Emanuel, sin perder un segundo tras recibir la orden de su jefe, investigó de inmediato la situación y llamó de vuelta a Sergio. —Señor Vargas, el director del banco dice que fue por orden de su esposa. Además, mencionó que la cuenta de Celia solo tiene unos miles de dólares. No parece haber ningún problema. Ya le pedí al director que la desbloqueé.Sergio no se sorprendió un poco por esta información, pero insistió con voz grave:—Averigua si esa tarjeta está vinculada al hospital.—Señor Vargas, no hace falta investigar. El director ya me lo confirmó: está vinculada al hospital municipal.Emanuel, siempre meticuloso, por supuesto que ya había hecho esa pregunta.Sergio se quedó algo pensativo. ¿Cómo era posible que solo hubiera unos miles de dólares?En los últimos años, Nina había dividido el dinero que recibía de él entre dos personas, con Celia llevándose la mayor parte. ¿Cómo podía quedar tan poco en esa cuenta?—Investiga las otras tarjetas bancarias a nombre de Celia —ordenó S
Nina estaba sentada sin rumbo en un parque cerca del hospital. El comportamiento errático de Sergio la tenía bastante agotada; ya no quería adivinar ni interpretar sus intenciones.Mientras observaba distraída a los niños jugando cerca, Tadeo Iriarte se acercó y se sentó a su lado.—Te vi de lejos y te reconocí —comentó Tadeo.—Doctor Iriarte, ¿está de guardia hoy? —le preguntó con cierta curiosidad Nina.—Sí. ¿Qué haces aquí sentada?Nina esbozó una sonrisa forzada:—El clima está agradable, así que decidí sentarme un rato. Luego iré a ver a mi padre.—El estado de tu padre es estable. Hay un cuidador siempre con él, puedes descansar tranquila —le aseguró Tadeo.Tadeo era el médico a cargo del padre de Nina, Miguel, y había cuidado de Nina durante años.—Gracias, doctor Iriarte.—Nina, somos colegas. Hay algo que he querido decirte desde hace mucho tiempo. En casos como el de tu padre, realmente no hay necesidad de insistir.Llevaba más de tres años en estado vegetativo, sin ninguna r
—Mamá, no soy ninguna estúpida. Sé cuánto te doy cada mes. En estos dos años, deberías tener al menos unos 300,000 en tu poder —dijo Nina con firmeza.—Nina, parece que he criado a una hija desagradecida. Según tú, ¿no puedo gastar ni un centavo? —replicó Celia, visiblemente molesta.Nina, notando la mirada furiosa de Celia, respondió en ese momento con paciencia:—No digo que no puedas gastar, pero ese dinero es para mantener vivo a papá.—Sergio es tan rico que los gastos médicos de tu padre no son ni el costo de una de sus finas camisas. ¿Qué mujer no estaría feliz de casarse con un hombre así? Y tú quieres divorciarte. ¿Qué tienes aparte de tu cara bonita? Vuelve y congráciate con él. Con las migajas que te dé, tendrás para vivir cómodamente toda tu vida.Nina siempre había sido consciente de la actitud de Celia, pero escucharlo de esta forma tan directa, le estrujó el corazón.Si hasta su madre adoptiva pensaba así, era evidente cuán incompatible era con Sergio.En el mejor de los
—Aún no. Seguí a esa miserable zorra de Nina hasta aquí. Está cenando con Tadeo —respondió Abril, señalando hacia donde estaba Nina.Dana miró a Nina de reojo y apretó los dientes, pensando con amargura por qué todos los hombres parecían gravitar alrededor de Nina.Notando la expresión de disgusto de Abril, Dana con malicia sonrió y comentó:—Así que Nina ya encontró a alguien más. Por eso quiere divorciarse de Sergio.Dana sabía muy bien que, a Abril le gustaba Tadeo, así que intentaba provocarla.—¡Cómo se atreve! ¿Quién se cree que es para fijarse en Tadeo? ¿Piensa que todos son tan tontos como Sergio, manteniendo a toda su familia gratis?—Ese aire de fragilidad y vulnerabilidad suyo es lo que atrae demasiado a los hombres. Ah, por cierto, me acabo de enterar de que el ex novio de Nina ha regresado. Se hospeda en este hotel.—¿Tenía novio antes?—Estuvieron juntos desde la preparatoria hasta la universidad. Eran muy unidos —afirmó Dana con seguridad.Abril abrió los ojos de par en
