Sandoval detuvo el automóvil con tal violencia que sus cuatro acompañantes gritaron sin poder evitarlo, al tiempo que los demás automovilistas gritaban e insultaban al latino, el cual había dejado de procesar todo a su alrededor para pensar en las últimas palabras que dijo Candy antes de colgar la llamada.Se quién eres, ese día yo te vi.El frio corría por su espalda, mientras su corazón se aceleraba y sus manos temblaban sin poder evitarlo, era el fin, estaba en su última misión, lo matarían cuando dejara a los jóvenes Zabet y a los niños Constantini.— ¿Qué te paso pedazo de mierda? ¡¿Acaso quieres matarnos?! — Ámbar le reclamaba al tiempo que recorría el rostro de los mellizos tratando de cerciorarse de que estaban bien.— ¿Qué paso? ¿Qué te dijo mi mamá para que estes así? Oh, Dios, Maller mato a alguien, él mato a mi familia. — Carlos podría sentir que su fin estaba cerca, lo podía casi ver, recordando como a cada uno de los Zabet-Ángel le pesaba y dolía la muerte del pantera y
Sandoval continúo conduciendo, estaban a mitad de camino y solo podía pensar una cosa, si el amor que sentía por Felipe y lo que Felipe sentía por él sería tan fuerte como el amor de sus amigos, se preguntó si ellos tenían esperanza.Al fin el automóvil detuvo su marcha cuando la pequeña Tina despertó con la gran necesidad de ir al baño.— No puede ir a una estación de servicio. — se quejó Donato.— Pues no le va a quedar de otra a no ser que quiera ir en la naturaleza. — rebatió Sandoval y Ámbar lo vio horrorizada.— ¿Eres estúpido acaso? Ve a un hotel. — le ordenó la rubia, como si ella fuese realmente su jefa.— No podemos perder tiempo para descansar. — refuto el moreno.— Y no lo haremos, pagaremos por una noche, pero solo estaremos unas horas, tanto los niños como yo necesitamos un baño, hemos estado en un vuelo por más de 8 horas y de allí al departamento de Felipe y ahora a este automóvil, apestamos. — se quejó la rubia y Felipe la vio con pena, Ámbar no pasaba más de 12 horas
Felipe lloraba y temblaba, suplicaba e imploraba, sin embargo Maller sonreía al tiempo que dejaba más marcas rojas sobre el delgado y pálido cuerpo del niño bonito, fue entonces cuando Carlos opto por quitar el video, él era un sicario, que muchas veces había gatillado su arma sin dudar, sin remordimientos, sin escrúpulos, pero sin embargo, en este momento no se creía capaz de seguir viendo las torturas a las que ese maldito había sometido a Felipe, se maldijo internamente, por haberlo abandonado meses atrás, por ser un cobarde al cual le peso más salvar su vida que ayudar a ese joven, que se había convertido en todo su mundo. ¿Qué era el amor? ¿Quién imponía las normas? ¿dónde estaba el manual que indicaba el tiempo prudente que uno debe ver o conocer a una persona para amarla? No lo sabía, no le importaba, podía parecer absurdo, ridículo, inverosímil, pero era así, él estaba irremediablemente enamorado de Felipe Zabet, aun sabiendo que estaba prohibido, porque podía ser que ese ni
— Esa noche mi padre cometió dos errores, el primero creer que mi madre estaba por su gusto allí y que era tan ambiciosa como las demás mujeres con las que había estado, la segunda… él la forzó. — Felipe se hacía pequeño al lado del latino, tenía vergüenza, por algo que él no había hecho, pero Carlos entendía esa reacción, después de todo, él se sentía culpable por la muerte de los familiares de Felipe, aunque no jalo el gatillo, si estuvo allí. — Se arrepintió casi de inmediato, mi padre no es un monstruo, pero aun así sé que a mi madre le debió doler. — el sicario sintió las lágrimas de Felipe mojar parte de su hombro, por lo que lo envolvió en sus brazos y beso su cabeza, claro que Felipe sabia como se sintió su madre, porque él se había sentido mil veces peor. — Y mi padre también lo sabía, dice que desde esa noche nunca pudo sacar la mirada color jade de mi madre de su mente, el dolor y la suplica que había en ellos. — el caimán lo podía imaginar, lo había visto en los ojos de Fe
