Carlos Sandoval, mejor conocido como el Caimán, había iniciado su vida delictiva al unirse al cartel del cuervo, cuando apenas era un niño, él rescato a Azul, él encontró a Enrique, y luego a Fabian, conocía sus demonios, su dolor, lo que tuvieron que hacer para sobrevivir, pero… el niño bonito se notaba que siempre gozo de privilegios, eso se podía ver en el brillo de su cabello, entonces ¿Cómo pudieron lastimarlo? ¿Por qué lo lastimaron? Pero lo más importante era ¿Por qué le importaba?Felipe caminaba por las amplias aceras del lujoso vecindario, pero, aun así, su mente no estaba allí, aunque caminaba con tranquilidad y su cabeza asentía cada vez que alguien lo saludaba más por educación que por conocerlo, su mente estaba en el pozo oscuro que eran sus recuerdos, creyó que había superado aquello, pero hoy se daba cuenta que era un soñador, aun lo seguía siendo, iluso, se dijo una y otra vez, al tiempo que llegaba a un parque.Se dejó caer en el primer banco que vio, y hecho su cabe
Felipe se puso de pie, obligo a sus pies a cumplir con su función y emprendió el regreso a su casa, no le gustaba su vecino, no le gusto la forma en la que su corazón latió cuando lo tomo del cuello de la camisa en el club, y odio la forma en que lo llamo marica, no, no quería saber nada con ese latino de amplios hombros, piel bronceada y ojos de ensueño, se maldijo por ese último pensamiento, pero aun así, continuo su camino, ni siquiera volteo a ver una sola vez su rostro, era demasiada tentación.La semana paso, con sus amigos trabajando y él… solo, en una enorme mansión, pero solo, sin hacer nada y aburrido de todo, esperando a que ellos regresaran para escuchar cómo fue su día, Felipe era el menor de todos, pero se comportaba como una mamá gallina, los esperaba con la comida lista, la ropa ordenada, y, sobre todo, siempre dispuesto a escucharlos y ayudarlos.— En verdad, esa chica no sabe nada de nada, no puede distinguir el blanco tiza del marfil, ¡por Dios! — las quejas de Reic
Carlos había pasado los días pensando en el niño bonito, no quería y odiaba no poder controlar sus pensamientos, más le molestaba que el rubio no se había dejado ver, y eso que había subido en más de una ocasión a la terraza, pero no había tenido suerte, Felipe ni siquiera había asomado su nariz al jardín trasero de la pequeña mansión, mientras el sicario se planteaba una y otra vez en qué momento se convirtió en gay, ¿podía una persona convertirse en gay? ¿era como una enfermedad que se le había pegado? No lo creía, menos luego de pasar una noche fogosa con una de las empleadas de la empresa en la que trabajaba, algo por lo que Azul lo había regañado.— Te meterás en problemas y a nosotros contigo, ¿Qué te sucede caimán?— Solo fue un polvo, una follada y listo, no es como que voy a caer redondito por ella.— Ni siquiera recuerdas su nombre. — Enrique reía sin poder evitarlo.— El problema no eres tú idiota, es ella, ¿Qué pasa si te acusa de acoso o algo? ¡Realmente NO eres conscient
Enrique, Azul y Carlos veían con sorpresa como el rostro de Felipe se desfiguraba al tiempo que su mirada recorría el cuerpo del hombre que acababa de ingresar, con más de seis custodios cubriendo su espalda, mientras Zack y los demás estaban confundidos ante la actitud del rubio.— Sabía que eras tu hoy cuando te vi. — el recién llegado no gasto ni una mirada en las personas que había a su alrededor, toda su atención estaba en el pequeño rubio.— ¿Qué mierda quieres Vincent? — Felipe no se movió ni un centímetro de su lugar, pero con el desprecio con el que observaba al mayor, era más que claro para todos que no eran amigos.— Es un Bach. — dijo Zack cuando reconoció a un amigo de su padre que, también era custodio, gente experimentada, ex militares que pasaban sus días de retiro cuidando a la familia más importante que pueda existir, la sola mención de aquel apellido produjo que los latinos se tensaran, todos los que pertenecieron al cartel del cuervo estaban siendo cazados por los
