rápida con tu página y eliminas todo rastro. Borra cualquier cosa que pueda delatarte. Tenemos menos de una hora antes de que Víctor revise