Carlos había pasado los días pensando en el niño bonito, no quería y odiaba no poder controlar sus pensamientos, más le molestaba que el rubio no se había dejado ver, y eso que había subido en más de una ocasión a la terraza, pero no había tenido suerte, Felipe ni siquiera había asomado su nariz al jardín trasero de la pequeña mansión, mientras el sicario se planteaba una y otra vez en qué momento se convirtió en gay, ¿podía una persona convertirse en gay? ¿era como una enfermedad que se le había pegado? No lo creía, menos luego de pasar una noche fogosa con una de las empleadas de la empresa en la que trabajaba, algo por lo que Azul lo había regañado.— Te meterás en problemas y a nosotros contigo, ¿Qué te sucede caimán?— Solo fue un polvo, una follada y listo, no es como que voy a caer redondito por ella.— Ni siquiera recuerdas su nombre. — Enrique reía sin poder evitarlo.— El problema no eres tú idiota, es ella, ¿Qué pasa si te acusa de acoso o algo? ¡Realmente NO eres conscient
Enrique, Azul y Carlos veían con sorpresa como el rostro de Felipe se desfiguraba al tiempo que su mirada recorría el cuerpo del hombre que acababa de ingresar, con más de seis custodios cubriendo su espalda, mientras Zack y los demás estaban confundidos ante la actitud del rubio.— Sabía que eras tu hoy cuando te vi. — el recién llegado no gasto ni una mirada en las personas que había a su alrededor, toda su atención estaba en el pequeño rubio.— ¿Qué mierda quieres Vincent? — Felipe no se movió ni un centímetro de su lugar, pero con el desprecio con el que observaba al mayor, era más que claro para todos que no eran amigos.— Es un Bach. — dijo Zack cuando reconoció a un amigo de su padre que, también era custodio, gente experimentada, ex militares que pasaban sus días de retiro cuidando a la familia más importante que pueda existir, la sola mención de aquel apellido produjo que los latinos se tensaran, todos los que pertenecieron al cartel del cuervo estaban siendo cazados por los
— ¿Ya están listos? — pregunto ingresando a aquel lugar que era un mundo demasiado complicado para el caimán, con toda esa tela y cosas brillantes volando por todos lados.— Sí que te preocupas por nosotros. — soltó con voz juguetona Azul, quien observaba como cada vez que Carlos ingresaba en aquel lugar lo primero que hacía era devorar a Felipe con la mirada.— Son mi familia, son mi responsabilidad. — rebatió el mexicano viendo con seriedad a la loca de su amiga y Felipe dejo salir un suspiro demasiado alto.— ¿Estas cansado Feli? ¿Qué te parece si también vamos a almorzar? — Tom al igual que el caimán estaba atentó a cada movimiento de Felipe, aunque el rubio parecía no notarlo, pero para todos era obvio que el castaño estaba perdido por él.— Buenas tardes. — la voz cargada de autoridad se escuchó proveniente de la puerta, sin darle oportunidad a Felipe de responderle a su amigo, por lo que todos giraron.— Buenas tardes, señor John. — la voz de Reicher tembló un poco, el CEO de l
— Ustedes, salgan, ¡ahora! ¡todo el mundo afuera! — John sabía que Felipe no se calmaría así de fácil, mucho menos permanecería tranquilo por dos días, que es lo que tardaría en llegar Melody desde el oriente a Nueva York, por lo que dio la orden a los amigos de Felipe y a los latinos de abandonar el piso donde trabajaban.— Pero Felipe... — Tom no quería dejar al rubio, veía esto como la oportunidad de formar un lazo más fuerte que una simple amistad, el castaño había trazado un plan en su mente, acompañaría a Felipe, le demostraría que el estar juntos era lo mejor que podían hacer, que podrían apoyarse mutuamente y cuando tuviera una oportunidad, le confesaría sus sentimientos.— Carlos, tendrás que hacerte cargo de la situación, esta puerta no se abrirá hasta que Melody venga por él. — John busco alguna señal negativa en el rostro de Carlos, pero este solo asintió con la cabeza, aún estaba sobre el delgado cuerpo de Felipe que se removía con furia y su rostro estaba tan rojo que pa
Felipe termino la llamada, y tomo asiento, siendo consiente que por más que quisiera no podía ir al hospital, no si quería que sus padres no se preocuparan, no si quería evitar que sepan la verdad, no ahora que una nueva venganza comenzaría. Mientras el rubio meditaba lo que haría a partir de ese momento, Carlos Sandoval lo veía, sin comprender como el niño bonito sabia lo de Lucero Bach y el cartel del cuervo.— Felipe. — dijo con voz profunda, queriendo más que nunca terminar con el misterio que rodeaba al rubio, y esta era su oportunidad, estaba vulnerable, y estarían solos, era ahora o nunca.— No es necesario que te quedes Carlos, en verdad, ya comprendí que no puedo ir al hospital, solo causare más estrés en mis padres y querrán saber cosas… que ni yo quiero recordar. — el caimán apretó sus manos en puño, el niño bonito estaba vulnerable, era su oportunidad, pero algo le impedía aprovecharse de él en esta situación.— ¿Y preparar una venganza no es causarles estrés a tus padres?
