Felipe camino con apuro a la gran mansión, el sol estaba saliendo y él había pasado casi toda la noche hablando con Sandoval y besándose, tanto que sus labios estaban rojos e hinchados, aunque eso no era nada comparado a como estaba su cuello, las marcas de los chupones que el latino había dejado en él adquirían un color más fuerte a medida que el tiempo pasaba. Carlos bajo solo segundos después, cuando termino de ver al niño bonito ingresar en la mansión, ¿Qué haría ahora? Se pregunto sin conseguir una respuesta, suspiro lleno de frustración cuando al fin piso el césped del jardín e hizo una nota mental de decirle a alguien que lijara las escaleras de la casa del árbol, o su niño bonito se lastimaría las manos, sonrió al darse cuenta de que estaba demasiado preocupado por la suavidad de las manos del rubio, pero a su favor, podía decir que nunca le habían acariciado la polla con manos tan delicadas.— Creí que Hades hablaría contigo, pero veo que no fue así o… tu decidiste ignorar su
Fueron meses de soledad para el rubio, del día que los latinos se habían marchado de la mansión Zabet, nunca más volvió a tener noticias suyas, solo sus amigos lo iban a visitar, y como no hacerlo si Reicher se estaba encargando de organizar la boda de Victoria y Alessandro, fue por ello por lo que viajaron a Italia.— Dios, esto es una locura. — dijo Reicher al ver la cantidad de periodistas que esperaba por el futuro matrimonio.—Sí, Alessandro es un gran empresario aquí, a eso súmale lo que se dice de mi familia, y BINGO, tienes un espectáculo para el mundo. — explico el rubio al tiempo que descendían del avión.Felipe siempre huía de los medios, siempre tuvo miedo de que algún reportero preguntara porque no tenía novias como sus demás hermanos, temía que descubrieran lo que era, pero ahora era diferente, él había aceptado que era gay, su familia lo sabía, y su corazón sentía la soledad, ya no le temía a nada, ni siquiera a Maller.— Felipe, es la primera vez que se te ve acompañado
Felipe movía su cintura y cabeza de forma frenética, había bebido mucho más de lo que su cuerpo necesitaba, pero era necesario, había descubierto que solo de esa forma los horribles recuerdos de las torturas de Maller desaparecían a la hora de tener sexo, algo que tenía casi todas las noches, con cuanto hombre se le insinuara, cada día se prometía no recaer en eso que se estaba convirtiendo en una adicción, sin embargo, cada noche fracasaba, necesitaba el sexo, necesitaba sentirse deseado, querido, aceptado, pero cuando quedaba solo, descubría que no importaba con cuantos hombres estuviera, ninguno le hacía sentir nada a comparación de lo que sintió en los brazos de Sandoval.Bebió lo poco que quedaba en su copa y simplemente la dejo caer, mientras sus movimientos se volvían más lentos, estaba mareado, y cansado, sintió como alguien se pegaba a él, un pecho fornido se moldeaba a su espalda hasta casi cubrirlo, unas manos grandes y cálidas tomaban su cadera, meciéndolo con sutileza d
Con lentitud bajo su rostro, sin despegar sus ojos color esmeraldas que brillaban con lujuria de los de Sandoval, el pene del moreno se levantaba como un glorioso mástil, apuntando a la boca de Felipe, Carlos llevo sus brazos a un lado y apoyando los codos elevo su torso para poder apreciar mejor lo que estaba haciendo su tormento, su niño bonito, la persona que amaba, un hombre… un hombre que estaba pasando su lengua por todo el falo venoso y lleno de terminaciones nerviosas del sicario, quien exhaló de forma audible el aire que no sabía que tenía retenido en sus pulmones, Felipe llevo su mano al lugar que había humedecido con su lengua, y su boca la ocupo para chupar el capullo del caimán, quien sentía que estaba en el mismo cielo, ¿cuántas veces le habían hecho sexo oral? Cientos, ¿con cuantas había disfrutado como lo hacía en ese momento? Con ninguna, Felipe era el único dueño de todas esas sensaciones que lo embargaban en ese momento, el moreno se perdía en la imagen de las mej
