Hayami despertó un poco mareada, frotó sus ojos tratando de enfocar su vista, sentía que su cabeza daba mil vueltas, pensó que aún seguía un poco ebria por la cantidad de alcohol que había consumido una noche antes. Se sentó en la cama y una sabana blanca cubría sus senos que estaban desnudos; inspeccionó con su mirada el cuarto donde se encontraba, dándose cuenta de que claramente era una habitación de hotel. Estiró un poco sus brazos, giró un poco su cuello, ya que sentía una ligera molestia, pero se detuvo de inmediato al ver al hombre dormido que estaba a su lado. Hayami observó su torso desnudo, fijándose que tenía buenos pectorales, aunque inmediatamente pensó que había visto mejores. El cabello del chico era obscuro, ella lo recordaba castaño, pero aparentemente había estado muy ebria para recordarlo bien. se levantó de la cama sigilosamente, recogió su vestido además de su ropa interior que estaba regada por la habitación, se vistió muy rápido, tomó su bolsa y salió de la habitación rápidamente. Caminó hasta salir del hotel admirándolo debido a que era muy fino y hermoso.
Hayami tomó un taxi y al estar dentro de este, se recargó en el asiento sosteniéndose la cabeza. El trayecto hacia la dirección que había dado al conductor fue muy tardado o eso había sentido, porque en lo único en que pensaba era en acostarse en su cama y poder dormir el resto del día. Prácticamente, había dormido muy poco esa noche.
El conductor detuvo el auto cuando llegaron a su destino. Hayami abrió los ojos con cansancio para luego buscar dentro de su bolsa algo de efectivo. Finalmente, le ofreció un billete al taxista y salió del auto sin siquiera preocuparse por el cambio que este le devolvería. Se acercó a la enorme puerta de madera color café, buscó nuevamente introduciendo su mano en su bolso buscando las llaves. Al encontrarlas, abrió despacio la puerta para que nadie la escuchara, caminó el largo pasillo y comenzó a subir las escaleras. Hayami rozaba el pasamanos dorado mientras subía. Cuando por fin estuvo en la parte de arriba, se acercó a una habitación, y estaba a punto de abrirla cuando una voz la llamó por su nombre.
— ¿Hayami? , ¿apenas estás llegando a casa?
Hayami la volteó a ver con la mirada cansada y desganada. Suspiró al ver que era su hermana menor, Isabel.
—Sí, apenas...
Respondió sarcásticamente con aire de cansancio. Lo último que quería era lidiar con su hermana.
—Si nuestros padres se enteran de que venís...
—¿Qué?, ¿me echarán de la casa?
Interrumpió Hayami con su voz despreocupada.
—Fue idea de ellos que yo me quedara en casa. Fácilmente, puedo rentarme un departamento sin problemas; además, ellos saben cómo soy, no tienen que decirme nada.
Continuó diciendo la chica.
—Bueno, es cierto lo que dices.
Hayami retomó la acción de entrar a su habitación y, al abrir la puerta, se encontró con varias cajas de mudanza. Caminó entre ellas hasta encontrar su cama, a la cual se dejó caer boca abajo y hundió su cabeza en el colchón.
—¿Dónde estuviste, "Yami"? Dijiste que irías a un club, pero estos no abren toda la noche, ¿o sí?
Preguntó Isabel, aún con un tono de reclamo.
—Me pillaste, hermana. Claro que no dormí en el club... Dormí en otro lugar.
—¿Estuviste con alguien? ¿Acaso con un hombre?
Hayami, que aún tenía la cabeza hundida en el colchón, apenas lo afirmó.
—Te he dicho que no hagas eso, es muy peligroso, puede ocurrirte algo, no sabes con qué tipo de personas puedes encontrarte.
—Nada me ha ocurrido; además, no es que lo haga todo el tiempo, tranquilízate.
—Bueno... Y entonces, ¿era bueno el hombre?
Hayami, que hasta ese momento aún continuaba con la cara hundida en el colchón, giró su cabeza, viendo a su hermana que estaba sentada sobre el colchón.