Mi corazón latía con fuerza a medida que el avión aceleraba y comenzaba a elevarse, decir que no tenía miedo seria mentir con demasiado descaro, estaba aterrado, mis manos temblaban, mi frente se cubría de pequeñas perlas de sudor, era la primera vez en mi vida, en nuestras vidas… que nos separábamos, era la primera vez en 18 años, que abriría mis ojos el día de mañana y ellos no estarían, mis hermanos, mis otras mitades, soy uno de los quintillizos Zabet, o como todos nos conocen, los niños dorados, cada uno posee una personalidad muy distinta al otro, nuestros rostros son similares pero no iguales, somos distintos e iguales al mismo tiempo, raro de comprender y aún más complicado de explicar, pero tratare, intentare tener la paciencia de Vicky, ella es una de mis hermanas, Victoria es quizás la más tranquila de nosotros y no es por el hecho de que a los 12 años perdió la vista, no, ella ya era un lago en calma aún mucho antes que eso sucediera, es muy distinta a Ámbar, o la loca,
Felipe no respondió en un primer momento, solo quedo allí, con los labios cerrados y los ojos abiertos, hasta que Andrés Maller, poso su lengua en los suaves labios de Felipe, y este al sentir su humedad y suavidad, se dejó llevar, era algo que aun sin haberlo hecho nunca, sentía la necesidad de responder, entrelazando la lengua con la de su profesor y en algún momento del beso se aferró a la camisa blanca que siempre llevaba el hombre, quien dibujo media sonrisa y aun así no rompió el beso, solo lo libero cuando lo sintió temblar, sabiendo que al fin lo tenía para él.— Tan hermoso. — susurro con sus ojos oscuros y brillantes clavados en los verdes de Felipe y su mano aun sosteniendo su nuca.— ¿Qué fue eso? — se dijo más para él que para Maller quien sonrió con satisfacción al ver lo aturdido que estaba su alumno.— Eso mi hermoso Felipe, es mi reclamo a ti, de hoy en adelante eres mío.Así fue como comenzó su historia de amor, o eso pensó Felipe, le gustaba su profesor, desde que l
Felipe no podía creer que al fin había tenido sexo, eso a lo que tanto le temía pero que también deseaba, Maller , se mostró muy considerado con él, y Felipe se comenzó a preguntar si esto era amor, no estaba seguro, no era como lo que les contaba Eros o Zafiro, sus hermanos mayores, no se parecía a lo que vio de pequeño con su prima Dulce y Tiago, aunque le gustaba estar con su profesor, pero en el mes que llevaban juntos ninguno de los dos había hecho referencia a estar en una relación, Maller lo había presentado a uno que otro amigo como Felipe, un conocido, nada más y él no tenía amigos aun en ese país, pero aunque los tuviera no iba a presentar a su profesor como novio, ya que Maller solo decía “Eres mío” como si eso explicara todo, a veces se sentía alagado y otras tantas se molestaba, pero ahora no era tiempo de pensar de más en cosas absurdas se dijo una y otra vez, ya tendría tiempo de charlar con “su profesor”, por ahora lo único que quería era terminar de ducharse y de