Carlos abrió sus ojos con pesar, estaba realmente cansado y no era el único, había hecho el amor con su niño bonito durante casi toda la noche, quería seguir durmiendo, realmente lo necesitaba, pero alguien golpeaba con desespero la puerta, suspiro y vio sobre su pecho encontrando a Felipe, aun dormido, parecía que los golpes que se escuchaban no provocaban nada en él, aunque claro lo que lo mantenía así de tranquilo y en las profundidades del hechizo de Morfeo era el hecho de estar durmiendo sobre el pecho del caimán. El moreno suspiro derrotado, ya que los golpes no habían cesado, se levantó y solo se colocó su bóxer, estaba dispuesto a golpear a quien sea que estuviera aporreando de esa forma la puerta, pero todo lo que tenía pensado quedo en nada, cuando al abrir vio pasar una melena rubia y seguido a ella dos niños de unos 12 o 13 años.— ¡Felipe! ¡Felipe despierta! — La rubia ingreso como si aquella fuera su casa, sin esperar invitación alguna fue a la habitación de su niño boni
FELIPE:Los ojos de mi hermana recorren el cuerpo de Carlos con resentimiento, reconozco que desahogarme con ella no fue lo mejor que pude haber hecho, pero era el casamiento de Victoria, no la molestaría con mis problemas, y hablar con Stefano, Mateo o Eros de lo mal que me sentía porque el hombre del que me enamore me dejo la mañana siguiente de lo que se podría considerar la mejor noche de mi vida tampoco era una opción, y decirle a Zafiro, ni loco, ella hubiera enviado a alguien a matarlo, fue por todas esas razones que en medio de la borrachera acudí al hombro de Ámbar para dejar mis lágrimas, por supuesto que ella lo odia y lo vera de esa manera, ¿Cómo hago para explicarle que anoche….? Dios, anoche hice el amor, y fue tan diferente a… no Felipe, no recuerdes a ese idiota.— Aquí esta tu café Feli, y tu, custodio de pacotilla, déjame decirte que no necesitamos nada de ti, yo vine por ayuda de mi hermano no tuya. — suspiro con pesar, ella no lo olvidara, la conozco.— No me impor
CARLOS:¿Desde cuándo intervengo en charlas sin sentido? lo sé, nunca, jamás di mi opinión si no es requerida, pero no lo pude evitar, Felipe es menor que yo, creí saber todo en esta vida, pero mi niño bonito me enseño un mundo nuevo… uno que no quiero perder.— Gracias por eso. — dice el niño Constantini.El niño al fin sonríe, me gustaría decirle que no lo hice por él, pero desisto y asiento con la cabeza, Ámbar está dando vueltas con su teléfono móvil comprando lo que creo son los pasajes y alguien toca la puerta, por lo que voy a ver de qué se trata. Grande es mi sorpresa al encontrar en el suelo un ramo de rosas, aunque ramo no sería la palabra, es una puta canasta con más de cien rosas, la tomo recordando las palabras de Felipe, son de ese hijo de puta, y mi sangre comienza a hervir nuevamente, no debí irme, no debí dejarlo solo, las dejo en la mesa de la cocina sin cuidado alguno, Ámbar las observa con odio, sé que ella llego a la misma conclusión que yo, pero aún está hablando
Sandoval caminaba detrás de los mellizos Constantini, mientras Felipe y Ámbar iban en frente, acababan de salir del departamento del rubio, estaban en la acera a pocos pasos del vehículo de la joven Zabet, la llovizna era molesta, como un rocío demasiado perezoso como para mojarte el cabello, pero lo justo para humedecerlo, Felipe se quejaba por ello y el moreno sonreía sin ser consciente, cuando de repente una serie de disparos los hizo reaccionar, mientras Ámbar giraba para cubrir a los niños Constantini, Carlos vio con sorpresa como Felipe sacaba una semiautomática y buscaba el origen de las detonaciones, al tiempo que los vidrios caían a su alrededor, en menos de un segundo el sicario comprendió que el objetivo del atentado no eran los niños, sino Felipe, las ventanas rotas eran las de su piso, justo las del dormitorio donde minutos antes estaban descansando.— ¡Al auto ahora! — grito sacando su arma y tratando de ubicar la procedencia de los disparos, algo imposible ya que se hab