Carlos abrió sus ojos con pesar, estaba realmente cansado y no era el único, había hecho el amor con su niño bonito durante casi toda la noche, quería seguir durmiendo, realmente lo necesitaba, pero alguien golpeaba con desespero la puerta, suspiro y vio sobre su pecho encontrando a Felipe, aun dormido, parecía que los golpes que se escuchaban no provocaban nada en él, aunque claro lo que lo mantenía así de tranquilo y en las profundidades del hechizo de Morfeo era el hecho de estar durmiendo sobre el pecho del caimán. El moreno suspiro derrotado, ya que los golpes no habían cesado, se levantó y solo se colocó su bóxer, estaba dispuesto a golpear a quien sea que estuviera aporreando de esa forma la puerta, pero todo lo que tenía pensado quedo en nada, cuando al abrir vio pasar una melena rubia y seguido a ella dos niños de unos 12 o 13 años.— ¡Felipe! ¡Felipe despierta! — La rubia ingreso como si aquella fuera su casa, sin esperar invitación alguna fue a la habitación de su niño boni
FELIPE:Los ojos de mi hermana recorren el cuerpo de Carlos con resentimiento, reconozco que desahogarme con ella no fue lo mejor que pude haber hecho, pero era el casamiento de Victoria, no la molestaría con mis problemas, y hablar con Stefano, Mateo o Eros de lo mal que me sentía porque el hombre del que me enamore me dejo la mañana siguiente de lo que se podría considerar la mejor noche de mi vida tampoco era una opción, y decirle a Zafiro, ni loco, ella hubiera enviado a alguien a matarlo, fue por todas esas razones que en medio de la borrachera acudí al hombro de Ámbar para dejar mis lágrimas, por supuesto que ella lo odia y lo vera de esa manera, ¿Cómo hago para explicarle que anoche….? Dios, anoche hice el amor, y fue tan diferente a… no Felipe, no recuerdes a ese idiota.— Aquí esta tu café Feli, y tu, custodio de pacotilla, déjame decirte que no necesitamos nada de ti, yo vine por ayuda de mi hermano no tuya. — suspiro con pesar, ella no lo olvidara, la conozco.— No me impor
CARLOS:¿Desde cuándo intervengo en charlas sin sentido? lo sé, nunca, jamás di mi opinión si no es requerida, pero no lo pude evitar, Felipe es menor que yo, creí saber todo en esta vida, pero mi niño bonito me enseño un mundo nuevo… uno que no quiero perder.— Gracias por eso. — dice el niño Constantini.El niño al fin sonríe, me gustaría decirle que no lo hice por él, pero desisto y asiento con la cabeza, Ámbar está dando vueltas con su teléfono móvil comprando lo que creo son los pasajes y alguien toca la puerta, por lo que voy a ver de qué se trata. Grande es mi sorpresa al encontrar en el suelo un ramo de rosas, aunque ramo no sería la palabra, es una puta canasta con más de cien rosas, la tomo recordando las palabras de Felipe, son de ese hijo de puta, y mi sangre comienza a hervir nuevamente, no debí irme, no debí dejarlo solo, las dejo en la mesa de la cocina sin cuidado alguno, Ámbar las observa con odio, sé que ella llego a la misma conclusión que yo, pero aún está hablando
Sandoval caminaba detrás de los mellizos Constantini, mientras Felipe y Ámbar iban en frente, acababan de salir del departamento del rubio, estaban en la acera a pocos pasos del vehículo de la joven Zabet, la llovizna era molesta, como un rocío demasiado perezoso como para mojarte el cabello, pero lo justo para humedecerlo, Felipe se quejaba por ello y el moreno sonreía sin ser consciente, cuando de repente una serie de disparos los hizo reaccionar, mientras Ámbar giraba para cubrir a los niños Constantini, Carlos vio con sorpresa como Felipe sacaba una semiautomática y buscaba el origen de las detonaciones, al tiempo que los vidrios caían a su alrededor, en menos de un segundo el sicario comprendió que el objetivo del atentado no eran los niños, sino Felipe, las ventanas rotas eran las de su piso, justo las del dormitorio donde minutos antes estaban descansando.— ¡Al auto ahora! — grito sacando su arma y tratando de ubicar la procedencia de los disparos, algo imposible ya que se hab