—Hermanita, no pensé que fueras tan pervertida, me sorprendes. Pues sí estuvo normal, nada del otro mundo.
Ella pensó que realmente había estado muy bien; lo que recordaba de esa noche había sido muy intenso, como si el hombre con quien estuvo hubiese pasado un largo tiempo sin estar con una mujer, al contrario de ella.
—Hermana, no hay solución contigo. Te dejaré dormir.
—Gracias, hermanita.
Isabel se levantó de la cama. Estaba yéndose cuando regresó al lado de Hayami nuevamente.
—"Yami", te recuerdo que hoy es mi cena con mi prometido.
Hayami se sentó sobre la cama.
—¿Sigues con esa tontería? No entiendo cómo te casarás si no lo amas; además, aún eres muy joven, apenas acabas de cumplir 25 años.
—¡Hayami...!
Exclamó Isabel en forma de reclamo.
—No tienes que hacer lo que dice papá.
—Lo sé, pero debo asegurar mi futuro.
Hayami suspiró.
—Bueno, como sea, son cosas tuyas; no debería meterme en tus asuntos. Está bien, bajaré a cenar.
Respondió con fastidio.
—Ok, hermana, entonces te dejo dormir.
Isabel salió de la habitación; en cuanto lo hizo, Hayami se quitó los zapatos, puso en su celular la alarma para despertar y se acomodó en la cama, quedándose dormida rápidamente debido al cansancio y la ligera resaca.
Noah al fin se había despertado. Se presionó los ojos, miró a un costado de la cama dándose cuenta de que estaba solo. A los pocos segundos se levantó sobresaltado de la cama para comenzar a buscar sus pertenencias de valor al recordar que había pasado la noche con una desconocida. Al percatarse de que todas sus cosas estaban ahí, pensó en cómo había llegado a ese extremo, porque él no actuaba así, nunca se iría con alguien que no conociera, pero esa noche aquella mujer la hipnotizó por la manera en la que se movía en medio de la pista. Su cabello largo y ondulado y el hermoso color de este, rojo como el fuego. Su mirada, esa que era tan desafiante y seductora, pero lo mejor eran sus labios rojos; eran los mejores besos que había probado en mucho tiempo. Esos labios eran tan ardientes, pero tan suaves. Ahuyentó esos pensamientos con un movimiento de cabeza, rápidamente observó su celular, percatándose de que eran las 7:00 de la mañana del lunes, así que debía darse prisa para ir a su departamento, a arreglarse para ir a la empresa familiar donde era el nuevo presidente.
Al tomar su camisa, la acercó a su nariz; rápidamente sintió la fragancia de dicha mujer. Era una muy dulce, a pesar de que esta estaba mezclada con el aroma del alcohol que sobresalía, pensó en que debía ser una fragancia cara. Al mover un poco su camisa, cayó al suelo un pendiente y al recogerla vio que era muy fina la pieza, ya que traía un diamante.
"¿Cómo una simple Stripe puede pagarse algo tan caro?"
Pensó, sin embargo, no le dio más importancia al asunto. Se colocó su camisa y lo demás de su ropa, al salir de la habitación, apenas si saludó a las trabajadoras porque se sentía un poco avergonzado. Buscó su auto en el estacionamiento y al subirse, se dirigió a su departamento a darse un buen baño para iniciar su día que pintaba ser bueno.