— ¿Ya están listos? — pregunto ingresando a aquel lugar que era un mundo demasiado complicado para el caimán, con toda esa tela y cosas brillantes volando por todos lados.— Sí que te preocupas por nosotros. — soltó con voz juguetona Azul, quien observaba como cada vez que Carlos ingresaba en aquel lugar lo primero que hacía era devorar a Felipe con la mirada.— Son mi familia, son mi responsabilidad. — rebatió el mexicano viendo con seriedad a la loca de su amiga y Felipe dejo salir un suspiro demasiado alto.— ¿Estas cansado Feli? ¿Qué te parece si también vamos a almorzar? — Tom al igual que el caimán estaba atentó a cada movimiento de Felipe, aunque el rubio parecía no notarlo, pero para todos era obvio que el castaño estaba perdido por él.— Buenas tardes. — la voz cargada de autoridad se escuchó proveniente de la puerta, sin darle oportunidad a Felipe de responderle a su amigo, por lo que todos giraron.— Buenas tardes, señor John. — la voz de Reicher tembló un poco, el CEO de l
— Ustedes, salgan, ¡ahora! ¡todo el mundo afuera! — John sabía que Felipe no se calmaría así de fácil, mucho menos permanecería tranquilo por dos días, que es lo que tardaría en llegar Melody desde el oriente a Nueva York, por lo que dio la orden a los amigos de Felipe y a los latinos de abandonar el piso donde trabajaban.— Pero Felipe... — Tom no quería dejar al rubio, veía esto como la oportunidad de formar un lazo más fuerte que una simple amistad, el castaño había trazado un plan en su mente, acompañaría a Felipe, le demostraría que el estar juntos era lo mejor que podían hacer, que podrían apoyarse mutuamente y cuando tuviera una oportunidad, le confesaría sus sentimientos.— Carlos, tendrás que hacerte cargo de la situación, esta puerta no se abrirá hasta que Melody venga por él. — John busco alguna señal negativa en el rostro de Carlos, pero este solo asintió con la cabeza, aún estaba sobre el delgado cuerpo de Felipe que se removía con furia y su rostro estaba tan rojo que pa
Felipe termino la llamada, y tomo asiento, siendo consiente que por más que quisiera no podía ir al hospital, no si quería que sus padres no se preocuparan, no si quería evitar que sepan la verdad, no ahora que una nueva venganza comenzaría. Mientras el rubio meditaba lo que haría a partir de ese momento, Carlos Sandoval lo veía, sin comprender como el niño bonito sabia lo de Lucero Bach y el cartel del cuervo.— Felipe. — dijo con voz profunda, queriendo más que nunca terminar con el misterio que rodeaba al rubio, y esta era su oportunidad, estaba vulnerable, y estarían solos, era ahora o nunca.— No es necesario que te quedes Carlos, en verdad, ya comprendí que no puedo ir al hospital, solo causare más estrés en mis padres y querrán saber cosas… que ni yo quiero recordar. — el caimán apretó sus manos en puño, el niño bonito estaba vulnerable, era su oportunidad, pero algo le impedía aprovecharse de él en esta situación.— ¿Y preparar una venganza no es causarles estrés a tus padres?
Lucero fue consiente en ese momento del moreno de casi dos metros que estaba con ellos en esa habitación, era grande, y justo ahora estaba cubriendo casi al completo el cuerpo de Felipe, esa imagen la llevo a recordar las veces que Tiago tranquilizo a Dulce, y el miedo la corrió al completo una vez más, no estaba dispuesta a que la historia de sus mejores amigos se repitiera.— La ciudad no es segura para nadie en este momento, si fuera solo Arkady no habría mayores complicaciones, pero Maller vino con su gente… casi todos ellos. — Felipe saco su rostro del fornido pecho del caimán, solo para ver el miedo en los ojos de Lucero.— No, esto no tiene sentido, ¿Por qué me hace esto? Él lo dijo, solo soy una joya que lucir, algo fuera de lo que está acostumbrado a ver a su alrededor…— Creo… que fue mi culpa. — confeso la castaña, y Carlos libero al pequeño rubio y este solo vio con confusión a Lucero.— ¿Qué?— Comencé a cazarlo. — respondió en un susurro y Sandoval la vio con odio una vez