Al ver el mensaje de Abril, Sergio se levantó de golpe, agarró furioso su chaqueta y se dirigió hacia la puerta.—¿Otra vez con tus locuras? ¿Ya no vas a comer? —protestó Maite.Él había dejado a una mujer hermosa para cenar con este tonto tipo, y ahora lo abandonaba después de apenas probar bocado.Mientras tanto, Nina, incapaz de contener su alegría, llamó ansiosa a Ricardo, pero nadie contestó.Colgó y se disculpó con Tadeo, sonriendo:—Doctor Iriarte, lo siento mucho. Un compañero mío acaba de volver del extranjero y se hospeda en este hotel. Voy a subir un momento a verlo. Le prometo que otro día lo invitaré a cenar para compensarlo.Viendo su linda sonrisa, Tadeo entendió que este compañero debía ser importante para ella.—No te preocupes por eso. De todos modos, ya debo irme. Tengo turno esta noche y llegar tarde no se vería bien.La sonrisa de Tadeo era el opuesto a la de Sergio: una cálida y fresca, la otra fría y distante.Después de despedirse, Nina corrió hacia los ascensor
Los ojos de Nina brillaban, su sonrisa radiante como un cálido sol de invierno, igual que aquella luz que había iluminado el ardiente corazón de Ricardo años atrás.Los labios de Ricardo temblaron ligeramente:—Nina, ¡cuánto tiempo sin verte!Ricardo la abrazó fuertemente. El suave aroma de Nina lo hacía sentir bastante cálido y seguro.Mientras disfrutaban de su idílico reencuentro, la puerta se abrió de golpe. El ruido repentino los sobresaltó, haciéndolos voltear.Sergio entró con paso tranquilo. Al ver a los dos separarse apresurados, el rojo en sus ojos traicionó su aparente calma.—Sergio, ¿qué haces aquí? —preguntó Nina, reconociendo la feroz ira en su mirada.Miró a Sergio y luego a Ricardo. Ahora notaba lo inapropiado de la situación, con Ricardo en pijama.Antes de que pudiera explicar, la voz siniestra de Sergio resonó:—Nina, ¿tan desesperada estás por dinero que has llegado a esto?Su mirada despectiva se clavó en Nina mientras añadía con voz tenebrosa:—Me pregunto quién
Nina temblaba incontrolablemente, golpeando desesperada el pecho de Sergio con sus puños.—¿Con qué derecho me tratas así? ¿Qué he hecho mal? Ricardo y yo crecimos juntos. ¿Qué tiene de malo que nos veamos ahora que ha regresado del extranjero? Sergio, estamos por divorciarnos. No soy tu propiedad, no tienes derecho alguno a tratarme así.A pesar de los gritos y golpes de Nina, Sergio permaneció en absoluto silencio. La metió en el auto, le abrochó el cinturón y pisó el acelerador a fondo.El Bentley negro rugió, reflejando el estado de ánimo de su dueño, mientras se alejaba de forma veloz en la fría noche.Al llegar a Altos del Bosque, Sergio abrió de un golpe la puerta y sacó a Nina del auto.Fue entonces cuando notó que algo andaba mal.Nina rara vez se enojaba tanto. Cuando estaba extremadamente furiosa, su cuerpo se ponía rígido y entumecido, temblando sin control alguno.El frío la penetraba hasta los huesos. Sus dedos estaban rígidos, sus dientes castañeteaban de forma involunta
Después de decir esto, sin darle a Nina la oportunidad de negarse, la sacó directo de la bañera y comenzó a quitarle la ropa.Nina lo golpeaba resistiéndose, pero el muy canalla seguía tirando de su ropa.En un ligero arrebato de ira, Nina le clavó las uñas en la cintura, hundiéndolas profundamente en su carne.Sergio soltó un quejido de dolor.—¡Ay! ¡Qué agresiva eres! Como si no hubiera visto ya cada centímetro de tu cuerpo —dijo con voz tenebrosa, sin dejar de quitarle la ropa mojada con brusquedad para luego envolverla en una bata.Al ver que Nina recuperaba poco a poco algo de color en el rostro, Sergio suavizó un poco el tono:—Nina, no olvides cuál es tu lugar.—¿Y cuál es mi lugar, señor Vargas? —Nina le sostuvo la mirada fría sin dar un paso atrás.—Eres la mujer que viene cuando Sergio la llama y se va cuando la despide. La compañera de cama que resuelve mis necesidades fisiológicas con dinero. Señor Vargas, ahora es usted quien no tiene clara su posición. Pronto seremos una