Noah estaba listo justo 20 minutos antes de las 8:00 de la mañana. Subió nuevamente a su auto dirigiéndose a la empresa donde su padre lo estaba esperando, ya que ese día le otorgaría la presidencia de la empresa familiar. Noah había trabajado arduamente para merecer ese puesto.Noah Márquez. Quivera era el hijo mayor de José Antonio Márquez Rincón, uno de los empresarios más ricos de México, con una de las empresas tequileras más grandes del país e internacionalmente.José Antonio había dirigido la empresa por 30 años y ese 2018 le daría la presidencia de la empresa ubicada en Nayarit, México, a Noah, su hijo de 30 años.Noah había llegado a la empresa a tiempo y, al hacerlo, su secretaria Ariel, una mujer muy atractiva, alta y de cabello marrón oscuro, lo saludó.—Buenos días, señor. Su papá lo está esperando en la sala de juntas; me pidió que le informara una vez que llegara.—Buenos días, señorita, muchas gracias, ahora voy.Al entrar Noah a la sala de juntas, su padre estaba senta
Hayami vio al hombre con quien había estado una noche antes; ahora, con la sobriedad, podía ver con más detalle. Miró su cabello negro con un corte moderno, sus ojos verdes claros que con la luz se apreciaban más que en la oscuridad de un club o una habitación de un hotel. El color de sus ojos resaltaba con su tez blanca; la altura de 1.87 era tal cual ella recordaba. Noah estaba vestido con un traje ejecutivo negro. Hayami se acercó a los 4 que estaban aún de pie; él la miraba con sorpresa e incredulidad.—Si me ves tanto, me vas a desgastar.Dijo Hayami riendo. Esa situación le causaba mucha diversión, al ver el rostro atractivo de él, pero lleno de confusión.—Noah, ella es mi hermana, Hayami.Presentó Isabel.—Mucho gusto. Isabel no mencionó que tenía una hermana.Respondió Noah, extendiendo la mano como si fuera la primera vez que la veía.—Claramente, soy la innombrable de la familia.Hayami recibió el saludo de Noah, que aún estaba incrédulo de la situación tan poco inusual.—¿A
Noah regresó al comedor; Isabel le sonrió, lo cual él también hizo. La cena continuó y, al finalizar, los papás de Isabel los dejaron solos en la sala.—Ahora que no están mis papás, quiero disculparme por mi hermana; ella es un poco...—Rara, ¿no?Isabel solo rió avergonzada con el hombre que tenía frente a ella.—Bueno, sí, ella tiene un carácter un poco... Pesado y dice las cosas como las piensa, pero en el fondo es una buena persona de gran corazón; ella tiene sus motivos de ser como es.Noah resopló.—Sí, pero muy, muy... Muy en el fondo. No te preocupes por la actitud de tu hermana.—Sí, lo sé.Isabel se puso de pie del sofá color carne que estaba en la lujosa sala; Noah también lo hizo.—Me tengo que ir, Isabel, mañana tengo una junta, además de nuevas personas en la empresa, desde secretarias hasta nuevos socios.—Sí, espero tengas un buen día; nos estamos hablando.Ambos caminaron hacia la enorme puerta de la casa. Noah se acercó a Isabel y le dio un beso en la mejilla como de
El despertador se hizo notar y Hayami lo apagó con algo de pereza. Se levantó de la cama y en su celular puso una canción mientras se daba un baño. Al salir, se vistió con una falda negra. Esta era circular; le llegaba por debajo de la rodilla una blusa de manga larga un poco transparente. Se podía ver ligeramente su sostén negro. Se sentó en la cama, se puso unas zapatillas negras. No le gustaban los zapatos altos, pero viniendo de una familia donde la imagen era lo más "importante", se acostumbró a usarlos cuando eran necesarios. Se peinó el cabello ondulado, lo dejó suelto. Caía por su espalda y por sus hombros. Se maquilló muy natural, nada pesado. Se puso un tono de labial rojo oscuro. Amaba esos colores. Al terminar, tomó algunas cosas y las colocó en una bolsa blanca. Al salir de su habitación, tomó unos lentes obscuros y, al bajar las escaleras, se dirigió a la cocina, donde se sentó en una isla que estaba en medio de la cocina. La chica del servicio le sirvió un jugo.—No seas