Eros jalaba su cabello, sin poder comprender a su madre, mientras Mateo exigía ser informado de la ruta que estaban tomando para llegar a Chicago, necesitaba ir por sus hermanos, pero sobre todo debía salvar a Felipe, salvarlo de su propio corazón.— No tienes derecho a ocultar tal información, ¡sabes todo lo que mi esposa ha hecho para acabar con todos ellos! — el mayor veía con reproche a su madre, en su mente el recuerdo de su prima y su esposo se mezclaban con la imagen de Felipe, Eros estaba convencido que Sandoval solo buscaba venganza y no estaba dispuesto a exponer a Felipe a eso.— Felipe lo ama.— ¡No puedes solo seguir repitiendo esa estupidez mamá! — Mateo nunca gritaba no era necesario, pero en ese momento se creía capaz de hacer cualquier cosa.— Son ustedes los que no tienen derecho y no vuelvas a gritarle a tu madre Mateo, te lo advierto. — por primera vez en la vida Amir mostro su rostro furibundo dirigido a uno de sus hijos, fue tal el miedo que Mateo sintió al ver el
Felipe jabono su cuerpo, y su mente le mostraba mil escenarios una vez regresara a su hogar, Eros matando a Carlos, Mateo matando a Carlos, Hades torturando y matando a Carlos y así con todos y cada uno de sus familiares, incluso se preguntó si Victoria implementaría las técnicas de tortura que estaba aprendiendo de su esposo Alessandro para vengar a Dulce y Tiago, pero él sabía algo que los demás no, y es que Sandoval no tuvo opción, el caimán le había contado su historia, un niño criado entre narcos asesinos y de los más despiadados, obligado a disparar por su vida y luego hacerse responsable de sus amigos, ¿Cómo culparlo? Además, él dijo “Estuve allí” pero no fue su arma quien hirió a Tiago, por lo tanto, no fue el responsable de la muerte de Dulce, ¿cómo no perdonarlo? Si nunca tuvo una oportunidad de convertirse en mariposa, hasta ahora, Felipe se propuso enfrentarse incluso a su familia si fuera necesario, pero él ayudaría a Carlos a dejar de ser una polilla, su caimán al fin pod
Sandoval se encontraba semiconsciente, por momentos juraba que escuchaba a alguien llamarlo, pero no quería hacerle caso a esa voz, solo deseaba dejar de existir, lo había perdido, Felipe podría amarlo, pero no era suficiente, claro que no.— Despierta, vamos Sandoval, despierta. — no quería, no deseaba despertar y mucho menos vivir, debería decirle todo a esa rubia escandalosa y que solo lo terminara de matar, abrió sus ojos aun sintiendo la pesadez tirar de sus parpados, pero se obligó a verla.— Yo estuve… soy del cartel… — maldecía a su garganta reseca por ser un problema para hablar con claridad.— Lo se grandísimo idiota, mi mamá me dijo, levántate pedazo de idiota Felipe nos necesita. — Ámbar se desesperaba a momentos, cuando ese latino cerraba los ojos, que con tanto esfuerzo ella había conseguido que abriera.— Se llevaron a mi príncipe, despierta Carlos, ese hombre malvado se llevó a Felipe. — y solo por lo que dijo Valentina fue que Sandoval abrió sus ojos.— No, maldición,
Sandoval había participado en cientos de emboscadas, asesinatos y secuestros, pero esta vez era diferente, se enfrentaban a un rescate, el más importante de su vida, salvar a su niño bonito, no era solo llegar y disparar, matar a quien se le atravesará, esto era completamente diferente, debían mantener a salvo a Felipe y ante la duda y nerviosismo, no le quedo más que preguntar.— ¿Como lo sacaran? ¿Cómo sabrán que nada le sucederá? — cada uno de los presentes en esa camioneta se miraron con el nerviosismo grabado en sus rostros.— No lo sabemos, el grupo de asalto de Lucero tiene experiencia en salvamento de personas, creo que debemos confiar en ellos y ser su respaldo. — Eros apretaba la escopeta entre sus manos, como si con aquello pudiera tranquilizarse, aunque fue en vano, aun sabiendo que los empleados de su esposa eran los mejores del mundo.— Pero ustedes… yo te vi ese día. — dijo viendo los azules ojos del mayor de los hermanos de su tormento. — Está bien, aquí no está Hades