Capítulo veintisiete - Tras la resaca

Despierto con un dolor de cabeza que me está matando cuando veo a Alma entrar a mi dormitorio. Miro mi cuerpo, tengo puesto el pijama. ¿En qué momento me cambié la ropa? No recuerdo casi nada después de que ella y yo comenzamos a hablar y a beber. Trato de hacer memoria y fragmentos de la conversación que tuve con Lisandro aparecen en mi cabeza.

—Tienes mi permiso para hacer lo que sea.

—No quiero dormir, quiero hacer el amor contigo.

—Te amaba, aún te amo.

Siento que voy a morir de la vergüenza. Miro a Alma y le pego en el hombro.

—¿Cómo pudiste hacerme beber tanto? —le reclamo.

—Lo siento, es que los mozos están acostumbrados a llenarme la copa —dice y me sonrojo—. Hicieron el amor con mi hermano, ¿por eso te avergüenzas?

—¡Qué! —digo a los gritos y me toco el cuerpo—. No hicimos nada.

No me gustaría tener mi primera vez con Lisandro y no recordarla. Me haría quedar muy mal con él. Sobre todo, por cómo lo provoqué estando ebria.

—Tranquila, mi hermano te quiere, pero no estaría
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