La junta había terminado; Noah estaba aún en trance, no solo en casa de Isabel, que debía tolerarla, sino ahora en el trabajo. Le pareció extraño que Isabel no hubiera mencionado nada referente a la adquisición de una acción de la empresa y que estuviera a nombre de su hermana mayor.Noah se levantó de su asiento. Hicieron un recorrido por la empresa, y el señor Beltrán se despidió para luego retirarse. Noah le indicó la oficina de Alejandro.—¿Cuál será mi oficina?Preguntó Hayami, acercándose a Noah.—Sí, vamos, ahora te lo muestro.Caminaron y, después de pasar por el escritorio de Ariel, llegaron a una oficina justo frente a la de Noah. Las oficinas de la empresa eran de cristal transparente, muy elegantes; se podía ver todo, aunque también tenían una persiana que podía dar privacidad a estas.—Esta será tu oficina, justo frente a la mía.Dijo con un poco de desagrado; no entendía por qué ella le causaba molestia, tal vez era por su forma de ser.—Perfecto. Me imagino que Angélica
Dos semanas habían transcurrido y la relación de Hayami y Noah había estado lo que podríamos decir "tranquila": alguna que otra ocasión de algunos malos chistes entre ambos, pero nada destacable. En el trabajo iba todo muy bien; la empresa estaba marchando como debería ir según las estrategias de Noah que implementó junto con Hayami. Detestaba admitirlo, pero era muy buena en su área.Esa noche, Noah e Isabel saldrían a hacer algunas cosas que tenían aún pendientes de la boda; aunque ninguno de los dos estaba emocionado por dicho evento, era algo que ya habían hablado con anterioridad."Estoy en mi cuarto, sube, quiero hablar a solas de algo importante".Noah leyó el mensaje de su celular. Justo cuando estaba llegando a casa de Isabel, al entrar a esta, la chica del servicio lo llevó a la habitación de Isabel. Al tocar, ella abrió. Noah entró a este e Isabel cerró la puerta...Después de hablar algunos minutos, Isabel se levantó del cojín de su tocador, mientras él aún estaba en la cam
Isabel se levantó de su cama, vio la hora de su despertador, se estiró un poco, se quitó la ropa para meterse a dar una ducha antes de ver a Noah en la boutique de vestidos de novias "Novias"; pensó en el gran ingenio que debieron haber puesto al elegir el nombre de la boutique, pero a pesar del nombre tan obvio, era una de las mejores boutiques que había en la ciudad.Al terminar de ducharse, se colocó un pantalón de mezclilla y una blusa negra y finalmente salió de su habitación. Se dirigió a la habitación de su hermana pensando que ya estaría lista para irse juntas. Tocó la puerta, pero no hubo respuesta. Después de tocar tres veces más, cada uno con más intensidad, abrió la puerta solo para darse cuenta de que la cama de Hayami estaba vacía e intacta.Isabel frotó su frente, fastidiada."No vino a dormir otra vez".Se dijo mientras resoplaba; no entendía cómo, siendo ella la menor de las dos, tenía que reprender a su hermana mayor casi todo el tiempo. Su celular comenzó a sonar; pe
Noah se recargó con los brazos cruzados en la puerta de la oficina de Hayami mientras miraba que ella se encontraba escribiendo en su computadora muy concentrada.— ¿Qué pasó?Preguntó Hayami, dejando de teclear para verlo al sentir la presencia de aquel hombre.—Estarás hoy, ¿no?—Debo, aunque no estoy de acuerdo, estoy segura de que ella no lo desea; estos últimos días ha estado extraña.— Ella ya es mayor para tomar sus propias decisiones, tú no deberías meterte en ellas.Hayami lo miró con descontento, mientras él continuaba recargado sobre la puerta.— Es por eso que odio esta sociedad de "ricos".Hayami siguió tecleando en su computadora; él solo la siguió observándola. Su semblante había cambiado a uno molesto; no entendía por qué una simple pregunta podría haberle arruinado su día.—¿Llevarás a tu novio?—¿A quién?Preguntó nuevamente, mirándolo aún con la aparente molestia.—Al novio que mencionaste aquella ocasión.—Ah... No es mi novio, es un chico con el que salgo, nada del