Sandoval detuvo el automóvil con tal violencia que sus cuatro acompañantes gritaron sin poder evitarlo, al tiempo que los demás automovilistas gritaban e insultaban al latino, el cual había dejado de procesar todo a su alrededor para pensar en las últimas palabras que dijo Candy antes de colgar la llamada.Se quién eres, ese día yo te vi.El frio corría por su espalda, mientras su corazón se aceleraba y sus manos temblaban sin poder evitarlo, era el fin, estaba en su última misión, lo matarían cuando dejara a los jóvenes Zabet y a los niños Constantini.— ¿Qué te paso pedazo de mierda? ¡¿Acaso quieres matarnos?! — Ámbar le reclamaba al tiempo que recorría el rostro de los mellizos tratando de cerciorarse de que estaban bien.— ¿Qué paso? ¿Qué te dijo mi mamá para que estes así? Oh, Dios, Maller mato a alguien, él mato a mi familia. — Carlos podría sentir que su fin estaba cerca, lo podía casi ver, recordando como a cada uno de los Zabet-Ángel le pesaba y dolía la muerte del pantera y
Sandoval continúo conduciendo, estaban a mitad de camino y solo podía pensar una cosa, si el amor que sentía por Felipe y lo que Felipe sentía por él sería tan fuerte como el amor de sus amigos, se preguntó si ellos tenían esperanza.Al fin el automóvil detuvo su marcha cuando la pequeña Tina despertó con la gran necesidad de ir al baño.— No puede ir a una estación de servicio. — se quejó Donato.— Pues no le va a quedar de otra a no ser que quiera ir en la naturaleza. — rebatió Sandoval y Ámbar lo vio horrorizada.— ¿Eres estúpido acaso? Ve a un hotel. — le ordenó la rubia, como si ella fuese realmente su jefa.— No podemos perder tiempo para descansar. — refuto el moreno.— Y no lo haremos, pagaremos por una noche, pero solo estaremos unas horas, tanto los niños como yo necesitamos un baño, hemos estado en un vuelo por más de 8 horas y de allí al departamento de Felipe y ahora a este automóvil, apestamos. — se quejó la rubia y Felipe la vio con pena, Ámbar no pasaba más de 12 horas
Felipe lloraba y temblaba, suplicaba e imploraba, sin embargo Maller sonreía al tiempo que dejaba más marcas rojas sobre el delgado y pálido cuerpo del niño bonito, fue entonces cuando Carlos opto por quitar el video, él era un sicario, que muchas veces había gatillado su arma sin dudar, sin remordimientos, sin escrúpulos, pero sin embargo, en este momento no se creía capaz de seguir viendo las torturas a las que ese maldito había sometido a Felipe, se maldijo internamente, por haberlo abandonado meses atrás, por ser un cobarde al cual le peso más salvar su vida que ayudar a ese joven, que se había convertido en todo su mundo. ¿Qué era el amor? ¿Quién imponía las normas? ¿dónde estaba el manual que indicaba el tiempo prudente que uno debe ver o conocer a una persona para amarla? No lo sabía, no le importaba, podía parecer absurdo, ridículo, inverosímil, pero era así, él estaba irremediablemente enamorado de Felipe Zabet, aun sabiendo que estaba prohibido, porque podía ser que ese ni
— Esa noche mi padre cometió dos errores, el primero creer que mi madre estaba por su gusto allí y que era tan ambiciosa como las demás mujeres con las que había estado, la segunda… él la forzó. — Felipe se hacía pequeño al lado del latino, tenía vergüenza, por algo que él no había hecho, pero Carlos entendía esa reacción, después de todo, él se sentía culpable por la muerte de los familiares de Felipe, aunque no jalo el gatillo, si estuvo allí. — Se arrepintió casi de inmediato, mi padre no es un monstruo, pero aun así sé que a mi madre le debió doler. — el sicario sintió las lágrimas de Felipe mojar parte de su hombro, por lo que lo envolvió en sus brazos y beso su cabeza, claro que Felipe sabia como se sintió su madre, porque él se había sentido mil veces peor. — Y mi padre también lo sabía, dice que desde esa noche nunca pudo sacar la mirada color jade de mi madre de su mente, el dolor y la suplica que había en ellos. — el caimán lo podía imaginar, lo había visto en los ojos de Fe